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El sol ya comenzaba a bajar cuando Karl llegó a su casa. Abrió la puerta y se dirigió directamente a su habitación, donde se quitó la mochila y se tiró en la cama por unos minutos, mirando el techo y tratando de relajarse. Sus pensamientos revoloteaban entre la preocupación por su madre, la emoción por la pijamada con sus novios y el dolor de su brazo.

Finalmente, se levantó y comenzó a prepararse. Se cambió a su ropa más cómoda: una camiseta suave, su suéter y unos pantalones deportivos. Cogió una pequeña mochila y comenzó a llenarla con lo esencial: su cepillo de dientes, su pijama de dinosaurio y su peluche favorito que siempre le ayudaba a dormir mejor. Metió también algunas golosinas que sabía que a sus novios les encantarían.

Justo cuando estaba a punto de salir, su madre apareció en la puerta de su habitación.

-¿Vas a salir? -preguntó ella con una sonrisa cansada.

-Sí, a una pijamada con mis amigos -respondió Karl, tratando de sonar animado.

-Diviértete, cariño -dijo su madre, acercándose para darle un beso en la frente-. Y recuerda que estoy aquí si necesitas algo.

La mandíbula del castaño se tensó. Pero no quería iniciar una pelea sin razón, y solo murmuró un "Gracias, mamá". Salió rápido de la habitación para evitar más preguntas, bajó las escaleras y salió por la puerta principal, pensando en si ir caminando o pedir un Uber. Sabía que su ciudad era segura, pero sentía una pequeña inquietud. Decidió irse en Uber para calmar su ansiedad.

Karl se subió al Uber y se relajó un poco al sentirse seguro en el coche. Mientras avanzaba por las calles conocidas de su ciudad, sacó su teléfono y envió un mensaje rápido a Alex y Nick para avisarles que estaba en camino. La emoción comenzaba a apoderarse de él mientras pensaba en la noche que tenían por delante: películas, juegos y pasar tiempo juntos.

Finalmente, llegó a la casa de Alex y bajó del Uber. Miró la casa con una sonrisa, recordando todas las veces que había estado allí antes. Llamó a la puerta y, apenas unos segundos después, Alex abrió con una sonrisa de oreja a oreja.

-¡Karl, llegaste! -exclamó Alex, abrazando a su novio con fuerza.

Karl devolvió el abrazo con igual entusiasmo y entró en la casa, donde Nick lo esperaba en el salón con una sonrisa amistosa.

-¡Hola, Karl! -saludó Nick, levantándose del sofá para abrazarlo también.

-Hola chicos, ¿cómo están? -preguntó Karl, contagiado por la energía positiva de sus novios.

-¡Estamos genial! -respondió Alex, llevando a Karl hacia el salón-. ¿Trajiste todo lo necesario para la pijamada?

Karl asintió y mostró su mochila, sacando algunas golosinas y su peluche favorito.

-¡Perfecto! -exclamó Nick, tomando las golosinas y abriendo la bolsa-. Esto será una noche increíble.

Alex les dijo a Karl y Nick que fueran a su habitación mientras iba al baño. Subieron las escaleras y abrieron la puerta con varios stickers de patos pegados. El fanatismo de su novio por ese animal era adorable. Entraron y se quedaron hablando unos minutos mientras esperaban que Alex viniera. A Karl le gustaba ver las fotos que tenía su novio en la habitación. Tenía muchas porque decía que amaba guardar recuerdos con su cámara. Ver esa pared era como leer un libro divertido e interesante. Habían fotos de todas sus pijamadas, el concierto al que fueron, el paseo de curso donde se volteó la canoa en la que iban, la vez que fueron a una fiesta en la que Nick acabó vomitando, la foto que se tomaron después de casi incendiar una cabaña en el campamento y algunas fotos de Alex de pequeño.

𝘼𝙯𝙪𝙡𝙚𝙟𝙤𝙨 [Karlnapty]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora