Capitulo 0

5 1 0
                                    


Esa noche era más fría de lo usual, los pájaros se escondían en la punta de los árboles y el resto de animales buscaba camuflarse en algún lugar del bosque, se escuchaba a los lobos aullar y pequeños galopes que se acercaban con prisa. Perdido entre sus pensamientos, buscando una salida, llevo sus manos hacia su herida palpitante e hizo presión sobre la zona. El bosque era un arma de doble filo, no podía descuidarse ni un segundo estando allí, por más personas que lo estuvieran persiguiendo. "Las épocas de guerra eran tan sofocantes, ojalá la humanidad se extinga" pensó.

Desde hace tiempo, la corona siempre quiso silenciar a aquellas personas con distintas ideologías que pudieran significar alguna amenaza para su mandato y los escritores eran un blanco latente. Plena casería, los lugares para escapar eran casi nulos y habían muerto gran cantidad de gente en cuestión de segundos. Una flecha había atravesado su abdomen y el caminar se volvía cada vez más lento, buscando una manera de escapar de sus perseguidores.

A lo lejos logró visualizar una pequeña cabaña un poco maltratada por el reciente disturbio, con prisa y casi tropezándose logro ingresar al interior de ella. Cinco minutos basto para que llegaran al lugar y tocaran la puerta, una, dos y hasta tres veces, pero al no recibir algún tipo de respuesta simplemente entraron. Con temor, se escondió en un ropero, escuchando los pasos por todo el lugar, anhelando que se dieran por vencidos y se fueran para que pudiera respirar al menos un segundo. "No está por acá, jefe" casi que no lograba escuchar lo que hablaban, no obstante, el rechinar de la madera del suelo le permitió darse cuenta que ya se habían ido. Sonrió triunfante, espero unos minutos para asegurarse que estuvieran lejos del lugar y así poder salir de su escondite, por lo que una vez afuera se pudo concentrar en curar su herida, la cual era poco profunda y no conllevaba ningún riesgo a su vida.

¿Por qué había pasado esto? se preguntó el muchacho. No era una persona conocida en el pueblo, casi no hablaba con nadie a excepción de sus únicos dos amigos; Karl y Gerald, el primer mencionado era un mercantil bastante famoso en el reino, uno de los proveedores más eficaces que tenía el rey, a diferencia del otro el cual se dedicaba a organizar tertulias con intenciones de mezclarse con la nobleza, sus reuniones eran de las más cotizadas por lo que todo el mundo quería asistir a ellas. Solamente ellos sabían cómo realmente pensaba y las millones de escrituras que tenía cuestionando a la nobleza. "Hoy en día no se puede confiar ni en tu propia sombra" expresó molesto.

Se desconoce realmente quien fue el que inicio toda esta revuelta, pero lo que sí se sabe, es que ese día hubieron más bajas en el pueblo de las que habrían sido en un enfrentamiento armado, sabiendo esto, nos damos cuenta que la sed por el poder es más peligrosa de lo que pensábamos. Lo que da más miedo en este mundo no es un animal ni una maquina revolucionaria, es el mismo humano carente de saciedad, la avaricia es grande y el egoísmo siempre permanece por encima de todo, la gente quiere mucho más poder del que puede agarrar y la lleva a cometer actos atroces; como la masacre de aquel 17 de octubre del año 1758 en el reino de Efra.

— Qué pereza —refunfuñando, un joven de orbes oscuros limpiaba su hogar. Inmerso en sus pensamientos, recordó la primera vez que había llegado a su actual casa, realmente una noche de la cual pudo no haber sobrevivido. Como si de un milagro se tratase, habían pasado ya 15 años de ese fatídico día y aún seguía en aquella cabaña en medio del bosque "Branham", ahora renovada tras años de trabajo.

El bosque Branham fue reconocido como uno de los más peligrosos de Efra dado a las criaturas que habitan allí, muy pocos han logrado salir de este y poder contar lo que pudieron ver en su paseo. Se cuenta que hay un solo hombre capaz se entrar y salir con vida las veces que quisiera, era fuerte y alto, un verdadero guerrero al cual nadie se le podía enfrentar si realmente valoraba su vida. Sin embargo, son solo relatos inconclusos que fueron rondando de boca en boca tras los años, el cual mediante pasaba el tiempo se iba distorsionando cada vez más, dejando ideas fantasiosas en la cabeza de quien lo escuchara; algunos decían que el joven guerrero media más de dos metros, otros decían que comía carne humana y hasta llegaban a especular que era una bestia más con apariencia humana.

— Qué día tan caluroso —se volvió a quejar nuestro protagonista, saliendo hacia el frente de su morada mientras secaba su frente con un pañuelo. Los árboles habían crecido tanto que si los escalabas podías ver todo el reino desde allí. Los animales eran amistosos con él y nunca comprendido la razón de ello, era un simple escritor prófugo. Los años pasaron y se fue acostumbrando a la presencia de las bestias a su alrededor, no obstante, nunca bajo la guardia.

Siempre se preguntó si fue correcto lo que hizo, quedarse en ese lugar y no ir tras su familia. Actualmente, las probabilidades de que hayan sido asesinados por la corona eran muy altas, sus esperanzas estaban por completo en el suelo. Mas nunca se rindió consigo mismo, logro crear un buen ambiente en esa cabaña que se caía a pedazos y congeniar con sus alrededores.

10 de enero de 1780, un día muy caluroso comparado con los que suelen ser habituales dentro de Branham donde siempre permanece el viento frio. Salió de su casa rumbo a Grinley, un pequeño pueblo que se hallaba apenas salía del bosque, donde se encargaba de comprar lo necesario para el mes; comida, ropa, hojas y tinta. Seguía plasmando sus historias y pensamientos más sinceros en el papel, vendía relatos para niños y con eso lograba reunir el dinero necesario para sus necesidades básicas.

Caminaba por el mercado con rapidez comprando sus cosas, hablando y regateando precios con los mercaderes cuando un hilo color rojo se paseó por su campo de visión, el cual le dejo estático. "¿Hilo rojo?" Cuestiono en voz alta, acomodando sus lentes para poder visualizar mejor la imagen y así ver una cabellera larga, pelirroja, la cual venia acompañada de un gran carruaje y un señor mucho más alto a su lado. Rojo, siempre había sido de sus colores preferidos.

Un sentimiento de curiosidad recorrido todo su cuerpo al ver a una joven pelirroja a lo lejos, más uno de temor volvió a sumergirlo en su cruel realidad; era de la realeza. Era inevitable el pasar por su lado, puesto que el pueblo era pequeño y las calles muy angostas, cruzando con cuidado logro ver de reojo su rostro, una bella piel blanquecina ilumino sus ojos, encantándolo al instante. Tropezándose sobre sus propios zapatos, cayó sobre la acera y raspo la palma de una de sus manos al querer evitar su caída de cara. Avergonzado trato de levantarse lo más rápido posible pero una rígida mano detuvo su accionar haciendo que se diera vuelta por la sorpresa, era aquel hombre alto que acompañaba a la señorita.

— ¿Se encuentra bien? —habló el señor con un tono de preocupación, la pelirroja se acercó hacia él y le extendió un pañuelo para su herida de la cual salía un poco de sangre. Una risa nerviosa escapo de su boca y como pudo se levantó, comenzando a correr en dirección opuesta.

"¡Que no me sigan, por favor, que no me sigan!", repetía constantemente en su cabeza mientras sus piernas se movían a todo dar hacia el bosque. 

BranhamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora