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Todos saben que Lucifer puede romper cualquier atadura que esté en su reino. Pero es que la postura en la que estaba le brindaba una buena vista, su cuerpo reaccionaba a los roces de ambos, viendo al alfa pelirrojo que estaba totalmente iracundo por sus palabras, verlo de esa forma tan amenazante para otro pero tan tierna para él era la gloria. No todos los días este demonio de la radio actúa con tanta confianza, siendo tan insolente como para poner sus colmillos en su cuello. Actuando como alguien a quien no le tiene respeto, estando en su estado más posesivo y territorial. ¿Cómo iba a atreverse a no verlo?

Sus manos estaban sobre su cabeza, dejando que la camisa rosa con el dibujo de un pato amarillo en el centro se levantará hasta el ombligo. La sonrisa tranquila en su rostro, sus feromonas suaves y serenas que salían de su cuerpo eran una tranquila amenaza para el alfa sexy que lo sostiene de la cintura: tranquilízate grandote. Alastor entrecerró los ojos mientras sonreía un poco más, sus colmillos rozaron la pálida piel del soberano mientras sus manos subían lentamente hacía el abdomen del rey. Viendo ese pequeño agujero similar a un ombligo que no lo era pero era similar. Lucifer aguantó lo suficiente para que no fuera necesario el tener que mostrar los suyos.

¿Acaso estás celoso, Alastor?

Un deje de diversión y burla se apoderó de su voz. Causando una pequeña molestia en el alfa pelirrojo que lo sostenía como si fuera nada en el aire. Ambos se veían retadores mientras que uno se mostraba agresivo, el otro se mostraba tranquilo mientras sabía que tenía el control.

Alastor sonrió de igual forma, lamiendo sus colmillos mientras veía los labios del rey y luego sus ojos.

— ¿Celoso yo? Jamás, Majestad. No digas tonterías.

Lucifer sonrió tranquilo, removiendo su cintura intencionalmente mientras frotaba su miembro en la rodilla que separaba sus piernas y lo tenía atrapado en la pared. Incluso su entrada trasera se había lubricado levemente mientras soltaba sus feromonas para incitar al otro a ceder.

— Si no son celos... ¿Por qué te ves tan molesto? — sus caderas bajaron un poco, moviéndose hacia delante y hacia atrás mientras sus mejillas se pintaron de dorado.

Alastor apretó la mandíbula, viendo como el rey se empeñaba en seducirlo.

— ¿Realmente no lo sabe, Majestad? — Alastor terminó rindiéndose mientras se acercaba más y con sus manos levantaba las piernas del soberano y las ponía alrededor de su cintura, bajando el pantalón del rey de un jalón mientras desaparecía los suyos con un simple chasquido de dedos.

Lucifer jadeó cuando sintió al amigo de Alastor rozar sus posaderas. El líquido lubricante se había deslizado de sus nalgas y caído sobre el glande del alfa pelirrojo mientras se deslizaba entre las dos blancas y suaves nalgas del soberano. Sacando pequeños jadeos de los labios del único soberano del infierno.

— No. — entrecerró los ojos, viendo al ciervo cuando la punta había entrado fácilmente en su canal — ¿Vas a decirme? — se mordió el labio cuando lo sintió entrar muy lentamente.

Alastor sonrió con molestia cuando lo vió de esa forma. No podía simplemente entrar en él y ya querer arremeter como un jodido animal, por eso odiaba tanto cuando se sentía molesto con Lucifer, siempre en situaciones como esta terminaba en la cama con él, teniendo sexo hasta que se le olvidara la razón del porque estaba tan molesto.

"Pero siempre terminan siendo las mejores noches." por eso no se puede quejar.

Suspiro, empujando dentro de Lucifer una pequeña embestida que hizo jadear al rey.

— Tiene razón, son celos. — volvió a embestir al rey cuando lo vio con la intención de querer decir algo — Pero no es solo eso.

Lucifer llevó la cabeza hacia atrás cuando las manos de Alastor agarraron su miembro goteante. Una sonrisa llena de perversión apareció en su cara cuando Alastor levantó una de sus piernas y entró con más fuerza mientras bombeaba su pene. Ser tocado de los dos lados al mismo tiempo estaba en la epitome de sensaciones descubiertas que actualmente disfruta. Los labios de Alastor estaban dando besos en su cuello mientras su mano derecha hacia vaivenes continuos de arriba hacia abajo, al igual que su cadera que se mecía de adelante y hacia atrás cada vez con más fuerza.

Intenta Poseerme. [RadioApple] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora