Toda mujer estaba destinada a ser una buena esposa y darles herederos a sus esposos. Eran criadas para eso, para vivir y morir por su familia. Esa ideología con la cual creció nhaerys la cual no estaba en ella.
No deseaba casarse, mucho menos traer niños al mundo. Ella quería ser algo más que un objeto.
Pero eso no se dió, contra su voluntad concebio matrimonio con Cregan Stark. Lo odiaba, el día de su boda juro odiarlo y jamás sentir la mínima cosa por el.
Lo odiaba por el hecho de no negarse a casarse con ella, Pero el obviamente no le iba a dar ese gusto, incluso adelanto la ceremonia.
Ella negaba establecer una conversación con el, incluso que la tocara. El cedió a eso. Muchas veces lo intento de manera muy cuidadosa y respetuosa. Pero los gritos de la mujer e insultos lo hacian retroceder de inmediato, yéndose a otro cuarto.
La mujer odiaba su situación, el le quitó su libertad.
Hace mucho tiempo que ya ambos no tenían ningúna interacción.
–deseo visitar a mi madre y hermanos.– soltó sentándose en la cama.
El hombre la miro de costado por encima de su hombre mientras se preparaba para acostarse.
–nos has hecho algo para merecer tal cosa.
–¿ya no te he aguantado ya casi un año como esposo? Merezco un monumento por eso.
–si eso es lo que quieres ganatelo. He sido muy docil.
La sangre de la mujer hirvio poniéndose casi roja de cara. El hombre no disfrutaba eso. Pero ya había perdido la paciencia con ella, más allá de su belleza, su personalidad no la favorecía, era muy rebelde. Pero eso en cierto punto le gustaba. Una bestia la cual no se dejaba domar fácilmente. Pero el podría con eso.
–este lugar es demasiado frío.– de costumbre ella se quejo curazandose de brazos.
–ven aquí, al lado de tu esposo siempre estarás en calor.
–prefiero congelarme.
–buenas noches, dulce esposa.–dijo sarcásticamente lo último.
La mujer solo elevó su ceja y quejándose sola, Su cuerpo se movía de un lado al otro en la habíatacion, deseaba irse. Quería volver a su antigua vida, sin preocupaciones, preparar pasteles, y leer hasta altas horas de la madrugada.
Observo a su esposo dormir muy profundamente. Estaba tan sereno, relajado. Sus ojos se encogieron observandolo, vaya esos pensamientos de nuevo, era muy atractivo, había algo que nadie sabe, a ella le gusta. Pero lo odiaba para admitirlo.
Los preparativos están a casi terminar, hoy sería noche de un gran banquete, dónde el lord Stark sería el anfitrion.
Hoy era el cumpleaños de Cregan.
La casa Stark estaba de fiesta a excepción de ella.
Las personas iban y venían mientras ella solo se debía de mantener quieta, y unas seis manos en ella, su vestido era negro, con el logo de un lobo en la parte de su pecho, sus ojos fueron a sus pechos que sobresalían del vestido. No dijo nada, dió una media vuelta con una sonrisa.
–se ve espléndida mi señora.
–muchas gracias.
Cregan entro a la habitación por su esposa, en un instante darían comienzo a la fiesta.
Sus ojos se abrieron sutilmente quedando impresionado, no podía creer que tenía a esa hermosa mujer de esposa.
–vamos.– ella hablo deteniendo su trance.