Bajo la misma luz

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Él quería conocer el mundo, yo quería pasear de su mano...
Así sucedió, una coincidencia en esta vida, una gota de magia en un mar de verdad. Sin presiones, sin prisas, sin razones, ni explicaciones.
Tan natural como respirar, tan necesario como el agua, tan raro como ver un arcoíris circular.
Así somos él y yo, un giro en la historia que estaba escrito; pero que nadie esperaba. La manifestación de los deseos más profundos.
Finalmente estamos bajo la misma luz, cobijados por un sentimiento infinito de plenitud. Somos compañeros de un viaje en el que estamos dispuestos a maravillarnos. Conocemos ciudades a pie y desde lo alto, probamos sus sabores y nos movemos a su ritmo. Nos hacemos compañía y nos ayudamos a crecer, nos escuchamos y nos reímos sin miedo. Nos dejamos ver uno junto al otro, para que el mundo entienda cómo es el amor de verdad.
—¿A dónde vamos, Amor? —pregunta.
Cierro los ojos y señalo un punto cualquiera en el mapa, un lugar que en un par de minutos se transforma en un destino especial.
—Hawái —siempre he querido ir —dice con una sonrisa marcada—. El plan perfecto: tú, yo y un plato de musubi.
—Quien diría que el arroz cubierto con pescado sería tan bueno —digo entre bocados.
—Este es solo el principio, Amor. Solo el principio.

EN ESTA VIDA Y EN TODAS LAS QUE HAGAN FALTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora