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Rehacer una vida jamás es sencillo

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Rehacer una vida jamás es sencillo. Mucho menos si lo haces en contra de tu voluntad. Cambiar direcciones, buscar hogar, nuevo trabajo. Aburrido por dónde se viera y una obligación cuando ya nada te funciona. Louis agradecía como mínimo, que trabajo sí poseía. Lo único bueno de todo eso era que podía trabajar dónde fuese, ya que su ingeniería en sistemas le abría la puerta de todo. Principalmente por internet.

Está herramienta le había salvado tantas veces, que apreciaba poder tener la capacidad de mantenerlo encerrado en su casa, ya que así no tendría porqué hablar con personas. Quizás por eso le agradaba su trabajo. La gente solo lo buscaba una vez para arreglar una computadora, algún mantenimiento y ya, no volvían. Al menos los simples mortales. No necesitaba más que su dinero y las empresas de él.

Louis era un tanto reservado -por no decir ansioso social-, y aunque poseía un capital medianamente considerable como para no ser de clase media por sus proyectos y ahorros, aún no podía privarse de alejarse totalmente de la gente. Lo deseaba, pero era imposible.

Buscaba la manera, distanciarse y ser la persona menos atrayente de atención que fuera posible. Odiaba lo mirarán porque sabía que si lo hacían de más, se darían cuenta hasta de lo que su sombra pensaba. Vivía con una máscara amable por fuera, mientras que por dentro, centro de lo que únicamente su psiquiatra había visto, era otro.

No hablaba mucho con su interior y lo prefería así. Para nada era agradable para él terminar peleando consigo mismo y las voces que le gritaban que se clavará un tenedor en la mano o que empujara a alguien hacia la calle. Se decía eran pequeñeces, detalles sin importancia. Aunque su psiquiatra creía todo lo contrario.

Por eso es que se encontraba ahí, viendo cómo la mudanza bajaba todas sus pertenencias en su nuevo hogar, ya que como indicaciones de su médico, antes de el giro en su vida, debía alejarse de todo y encontrar un centro de paz. A Louis no le parecía para nada aquello, sin embargo, medicado y calmado, ahora sí lo entendía. Vivir en la ciudad lo desquiciaba y lo volvía más propenso a "accidentes". Estar en contacto constante con autos, personas furiosas y vecinos metiches, hacían imposible su rutina.

No era de mucha paciencia y explotaba con cualquier detalle que lo incomodara. Eso sí, era buen actor al tratar pasar desapercibido con las expresiones de su rostro. El único detalle de su gran acto, era que, si había algo que en verdad lo llevaba al límite, no se resistía y explotaba. Eso fue la última vez que sucedió cuando su psiquiatra le dijo todo lo anterior y además, que tendría que referirlo a otro psiquiatra, ya que Louis estaba aferrándose a una imaginaría amistad entre ellos, que ya ni siquiera le ayudaban las sesiones.

Louis en serio lo apreciaba, y ya tener que escucharlo de su boca, no tomó para nada bien esa noticia después de haber pasado más de cinco años estando en consulta con él. Luego de tantos años solo, a su lado se sentía seguro; lo mantenía en paz y en control. Creía que sería el único que lo entendería en todo. Pensó mal.

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