Itachi Uchiha

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"Frustrante"

Todo esto es tan exasperante. Itachi Uchiha miraba a través del follaje con el ceño fruncido, su mirada fija en la escena que se desarrollaba frente a él. Shisui y Emi estaban sentados bajo un árbol, compartiendo una conversación animada. Las risas de Emi resonaban en el aire, cada sonido como una punzada en el corazón de Itachi.

La injusticia de todo esto lo consumía. No era justo. Él la había conocido primero. ¿Por qué entonces Shisui era el que se ganaba sus sonrisas y su atención? ¿Por qué no podía ser él?

Itachi recordó el primer encuentro con Emi después de la academia. Les habían asignado una serie de misiones conjuntas. Desde el principio, había algo en la forma en que sus habilidades se entrelazaban. En la primera misión, habían sido emboscados por un grupo de mercenarios. Sin necesidad de palabras, se movieron en perfecta sincronía. Itachi usó su Sharingan para anticipar los movimientos enemigos, mientras Emi utilizaba su control del chakra para realizar ataques rápidos y letales. Cada combate era como un baile perfectamente coreografiado.

Había una conexión que Itachi no podía negar. Sus movimientos eran fluidos, como si hubieran nacido para luchar juntos. Él se encargaba de las defensas, ella de los ataques. Era una asociación que lo fascinaba y lo llenaba de un sentido de compañerismo que rara vez había experimentado. Durante esas misiones, Itachi había sentido que había encontrado a alguien con quien realmente podía contar.

Fue entonces cuando pensó que lo correcto sería presentársela a Shisui. Shisui, su mejor amigo, su hermano en todo menos en sangre. La razón parecía simple y lógica en aquel momento. Compartir esa conexión especial con su amigo fortalecería los lazos entre ellos tres. Pero ahora, cada vez que los veía juntos, sabía que había cometido un grave error.

Al recordar las primeras semanas después de presentar a Emi a Shisui, Itachi se sentía embriagado por la nostalgia. Emi, al principio, siempre se mantenía a su lado. No conocía bien a Shisui y prefería la compañía de Itachi, alguien en quien confiaba plenamente. Itachi no sabía por qué, pero le gustaba que ella dependiera de él. Se sentía protector, necesario. En esos momentos, parecía que tenía todo lo que quería.

Pero entonces, gradualmente, las cosas cambiaron. Emi comenzó a mostrarse más cómoda con Shisui, a reír más en su presencia, a buscarlo en las misiones y fuera de ellas. Itachi observó cómo su relación florecía, cada encuentro una espina más en su corazón. 

Shisui había captado la atención de Emi de una manera que Itachi nunca pudo. Lo que comenzó como un trío en misiones y salidas, pronto se convirtió en citas solo entre Shisui y Emi. No podía entender cuándo exactamente habían comenzado a salir solo ellos dos, ni cómo había permitido que eso ocurriera. Itachi se encontraba observando desde la distancia, su corazón apretado por los celos y el resentimiento.

No podía evitar desearla. Cada vez que veía cómo Shisui la hacía reír, cómo la miraba con afecto, sentía que una parte de él se rompía. No era justo. Él la había conocido primero, había compartido con ella momentos de peligro y camaradería que Shisui nunca podría entender.

Sentimientos intrusivos y oscuros se arremolinaban en su mente. Shisui no la merecía. No como él. No era justo que Shisui tuviera a Emi, cuando era Itachi quien había compartido con ella esos primeros momentos, quien había sentido la chispa de una conexión especial. Pero ahora, cada vez que los veía juntos, esa chispa se transformaba en un incendio de envidia y amargura.

En una de esas tardes, mientras los tres estaban juntos en el campo de entrenamiento, Shisui relataba una historia divertida sobre una misión reciente. Emi escuchaba con atención, sus ojos brillando con interés y diversión. Itachi, sentado a un lado, no podía apartar la vista de ella. Sus labios curvados en una sonrisa, la forma en que sus ojos se iluminaban cuando reía.

"Qué frustrante" murmuró para sí mismo, sus palabras apenas un susurro.

Emi giró la cabeza hacia él, sus ojos encontrando los de Itachi. "¿Dijiste algo, Itachi?"

Sacudió la cabeza, forzando una sonrisa. "Nada importante."

Cada momento con ellos era una tortura silenciosa. Cuando estaban juntos, Itachi se encontraba atrapado entre la lealtad a su amigo y el ardiente deseo que sentía por Emi. Quería odiar a Shisui, pero no podía. Shisui era su amigo, su confidente. La culpa por sus sentimientos lo carcomía, pero no podía evitarlo. La anhelaba.

Una tarde, mientras los tres entrenaban en un claro del bosque, Itachi no pudo evitar fijarse en la forma en que Emi se movía, la gracia en cada paso, la determinación en sus ojos. Se encontraba observando más de lo que participaba, sus pensamientos consumidos por la pasión y la frustración. No podía evitarlo; la deseaba, la codiciaba, la anhelaba con cada fibra de su ser.

Shisui se acercó a Emi después de un ejercicio especialmente agotador, ofreciéndole una botella de agua. Itachi sintió un nudo en el estómago al ver cómo sus manos se rozaban, cómo sus sonrisas se encontraban. No era justo. No era justo que Shisui tuviera lo que él tanto anhelaba.

"Emi," dijo Itachi, su voz sorprendentemente suave, casi inaudible.

Ella levantó la mirada, sus ojos encontrándose con los de Itachi. "¿Sí, Itachi?"

Él vaciló, buscando las palabras adecuadas, pero al final solo pudo forzar una sonrisa. "Nada. Solo... asegúrate de descansar lo suficiente."

Ella le devolvió la sonrisa, una expresión que le llenó de calidez y dolor al mismo tiempo. "Gracias, Itachi. Siempre estás cuidando de mí."

Shisui, ajeno a la tormenta emocional de Itachi, continuó hablando con Emi, su voz alegre y despreocupada. Itachi los observó, su mente un torbellino de pensamientos y emociones. Sabía que debía dejar ir esos sentimientos, que debía ser leal a su amigo, pero cada día que pasaba se hacía más difícil.

La noche cayó y el grupo se dispuso a regresar a la aldea. Itachi caminaba unos pasos detrás, su mirada fija en el suelo mientras sus pensamientos lo consumían. La brisa nocturna traía consigo el suave aroma de los cerezos en flor, mezclado con el sutil perfume de Emi. Cerró los ojos por un momento, permitiéndose soñar, aunque solo fuera por un instante, con lo que podría haber sido.

Pero al abrirlos, la realidad volvió a golpearlo con toda su fuerza. Emi estaba con Shisui, y él era solo un espectador en la sombra, condenado a observar desde la distancia.

La impotencia y el anhelo eran una tormenta silenciosa dentro de él. Cada vez que la veía, sentía que su control se desmoronaba un poco más. Pero por ahora, todo lo que podía hacer era seguir adelante, fingir que todo estaba bien y esperar que, algún día, las cosas cambiaran.

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