Hospital general de Daegú.
2:30 am.—Doctor Min. Hay un paciente de urgencias esperándolo en su consultorio.
La enfermera de planta, Sunny, me habla en voz alta, desde la estación de enfermería en un extremo del pasillo.
Soy el doctor Min Yoongi. Cirujano general en el hospital de Daegú. Estoy de turno en el ala de cirugía esta noche y hace sólo unos minutos que salí del quirófano, de operar a un paciente bastante difícil. Estoy cansado y de más está decir que de mal humor, aunque es mi humor habitual.
No quiero atender pacientes de urgencias en un rato. Necesito descansar, sentado en mi silla frente a mi escritorio, en mi consultorio. En el cual no debería atender a nadie en horario nocturno. Las urgencias se atienden en la sala de emergencia a la entrada del hospital.
—Llévalo a la sala de emergencias y dile a Kim que lo atienda. Acabo de salir de cirugía y estoy cansado —le dije de muy mala gana.
Ella se veía algo incomoda en su lugar y pensó por un par de segundos en lo siguiente que quería decir.
—El chico pidió ser atendido por usted, doctor. Lleva unos treinta minutos esperándolo y se ve extraño. Dice que son conocidos.
¿Quién demonios puede ser? Realmente no quiero ver a otro paciente más hoy y si lleva tanto tiempo esperando, no debe ser una emergencia real.
—¿Dijo cuál era su nombre y lo que tiene? —Pregunté resignado.
La enfermera Sunny se puso más incomoda de ser posible. Eso era realmente extraño.
—Sólo dijo su apellido. Park, y no quiso que ninguna enfermera le hiciera el chequeo inicial, pero actuaba extraño y desde que se encerró en su consultorio ha estado haciendo sonidos extraños.
Park.
No recuerdo a nadie de apellido Park. No tengo amigos con ese apellido, ni conocidos, ni...
¡Park!
Mi vecino sexy, del edificio de apartamentos en el que vivo.
¿Por qué...?
¡Ahhhg! Ya qué. Iré a ver qué quiere.
Arrastro los pies por el pasillo hasta llegar a mi consultorio y antes de abrir la puerta escucho... un gemido.
¡¿Qué mierda?!
Espero que no se esté liando con una de las enfermeras en mi consultorio porque lo mato, y a la desvergonzada que esté siendo tan poco profesional, le irá muy mal con recursos humanos.
Abro la puerta de golpe y no veo nada. No hay nadie a la vista, pero vuelvo a escuchar otro gemido y no suena como quien gime de dolor o desesperación. Me adentro a la habitación y comienzo a inspeccionar los rincones hasta que ubico los sonidos en el baño privado del consultorio. Camino despacio, tratando de escuchar un poco más y abro la pequeña puerta con mucho cuidado.
¡Jesucristo en motocicleta!
Tirado en el suelo, de rodillas, sudando y jadeando mientras aprieta fuerte los ojos y se entierra las uñas en los muslos sobre su pantalón de deportes, está mi lindo vecino. Park Jimin. El chico que se ha adueñado de mis sueños húmedos desde que se mudó al departamento de enfrente hace menos de un año. Es sólo un par de años menor que yo, pero es malditamente sexy. Con sus gruesos labios que brillan de rojo como las cerezas, sus mejillas redondas y rosaditas, su cintura tan estrecha y su enorme trasero, que debería ser ilegal o al menos tener una licencia para provocar infartos a los demás.
Y como si hubiera salido de mi última fantasía nocturna, está hecho un desastre en el baño de mi consultorio. Pero no me puedo poner a compararlo con el Jimin de mis fantasías y debo comportarme como el galeno responsable que soy. Me acerco a él y trato de levantarlo del suelo para llevarlo a la camilla que está a un lado de mi escritorio.
—Vamos, Jimin. Debemos revisarte y saber qué es lo que tienes —le digo, mientras trato de tomarlo por los hombros y levantarlo del frío piso.
Pero apenas lo toco suelta un gemido lastimero y me rodea el cuello con sus brazos con fuerza, tratando de escalar sobre mí.
—D-doctor Min... mng.
¡Mi jodido señor de los cielos! Eso se oyó tan jodidamente caliente.
Compórtate, Min. —Me regañó a mí mismo internamente y me concentro en descubrir si tiene dolor en cualquier lugar de su cuerpo o está herido de algún modo.
Pero es tan malditamente difícil con él tratando de trepar sobre mí, tan desesperado.
—Jimin, tienes que ayudarme. Respira y dime si algo te duele, si tienes alguna herida. Vamos a llevarte a la sala de emergencias para revisarte mejor.
—No, no umng. No estoy herido, doctor Min —me dice en un momento en que parece recomponerse de su malestar.
Con manos temblorosas saca algo de su bolsillo y me lo muestra. Es algún tipo de control a distancia, está roto y yo no comprendo nada hasta que lo escucho gemir nuevamente y entierra su cara en mi cuello para ahogar el sonido. Su cuerpo logra en algún momento subir sobre el mío y yo estoy ahora sentado en el estrecho baño, con Jimin restregándose sobre mí.
¡Ay, la puta madre! Tiene una jodida erección y gime como perra en celo. Y casi, casi me hace gemir a mí. Esto debe ser una jodida broma.
—Mi- mi trasero. —Logra decir entre lloriqueos.
Entonces algo hace clic en mi cerebro.
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Juguetes para adultos |YM| +21
FanfictionEl doctor Min trabaja en las guardias nocturnas del hospital de Daegú. En una de sus tan cansadas jornadas sólo quiere llegar a su escritorio y dormir hasta la eternidad, pero el paciente que lo espera en su consultorio tiene otro plan para él. Un p...