Six.

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Se miró al espejo

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Se miró al espejo. Lucía bien. Limpio, impecable, cabello peinado, ropa formal; ¿eso estaba bien? ¿Quizás más perfume? ¿Otros zapatos? ¿Estaba de más la corbata? ¿Quizás...?

Louis movió la cabeza exageradamente, quitándose esos pensamientos de la cabeza. No podía lucir que le interesaba demasiado aunque así lo hiciera. No, debía verse como si simplemente se hubiera dado una simple ducha, ¿No?
Ahora con eso en la cabeza se despeinó. Se aseguró de que se viera como todos los días al levantarse y no peinarlo. Sí, que no luciera como si quisiera dejarlo impresionado y a esa perra como una tonta.

Se paró firme en el espejo sin expresión y después sonrió. Se veía tétrico. Quería verse más natural para él, así que cambió el gesto, pero fue peor. Definitivamente no era bueno para eso.

Suspiró resignado y se apartó para ir hacia la cocina y tomar el único vino que le quedaba. Él no era de beber demasiado, pero realmente tenía la esperanza de que con un par de tragos, Harry se olvidará por completo de la chica. ¿Verdad? Ni idea, pero abandonaba su casa con esa esperanza.

Desde que le dijo que se arreglará para él, Louis se marchó decidido a hacerlo por un poco de su atención, mandando al carajo la amenaza que le había hecho con anterioridad, solamente porque su conciencia -¿O las voces de su cabeza?- le decía que ella era el problema, no Harry. Él era mentiroso por su culpa; sí, obvio.

Por nada se trataba de que fuera por haberse entrometido de más y estropeara su máquina.

Se lo repitió una y otra vez sin poder evitarlo, como si su cabeza no fuera capaz de decirle que el verdadero problema era él desde un principio. Y solo cuando cerró la puerta de su hogar tras de sí y caminó hasta la suya; pareció como si menos razonamiento lo acompañará. Porque cuando tocó y Harry le abrió la puerta con una amplia sonrisa que también correspondió sin esfuerzo, creyó sentir mariposas.

No lo eran.

―Louis, llegas justo a tiempo―le dijo Harry con una jovialidad casi extraña sin entender porqué, aunque creyó que era por verlo. No era así―. Anda, pasa. Carolina nos espera.

Louis no mencionó nada cuando soltó el nombre de esa chica y simplemente ingresó a la casa por un costado de él. Harry llevaba el mismo mantel que usó en la ocasión en la que lo invitó a cenar, a excepción de que ahora lucía menos formal que la primera vez.

Louis lo notó, pero no quiso comentar nada, sino que avanzó hasta el salón. Harry lo siguió detrás suyo cuando cerró la puerta, y aunque Louis no lo veía, se percató del esmero que tuvo por él y se dedicó a sí mismo una sonrisa. Era el poder que tenía en los demás.

―Deberíamos ir al comedor―le dijo con la intención de sacarlo de sus pensamientos―. Te esperábamos para iniciar.

Louis se giró a verlo, frunciendo ligeramente su entrecejo. No era del todo agradable para él que se lo recordara, aunque fuera culpa suya estar ahí también.

Carne FrescaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora