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«Día En Familia»

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«Día En Familia»

El agua de la ducha golpeaba contra el suelo, creando melodías en el ambiente. La lluvia artificial que corría por su cuerpo se llevaba todo rastro de tensión de su última misión, y aunque a Baeyung le hubiera gustado más un jacuzzi, su presupuesto no le daba para tanto.

El joven Kim vivía solo en una casa a las afueras de la ciudad. Desde siempre le había gustado la soledad, es por eso que después de terminar la escuela decidió independizarse de sus padres. Una persona a la que le gustaba el silencio, no podía vivir junto a sus padres, hermanos, además de unos revoltosos sobrinos. Eran demasiadas emociones al mismo tiempo, suficientes tenía en su trabajo, no necesitaba más.

Una vez terminado su baño, se enrolló en la toalla y, mirándose frente al espejo, se reprendió. En esta última ocasión había bajado de peso, tanto que los huesos de sus clavículas estaban botados hacia afuera y su rostro estaba algo demacrado.

Ignorando el reflejo del espejo se encaminó hacia la habitación en donde se tiró desparramado, con brazos y piernas extendidas sobre la cama. Estaba agotado. Era cierto que cumplía con su trabajo con eficiencia y en tiempo rector, pero esto traía como consecuencia mucho estrés y se agotaba de tal manera, que pedía vacaciones y no salía de su casa en semanas. Optaba por atiborrarse de comida mientras acostado en su cama, veía maratones de películas cursis de amor.

¿Qué? No lo juzguen, suficiente acción tenía ya en su vida.

Baeyung estaba comenzando a quedarse dormido cuando de pronto su celular comenzó a sonar. Al principio solo era un sonido, después de tanto tiempo ya ni se acordaba cuál era el timbre de su celular, pero cuando dio en sí, saltó sobre la cama como si lo hubieran pinchado con una aguja.

Un poco apurado se bajó de la cama y casi cae al enredarse con la tolla que se había zafado de su cuerpo. Una vez derecho comenzó a buscar el aparato que no dejaba de sonar, pero que no estaba a la vista. Concentrándose en sus oídos, captó el ruido debajo de la cama, así que, arrodillándose, levantó la sobrecama y ahí estaba el susodicho.

Al tomarlo se dio cuenta de que era su padre y rápido levantó la llamada.

—¿Se puede saber por qué mi hijo no me ha llamado para avisar que estaba fuera? —fue lo primero que escucho del otro lado. Este se escuchaba molesto y ofendido—. ¿Acaso se te olvidó que tienes familia?

—Hola a ti también papá.

—No me vengas con eso. Sabes lo preocupados que estamos por ti, por culpa de ese trabajo. Lo menos que puedes hacer es llamarnos y avisar que sigues vivo.

—Lo sé, lo siento, vale —se frotó la cien adolorido—. Acabo de llegar a casa, solo he tomado una ducha para relajarme. Cuando me acosté en la cama iba a llamarte, pero me quedé dormido. Estoy realmente cansado.

Blood, Sweat & Tears © [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora