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No podía respirar.

Su boca estaba completamente invadida por la virilidad del soberano. Misma que era empujada con fuerza hasta llegar a su garganta, golpeando un punto que le provocaba un par de arcadas. Su piel grisácea, propia de un cadáver, se veía pálida e incluso hasta rojizas. Sus orejas estaban entre las manos del soberano, siendo apretadas con fuerza mientras que él hacía un vaivén de arriba hacia abajo, su vista se había vuelto borrosa. Sus manos estaban en los muslos desnudos del rey mientras alzaba sus caderas, su propia respiración entrecortada lo tenía en un punto de no retorno. Su cuerpo había comenzado a reaccionar de una forma anormal... Espasmos, escalofríos y corrientes que lo habían inducido a un pequeño círculo vicioso de solo abrir la boca y recibir al rey con absoluta devoción y deseo.

La pálida piel del gobernador estaba siendo manchada por su sangre, las prendas blancas que antes llevaba ya no eran ni la sombra de lo que antes fueron. Sus garras se clavaron en la piel tupida de Lucifer, sacando el líquido dorado del gran soberano. Viendo cómo un rubor dorado se apoderaba de sus mejillas, como llevaba su cabeza hacia atrás mientras la succión sobre su miembro se volvía cada vez más fuerte. Su garganta se contrae sobre el glande del alfa rubio, sus manos aprietan con fuerza los muslos del rey, sacando pequeños jadeos de los labios rosados del soberano.

Sus ojos hicieron contacto visual cuando finalmente el presemen del rey llenaba su cavidad bucal.

— Uh... Uhmmm~... — cubría sus labios mientras sus dos piernas sufrían de temblores.

Alastor se alejó, tragando el líquido que había llenado su boca segundos antes. Saboreando el sabor amargo que tenía, pero al pasar los segundos pudo sentir una pequeña alteración en su sabor. Era dulce, estaba en todo su paladar esa extraña dulzura que comenzaba a embriagarlo.

Lucifer sonreía como borracho mientras alzaba los brazos ante el alfa pelirrojo que lo veía, sus manos se rozaron y al final se entrelazaron con fuerza, mientras que sus bocas se iban acercando lentamente hasta finalmente tener un leve roce de bocas. Sus feromonas estallaron entonces, Lucifer había marcado el territorio para que nadie se atreviera a pasar. Había marcado el territorio de apareamiento, Alastor había hecho lo mismo. Las feromonas de dos alfas que no ceden aún al marcar el territorio dejaría confundido a todo aquel que pasara cerca.

Lucifer Morningstar selló las puertas, ventanas y hasta el más pequeño agujero de esa habitación. Sus colmillos se mostraron, gruñendo al otro alfa, que era Alastor, que este era su territorio y que no iba a ceder. Y aunque había dado su consentimiento para ser el follado, su instinto no había dado su permiso aún. Así que, ahora tendría que lidiar con la parte animal del gran soberano.

— Majestad... — susurró, mostrando su cuello en sumisión mientras tocaba suavemente el vientre del rey, levantando la cadera del rubio para que su apareamiento comenzará.

Lucifer gruñó, sacando sus garras, clavando con fuerza en la espalda de Alastor mientras sentía como un dedo era introducido en su canal. Podía sentir incomodidad y una gran molestia, sus colmillos se clavaron en el hombro del ciervo como amenaza. Sus manos se apretaron a la espalda del ciervo mientras un líquido extraño salía de sus muslos. Su respiración era agitada, sus feromonas rodeaban a Alastor marcándolo como "pareja de apareamiento".

Lucifer estaba en su estado más salvaje.

Alastor siseó cuando el rey volvió a morder su otro hombro. Sus garras se clavaban más en su piel que hasta podía sentirlas sobre sus costillas, sus propios colmillos salían para devolver el daño causado. Pero hacía lo más que podía para controlarse, su propio instinto había comenzado a salir a flote después de tragar la semilla de Lucifer. Sus ojos estaban fijos en los dorados del rey, clavados en el espacio en su cuello que se vería mejor con una mordida reciente y sangrante... Humedece sus labios para no caer en la tentación.

Intenta Poseerme. [RadioApple] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora