Perdóname tú

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Son las 3 am y otra vez me despierto con ese dolor sordo en el estómago, como si algo estuviera muriéndose dentro de mí. Veo las pastillas blancas en mi mesa de noche y me niego a coger otra más. Tomarlas me da un alivio momentáneo, pero al despertar mi cerebro se prende fuego llenándose de miedo y ansiedad.

He estado trabajando en una novela, que hasta ahora, es la que más partes de mi vida lleva escritas. Confesarme en sus páginas se ha convertido en mi terapia y, aunque me hace sentir vulnerable, es la única forma que he encontrado de quitarle el control a mi cerebro emocional. Hoy presiono el botón de pausa a todo lo que me preocupa, porque necesito darme un tiempo para sincerarme:

Perdóname por haber esperado tanto, por haber medido mal el tiempo y aparecer en tu camino en el momento menos oportuno.

Perdóname por haberte mentido al prometerte que no iba a enamorarme de ti.

Perdón por haber rozado tu mano sin querer y haber despertado todos esos sentimientos que nunca antes había conocido.

Perdón por no haberme alejado de ti en la segunda taza de café o después de la primera botella de vino.

Perdón por haberme enamorado de mi reflejo en tus ojos y de tu forma de hablarme y tocarme.

Perdón por pensar que el amor no puede herir a nadie y por no arrepentirme de nada de lo que hice para estar contigo.

De lo único que no te pido perdón, es de haberte incluido en mis oraciones; porque ahora son mi manera de protegerte y cuidarte. Porque es mi forma de sentirte cerca hasta que llegue el momento de encontrarte junto a mí en otro amanecer.

EN ESTA VIDA Y EN TODAS LAS QUE HAGAN FALTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora