EL BOSQUE

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Era una noche fría como cualquier otra; sin embargo, algo andaba mal: un aroma putrefacto se percibía en el aire y no lograba hallar de dónde provenía. Así que opté por no prestarle atención, tal vez se trataría de algún animal muerto por ahí. Me dispuse a darme una ducha antes de irme a la cama. Mientras me duchaba, podía sentir una intensa mirada sobre mis hombros. En el baño solo se encontraba una pequeña ventana con vista hacia el bosque; por el día era una vista maravillosa, pero por la noche debía admitir que daba un poco de repelús. Mi madre solía decir que extrañas criaturas yacían en aquel bosque y que cuando niña yo siempre le contaba que tenía un amiguito que por las noches se colaba por mi ventana y que me llevaría al bosque donde nunca dejaría de sonreír.

Terminé de ducharme, envolví mi cuerpo en una toalla aún con aquella extraña sensación de alguien vigilándome. Al salir al pasillo pude sentir que algo había cambiado totalmente, así que me dispuse a verificar cada rincón de aquella enorme casa. Prendía las luces para ver si algo se ocultaba en aquella oscuridad de la noche. Al no encontrar nada raro, subí las escaleras con dirección a mi habitación, procedí a abrir la puerta de esta y les juro ver unos enormes ojos amarillos mirándome desde la oscuridad de mi habitación. El aliento se me fue arrebatado y no podía hacer otra cosa que sostenerle la mirada; algo me decía que si le quitaba la mirada de encima sería mi fin. Aun con el miedo atravesando mi cuerpo, trataba de encontrar el interruptor de la luz y esperar que esto solo fuera una cruel broma de mi imaginación. Cuando por fin logré hallarlo, las luces no encendían y un gran estruendo seguido de unas fuertes gotas de lluvia me hicieron saltar en mi lugar. Solo por un breve momento cerré los ojos; al quererlos abrir, el cuerpo entero se me estremeció. No podía hacer movimiento alguno, sentía su respiración pesada sobre mi cuello; aquello que se encontraba en mi habitación estaba a escasos centímetros de mi piel. Juro sentir su mirada clavada en mí recorrer cada parte de mi cuerpo hasta llegar a mi rostro; su aroma nauseabundo me hacía lagrimear aun sin abrir mis ojos. Grandes arcadas surcaban mi garganta con ganas de devolver lo poco que cené esta noche. No podía más, quería gritar, salir huyendo de ahí; mi corazón resonaba en mis oídos y cuando creí que las cosas no podían ser peor pude escuchar cómo aquel ser empezó a repetir mi nombre una y otra vez como un bucle, con una voz airosa, ronca y sombría.
-Elena...
-Elena...
-Eeeeleenaaa..
Dirigió sus fauces a mi oído y dijo;
-"No hay escapatoria, pequeña. En dos noches, cuando la luna se oculte tras las nubes y el mundo duerma, vendré por ti."

No importaba a dónde decidiera huir él me encontrara y me arrastrara a la oscuridad de aquel bosque, pues mi carne era suya y nadie más podría tenerme.

Intenté responder, pero el miedo paralizó mi lengua.

-"Tu destino ya está sellado. El bosque te reclama, tu esencia me pertenece. No malgastes tus lágrimas ni tus gritos; nadie puede salvarte." -La criatura se acercó aún más, y su aliento fétido inundó mis sentidos- "Prepárate, Elena. Pronto serás parte de la eterna oscuridad que aguarda en el corazón del bosque."

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