🎀 One-Shots #Mafin 🎀 - (Marta & Fina)

_Te llevo tatuada en cada poro de mi piel_

Esta escena ha sido producto de un sueño y era demasiado bonita como para guardarla para mí sola, así que hoy dejo que soñéis conmigo.

Ya me diréis qué tal...

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Últimamente su relación con Marta estaba yendo de maravilla, aunque tenían pocas oportunidades de verse. Para ambas mujeres, cada pequeño instante juntas, cada mirada y cada roce, eran un chute de vitalidad y de felicidad. Tal era esa felicidad, que Fina llevaba días dándole vueltas a algo. Quería hacer algo diferente con Marta, algo inolvidable, quería abrirle su mundo más íntimo para dejar que se andentrara en él. Iba a descubrirse ante ella, iba a mostrarle su lado más personal, y para ello, debía mostrarle un lugar que hasta ahora había mantenido en secreto.

— ¿Se puede? — preguntó Fina golpeando la puerta del despacho de Marta.

— ¡Fina! Pasa y cierra la puerta. — dijo la rubia, levantándose de su escritorio con una sonrisa tímida.

Avanzó por su despacho hasta llegar a la altura de la pelinegra y la besó con cariño y anhelo.

— ¿Cómo estás? — preguntó Fina acariciandole la mejilla a Marta.

— Pues... echándote de menos. — susurró la mayor, para después depositar un suave beso en los labios de su mujer.

— ¿Estás muy ocupada hoy? — susurró a centímetros de los labios de Marta, mirándola con intensidad.

Era increíble la reacción involuntaria que tenía su cuerpo cada vez que entraba en contacto con el de Marta. Se sentía hipnotizada y débil. Un sólo roce suyo hacía que todo su ser se derritiera en cuestión de segundos.

— Bueno, papeleo y mil problemas, ya sabes, lo de siempre. — respondió con pesar.

— Y... ¿podrás escaparte un ratito esta tarde? — preguntó con cierto tono seductor.

— Pues... podría... ¿Qué planea esa cabecita? — respondió Marta de la misma forma.

— Me gustaría enseñarte algo. — confesó con picardía.

— ¿Y me vas a dejar con la intriga o me vas a decir qué es? —

— Pues va a tener que esperar a esta tarde, Doña Marta, pero merecerá la pena... o eso espero. — dijo acercándose peligrosamente de nuevo a la rubia.

— Cualquier cosa que venga de ti merece la pena, Fina. — susurró débil a milímetros de los labios de la pelinegra.

Finalmente, se fundieron en un dulce beso. Ambas se derretían cada vez que estaban cerca, se volvían débiles y vulnerables. Les temblaban las piernas, se les escapaban suspiros y sonrisas cómplices. Era una atracción imperiosa la que sentían dentro cada vez que se veían.

— Bien... ¿nos vemos después de la comida en la trastienda? — preguntó Fina mientras se separaba con disgusto de Marta.

— Nos vemos allí. — susurró la rubia con un brillo especial en los ojos y una sonrisa bobalicona.

— Ah, y, Doña Marta... póngase ropa cómoda, que en el campo podría mancharse. — avisó con una mirada traviesa.

— ¿Qué? ¿Pero a dónde me quieres llevar? —

— Te veo luego. — dijo Fina entre risas al salir del despacho, dejando a la mayor con intriga y con un hormigueo en el pecho que no era capaz de controlar.

Fina sería su perdición, lo tenía claro desde el primer momento en que la conoció, pero cada encuentro con ella confirmaba su hipótesis. Definitivamente, Fina Valero ponía su mundo patas arriba con sólo una mirada, como si fuera un huracán, llevándose por delante todo y dejándola indefensa y temblorosa.