Kazuha siempre había sido un buen niño, entraba en la categoría de "los buenos chicos", o bueno, si eso llegará siquiera a existir. Sacaba buenas notas en el colegio, no tenía conductas alarmantes o desafiantes, era tranquilo y sereno.
Si le preguntaban a su madre directamente, que por cierto, era una mujer ruda, mano de acero en la educación y crianza de su hijo, ella podía decir que su hijo...
—Es un pan de Dios...-
Siempre prefería escuchar antes que hablar, era amable y considerado, tratando de parecer y ser tolerable con sus palabras, aunque a veces le costaba abrirse demasiado con las personas a las que todavía no conocía del todo bien, aunque siempre estaba dispuesto a escucharlos, teniendo siempre al menos un consejo que dar.
Y aunque su vida familiar se haya visto afectada directamente ante la separación de sus padres, la sensación de soledad y la notable falta de atención no lo detuvieron o lo hicieron sentir mal, y a pesar de que en el fondo ansiaba sentir la protección, amor y atencion de sus padres, no lo demostraba, sus ánimos jamás decayeron y siguió adelante, aunque sabía que en el fondo de estaba derrumbando, siendo la felicidad, su sonrisa, una cortina para cubrir su verdadero sentir...
Todo esto empeoró cuando llegó la hora de cambiar aún más, pasando de un ambiente infantil a uno un poco más "maduro" y "sensible , llegando a la tan temida adolescencia. Su ambiente, su forma de pensar, sus amigos e incluso su cuerpo estaban en constante cambio.
Inicio la escuela secundaria, un lugar que solo había visto en pesadillas y al cual temia, pero en el que, extrañamente, se acostumbro rápidamente, casi de forma inmediata gracias a la ayuda de uno de sus profesores.
Scaramouche...
O bien, como el le llamaba y el apodo que siempre lo había identificado.
Scara.
Era un hombre joven, sereno y comprometido con su trabajo, llegó a notar que se comportaba un poco diferente cuando estaban solos,no le pareció realmente extraño y logro formar una relación realmente cercana con aquel profesor. Casi siempre compartían los recesos juntos, Scaramouche inclusive lo invitaba con frecuencia a almorzar con él fuera de la escuela, y aunque intentaba no ceder ya sea por sus ocupaciones o tareas con sus demás profesores, no podía negarse a esos ojos índigos que lo invitaban a querer pasar más tiempo con él.
Kazuha era joven, inseguro e incluso algo inmaduro para un chico de su edad, era completamente normal, apenas estaba en transición, y era realmente entendible, después de todo, seguía siendo tan solo un niño. Sus ideales cambiaron y estaba en sus planes arruinar las suficientes cosas como para poder aprender de sus errores y no cometer los mismos en un futuro...
Aunque sus inseguridades no aportaron nada bueno a su desarrollo...
No sabía que con unas simples muestras de amor, palabras bonitas y unos cuantos regalos caería profundamente "enamorado" de aquel que era diez años mayor que el. Suspiraba de forma inconsciente cuando lo veía pasar por su mesabanco, escuchándolo hablar del tema que fuera, ya sea historia o sobre si mismo, podía lograr no apartar la mirada de él hasta que se acabará su sesión.
Pensaba que aquello no pasaba más que en las novelas, pensó que quizás solo estaba equivocado hasta que sucedió su primer encuentro. Lo único que le quedaba en ese momento fue aceptarlo ya que, lo disfrutaba...
Y como siempre, después de cada clase, él lo esperaba en ese estacionamiento, y lo demás...
Es historia.
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595 palabras.
Bueno...
Esta bien, ¿no?
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