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Los ojos de Cregan se entrecerraron mientras observaba a Lydia reír y coquetear con su invitado, Lord Jon. No pudo evitar sentir una punzada de celos en el pecho. Había sido un día largo, asistiendo a reuniones y festejando. Lo único que Cregan quería era volver a su habitacion y relajarse con su esposa. Pero ahora parecía que Lydia tenía otros planes.

A medida que avanzaba la noche, Cregan se irritaba cada vez más. Cada vez que miraba, Su esposa se reía de algo que decía Lord Jon o extendía la mano para tocarle el brazo. Era como si hubiera olvidado que Cregan estaba allí. Finalmente, Cregan no pudo soportarlo más. Se levantó de su asiento y se dirigió hacia donde Lydia y Jon estaban charlando.

–Creo que mi esposa y yo tenemos algunos asuntos privados que atender–dijo bruscamente, tomando a Lydia del brazo y alejándola. Lydia lo miró sorprendida, con las mejillas sonrojadas.

–Mi señor, sólo estábamos...

–No me importa lo que estuvieran haciendo.– interrumpió Cregan, su voz baja y peligrosa.–Ven. Nos vamos.–la mujer miró a Lord Jon, quien le dirigió una mirada de disculpa. Luego se volvió hacia Cregan y dejó que él la llevara lejos, preguntándose qué le había pasado.

La mirada de Lydia bajo al suelo sin comprender el brusco comportamiento de su esposo. Cregan cerro la puerta de un portazo el cual hizo vibrar las cosas de la habitación.

Lydia se sobresalto en su lugar manteniendo su respiración.
Cregan solto un suspiró pesado, se ganó toda la atención de su joven esposa, la cual no comprendía o así se mostraba ella, confundida.

–¿qué es eso que quería atender, mi señor?–se atrevió a preguntar en casi voz baja.

–te diré esto solo una vez, lydia.– el cuerpo de la mujer se tenso, en su corto tiempo de matrimonio muy pocas ocasiones el la había llamado por su nombre. Con preocupación se mantuvo en silencio.–te quiero lejos de ese hombre, es más de cualquier otro hombre que esté a tu al rededor.

–pero señor el es un buen amigo lo con...– el agarre en su brazo la hizo callar sus palabras. Un suspiro de sorpresa salió de sus gruesos labios. Sus asustados ojos hicieron contacto con los fríos y dominantes de el.

–me importa una mierda que sea tu amigo. No quiero a ningún hombre cerca de ti, a menos que yo así lo apruebe.

Entonces la mujer lo entendió todo. El estaba celoso. Oh, eso era nuevo para ella, nunca antes la había celado, está era la primera vez.

El semblante de la jóven se relajo y una leve sonrisa apareció en sus labios. Sus manos fueron al pecho de su esposo quien la observo aún con el ceño fruncido, totalmente serio a comparación de ella.

–entiendo esto, estas celoso.–afirmo con gracia en su voz.

–por supuesto que no lo estoy.–el contra atacó de inmediato. La mujer hizo un ruido de burla y acercó su rostro al de su esposo.

–no hay necesidad de estar celoso, si tienes una esposa muy atractiva pero...–los labios de Lydia están a centímetros de lo de su esposo tentandolo en caer en sus encantos.

–vuelvo a repetirlo no estoy celoso.–la interrumpió.

–que bueno, amor mío. Por qué yo no voy a dejar de hablar con mi buen amigo.– dejo un corto beso separándose de el caminando hacia la cama.

El hombre volvió a tomarla pero está vez de la cintura y levemente de su cabello elevando su rostro.

–no me provoques, mujer. Será mejor que te vayas disculpando y obedeciendome.

–¿que, acaso es mi culpa que mi esposo este celoso?

–¿tu crees que puedo estar celoso de otros, cuando en un corto lapso de tiempo te podría tener suplicando me que te perdone?

Cregan Stark/ one shots 🐺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora