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♮ Seungmin retorna al gran vampiro Lee Minho con la propuesta de volverlo su amo. Lee cree que debería pensarse mejor las cosas. Sin embargo, distinto a sus pensamientos, la convivencia entre ellos genera algo mucho más grande y poder...
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"𝐒𝐀𝐍𝐆𝐑𝐄 𝐄𝐍 𝐋𝐎𝐒 𝐋𝐀𝐁𝐈𝐎𝐒"
Seungmin estaba en la bañera del cuarto de baño. Hundido en el agua fría con los ojos cerrados. Ya habían pasado dos días desde la aparición del hilo dorado. Desde entonces, los sueños con la tiara de los Lee se intensificaron, pero ahora era peor. A parte del fuerte dolor de espalda que se manifestaba en el sueño ahora le quemaba el cuello, si, extrañamente donde estaba atado el invisible lazo.
Esa madrugada se despertó agitado y sudando, con un cosquilleo por todo el cuerpo y con ansias de beber algo. Recurrió al baño de agua fría.
Por la falta de aire tuvo que sacar la cabeza. No sentía frío, no aquí. Recostó su cabeza en el borde de la tina y comenzó a pensar en su vida miserable. Se imaginaba que la estúpida unión no aceptaría que fuese el servidor del señor Lee, solo su cónyuge.
Ahora que lo pensaba, desde lo que ocurrió no lo había visto. Otra vez la culpa lo golpeó, se estaba escondiendo de él, eso era seguro. ¿Que debería hacer? La desesperación lo envolvió y las lágrimas cálidas se fundieron con el agua fría. Mierda, no quería que nada de esto estuviese pasando.
Un fuerte deseo de liberar a Lee de esto le recorrió. Él no significaba nada, no valía nada. Solo un humano débil y efímero. Pronto se olvidarían de esto con su ausencia, y tan sólo se volvería con el paso del tiempo, un simple mal sueño.
Se hundió de nuevo en el agua fría y decidió que aquí acabaría todo.
Por otro lado, más específico en el aposento más amplio y oscuro de la mansión, Lee Minho se había puesto en alerta. Ondas de calor le llegaban a su cuello.
Joder.
Era lo que había pensado.
Sus alas negras se desplegaron por instinto al ver como se formaba un fino hilo dorado que parpadeaba. Se extendía desde él y traspasaba la puerta de su aposento. El sabía lo que significaba, la vida del elegido en el otro extremo, peligraba.
Corrió como nunca, guiándose por aquel hilo dorado que se apretaba cada vez más, como si fuese a romperse en cualquier instante. Bajó todas las escaleras, muriendo de preocupación.
Cuando llegó con su velocidad sobrehumana al pasillo donde se encontraba la habitación de su invitado, abrió la puerta con violencia. El hilo le guiaba al baño. Sin pensarlo entró y se asomó en la bañera.
Nada le dio más terror que ver a Seungmin en el fondo de esta. Lo sacó de allí, mojándose su propia ropa. La piel del humano se estaba tornando morada.
Al colocarlo en el suelo, con la cabeza en su regazo, enseguida comenzó a toser y luego a respirar efusivamente, para llevar el oxígeno a todas las células de su cuerpo.
─ ¡Seungmin! ¡¿Qué se supone que estabas haciendo?! ─exclamó aterrado el señor Lee.
Seungmin con la visión media borrosa, logró ver unas grandes alas negras desplegadas.
─ Perdóname ─suplicó Seungmin al borde de las lágrimas nuevamente─ Por favor, es mi culpa, yo solo quería terminar esto...
Minho puso un gesto de dolor al mirarlo de esa forma tan débil, le recordaba a la noche en la que lo salvó de terminar con su vida. Como justo ahora estaba pasando.
El señor Lee se estiró y tomó una de las grandes toallas para tapar la desnudez del humano. Después de eso lo abrazó contra su pecho escuchando como este sollozaba y pedía perdón sin motivo alguno.
─ No vuelvas a hacer eso, no te lo voy a perdonar ─le dijo con voz suave pero acusadora─ Esto no ha sido culpa tuya.
Seungmin se aferraba a la camisa blanca del vampiro mientras sentía como lo abrazaba. En esta cercanía sentía que no quería dejarlo, quería quedarse así, con la paz que le envolvía cuando estaba así de cerca. La necesitaba, y lo quería a él.
De pronto se dio cuenta de que estaba cubierto por una simple toalla y se avergonzó. Después de unos segundos de calmarse en los que Minho le tranquilizaba, pidió un momento para vestirse.
Cuando estuvo listo se enfrentó de nuevo al vampiro.
─ ¿Señor? ─Minho le prestó toda su atención─ No quise causarle esta molestia, pero creí que era lo correcto.
Minho se acercó a Seungmin y acunó sus mejillas en las palmas de sus manos. Vió como el humano se sonrojaba, y le pareció muy tierno.
─ No es correcto recurrir a la muerte, es un mísero acto de cobardía, y tu no eres un cobarde ─la voz de Minho sonó baja y relajante─ Te pido por favor que no lo vuelvas a hacer, vamos a enfrentar esto los dos. Promete que nunca vas a volver a hacerlo.
─ Lo prometo, señor ─los ojos de Seungmin brillaron y se sintió protegido─ Pero, no creo que usted se vaya a casar con alguien como yo.
─ ¿Qué es lo que tienen los otros que no tienes tú? ─inquirió sonriéndole y frotando sus pulgares en las rosadas mejillas del contrario.
─ No soy mujer, ni tampoco un vampiro ─la luz en los ojos de Seungmin se apagó, como si al escucharlo de su boca, Lee cambiaría de opinión.
Minho sonrió ampliamente mostrando sus colmillos y hoyuelos.
─ Eres un ser perfecto, a quien le han ocurrido cosas malas ─dijo Minho─ Quiero disculparme por esconderme estos días y no verlo desde el momento en el que el destino decidió que somos compatibles.
Seungmin subió la mirada y no pudo evitar sonreír. ¿Era normal sentirse lleno de vida por primera vez, al escuchar esas dulces palabras?
Seungmin se tomó el atrevimiento de abrazar fuertemente al vampiro como si fuese la última vez.
─ ¿Qué haremos, señor?
─ Casarnos. ─le respondió el señor Lee.
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