Una sonrisa dibujo sus labios al ver a su pequeño hijo dormir muy pacíficamente en su cama. Su dedo paso por su suave y delicada mejilla.
El era todo un Stark, era como ver a su padre.
Su rostro mostraba realmente preocupación, no le gustaba nada lo que se vivía en ese momento, en la guerra de ambos hermanos por la corona y su esposo participando en ella.
El no le escribía hace ya muchas lunas y eso empezaba a despertarla, una lágrima se derramó por su mejilla de tristeza y preocupación, el era fuerte ella lo sabía, pero no podía evitar sentir ese extraño sentimiento.
Su único consuelo era su amando hijo, aun así se sentía incompleta, le rogó, le insistió en que no se fuera pero el aún asi lo hizo, con ella apenas un par de lunas de dar a luz.
Su embarazo lo paso muy sola, pero entendía el por qué.
Ella estaba de lado de la reina Rhaenyra, pero eso no quitaba una cosa de la otra.
Se recosto en su cama y tomo una de la prendas de su esposo y lloro en silencio, como todas las noches, rogándole a los diosos por el.
Escucho la puerta abrirse.
–no deseo nada, puedes irte Anne.
No obtuvo respuestas, en cambio escucho la puerta cerraste y unos pasos.
–¿tampoco recibir a tu esposo, amor mío?
Su cabeza se levantó de la cama y dió la vuelta muy lentamente, una sonrisa de felicidad dibujo sus labios y tan pronto pudo lo abrazo con fuerza.
El hombre la tomo en sus brazos muy fuerte.
–por lo dioses, gracias a ellos estás bien.
El no perdio tiempo en tomar su rostro y besarla. La mujer paso sus brazos al rededor de su cuello y repondio su beso. Era tan cálido, lleno de amor, deseo.
No sabian cuánto tiempo paso en realidad, pero se besaron lo suficiente hasta que sus labios estaban rojos.
La mujer lloro en su pecho como una niña pequeña. El no dijo nada, solo la brazo fuerte.
Tomo asiento en la cama con ella, sentada en su piernas.
El norteño acarició su rostro y limpio sus lágrimas
–tranquila, ya estoy aquí.
–tenia tanto miedo.
–no, no lo tengas, no hay de que temer, jure estar a tu lado hasta unos cien años no es así.
La mujer asiento abrazándolo fuerte.
Una llanto llamo la atención de ambos. El hombre sintió su corazón calentarse al escuché ese llanto por primera vez. La mujer se levantó de su pierna y camino en busca de su pequeño hijo de unas semanas.
–mira quien está aquí, amor mío.
La joven madre le hablo de manera dulce a su hijo llevándolo con su padre.
Este observo con una sonrisa a la pequeña persona en brazos de su esposa. No tardo mucho en tomarlo en brazos.
–es un niño.
Sintió una sensación jamás experimentada en su vida, algo que no podía explicar, pero ese pequeño niño de inmediato conquistó su corazón, sentia armarlo más que nada en este mundo.
–por lo dioses, este es mi hijo.–la mujer asíntio con una sonrisa.
Cregan cerro sus ojos apoyando su frente a la de el pequeño. Dejo un beso en su mejilla y después en su frente.
El niño se calmó al tacto de su padre, una leve sonrisa Aparicio en el, eso sorprendió a ambos padres llenándose de amor.
El resto de la noche el no se separó de su hijo, y su esposa.
Por un instante se olvidó de todo.
Ambos veían a su hijo completamente dormido.
–es como tú, duerme como una roca.
El hombre sonrio abrazando a su esposa.
–el será muy fuerte como su padre.
–asi será, mi amor.
El hombre suspiro cerrando sus ojos al sentir el agua caliente en su piel, las delicadas manos de su esposa recorrían su cuerpo pasado aceites con un olor exquisito.
Ella beso su mejilla, paso sus manos por sus hombros dándole un placentero masaje en sus músculos, el hombre suspiro con satisfacción.
–asi es, eso es.– susurro relajándose en el agua caliente.
–has de estar exhausto, no es así amor mío.
–si, demasiado.
–yo cuídate de ti, esposo mío.
La mujer beso nuevamente su mejilla, el hombre movió su rostro besando sus labios.
El ceño de el se frunció al tener el escote de su mujer en su rostro, pero no era por su cercanía o su tacto sino por el simple hecho de tener una ereccion involuntaria
Pero bueno que esperaba, hace meses lejos de su mujer sin tener intimidad era demasiado para el. Ni siquiera tenía tiempo para masturbarse cuando pensaba en ella.El cuerpo de ella cayó encima de la cama, sus brazos alrededor del cuello del hombre. Su beso era tierno y con amor.
Cregan beso el cuello de ella hasta llegar a su hombro. Su fino camisón fue retirado despacio. Quería está vez hacerlo con amor, sin prisa, no perder cada detalle de ese cuerpo que el conocía muy bien.
La mujer gimió en su boca al sentir la punta de su miembro acomodarse en su húmedo y mojado coño.
El entro despacio en ella, mordió su labio inferior mientras la cálida y mojadas paredes ella lo recibían muy bien.
Bajo su rostro robandole un fogoso beso. La mujer suspiro correspondiendo. Y finalmente el cuerpo de el empezó a chocar contra el de ella. Las suaves y femeninas piernas de ella a su alrededor y sus manos en su espalda.
Ambos se habían anhelado varias lunas. Era tan bueno para ser verdad que disfrutaban de casa caricia, cada beso, cada contacto visual, como si fuera el último.
El rostro del hombre se enterró en la suave piel de el cuello de la femenina, aspiraba su dulce aroma a flores. Su favorito. Los dedos de la mujer se enredaron en el cabello de su hombre, se encontraba un poco más largo de cómo solía llevarlo.
Los gemidos de ambos se mezclaban bajo las sábanas, el cuerpo de la mujer se movió al copas de su esposo lo que que le complació aún más.
–te extrañe tanto amor mio, te amo mucho. Más de lo que crees. Eres hermosa.–susurro en su odio, acelerando sus embestidas. Estaba cerca y solo llevaban pocos minutos.
Las manos de el tomaron las de ella por encima de su cabeza, los dedos de ambos se entrelazaron y se unieron en un pasional beso.
Podían es escuchar el ruido de como sus sueños se unian y separaban.Ambos gimieron cuándo el se vino dentro de ella. No faltó mucho para que ella también lo hiciera.
El hombre cayó cansado encima de ella, era está la primera vez que estaba así.
Su rostro en el pecho de ella, la mujer era pequeña en tamaño a el, sintió ese gran peso muy grande, lo cuál no le importaba si era de su hombre. Acarició su cabello. Deseando que ese noche nunca termine. Pero ambos sabían que eso no sería posible. El tendría que volver de nuevo, a pelear por su reina.