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H A R I

“Mi último año de preparatoria”

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“Mi último año de preparatoria”. Muchas veces en mi vida soñé como sería mi último año y en ninguno de los escenarios que mi mente creo estaba en el que me encuentro ahora: en una ciudad desconocida, olvidando el sueño de mi último campeonato nacional en Corea del sur junto a mis amigas y compañeras de equipo.

Tokio, parece increíble que mi vida haya cambiado drásticamente en cuestión de días; deje parte de mi en Seúl, la estrella nacional en la que me convertí desde que inicié en el deporte se quedó allí junto a mi equipo. No tiene caso lamentarse, sin embargo, aquí estoy, autocompadeciendome por qué mi vida se fue al carajo.

Tenía futuro, uno muy bueno y me atrevería a decir que mi vida de adulta iba a girar en torno al voleibol como el resto de mi vida, pero no fue así, en cambio, me toca iniciar de nuevo, nuevos sueños, nuevas metas y una nueva vida en Japón, el país natal de mi madre. Sin presión, sin expectativas que alcanzar, solo soy yo.

—¡Hari!

Suelto un suspiro al escuchar la voz de mi madre y miro mi reflejo a través del espejo una última vez. La verdad pensé que el uniforme escolar iba a ser mucho más horrendo de lo que en realidad es y culpo a Daiki, mi primo, por meterme esa idea en la cabeza. En realidad es bastante bonito: una falda de cuadros que tiene color azul, amarillo, gris y blanco lo suficientemente armonioso para que no se vea mal, una camisa de botones blanca, una corbata con el mismo patrón de la falda, un blazer azul y debajo de el una sudadera con cremallera gris, medias largas blancas y decidí unas zapatos de charol porque son bonitos.

Mi mirada recae en los trofeos que aún no desempaco y la nostalgia me golpea. Trabajé tanto por ellos para que al final me encuentre en este lugar, sin querer saber algo del voleibol competitivo. Niego con la cabeza y tomo mi mochila para bajar a la planta baja en donde mi madre ayuda a la empleada a servir el desayuno sin importar que su bonito traje color crema se ensucie.

—Creí que iba ser más feo—admite Hanako, mi madre—Bueno, la colegiatura es bastante alta, lo mínimo es que tengan una buena apariencia.

—Daiki exagera—me encojo de hombros tomando asiento en uno de los taburetes de la encimera—Buenos días Aiko.

—Buenos días señorita Song—hace una reverencia rápida antes de seguir con lo suyo.

—Te va a encantar el instituto—fuerzo una sonrisa—El nivel académico es bueno y la demanda escolar es menor a la de Corea del Sur, tendrás más tiempo para entrenar en tu nuevo equipo.

—No estoy segura de querer entrar a uno nuevo, es muy pronto.

—Hari, eres una estrella nacional, un diamante y cualquier escuela tendría suerte de tenerte en sus líneas de juego—mi madre deja frente a mi un plato con rollitos de huevo coreanos.

—No soy estrella nacional porque no estoy en mi nación—sus ojos cafés chocan contra los míos del mismo color—Ningún equipo en su sano juicio escogería a una chica de tercer año extranjera cuando a mitad de año tendré que salir por las solicitudes a la universidad.

Entre la red y el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora