Era una de esos días brutales de invierno, donde el frío te calaba hasta los huesos, si estabas afuera. Por eso Sanha solo miraba por los grandes ventanales de su librería, simplemente contemplaba la nieve caer y sentía esa paz de saber que tu vida está en orden. Desde pequeño tuvo dificultades para expresarse y sus hermano mayores se burlaban, de allí comenzó su pequeña fijación con los libros, porque siempre escuchaba a sus maestros decir que leer te hacía más inteligente. 27 años después puede dar fe que tal vez si sabe muchas cosas, pero aún le cuesta expresarse.
Un cliente apareció y con solo abrir la puerta Sanha tembló de frío, deseando tener un café en la mano.
- Hola Jinwoo, ¿buscas algo en particular? - era un cliente frecuente, además, en el pueblo eran todos medianamente conocidos.
- Vengo a contarte algo - Jinwoo era tímido y no tenía muchos amigos, así que por su afición a la lectura se pensaba "cercano" a Sanha - hay un camión entrando en el pueblo, un camión MUY grande.
Sanha lo miró sorprendido, no era común tener este tipo de vehículos en la zona, por lo que alguien debe estar llegando. Cuchichearon sobre qué o quién podía ser, tal vez las conspiraciones de la madre de Sanha eran correctas y llegarían a hacer un extraño experimento en el lugar.
Pasado el medio día Sanha estaba solo otra vez, limpiando un poco de polvo, cuando escuchó ruidos que definitivamente no eran comunes. Al acercarse al ventanal de nuevo vio el camión, tal y como lo había descrito Jinwoo, posándose justo frente a la librería.
- ¿Qué mie...?
Decidió salir y averiguar quién osaba colocar esa monstruosidad afuera de su establecimiento, que aunque fuese difícil de aceptar, no estaba pasando por su mejor día.
- Disculpe - quiso sonar amable al hablar con el chofer - ¿es necesario que se ponga aquí, justo en la entrada de mi librería? - el hombre lo miró con una mueca, al parecer no le pagaban lo suficiente para tener que estar dando explicaciones.
- Las cosas son para esta dirección, así que si debo estacionar el bendito camión acá - y no hubo más palabras de su boca.
Sanha quedó pensativo, él no había ordenada nada, hasta que se le ocurrió mirar el negocio de al lado. Su cafetería estaba ubicada en un viejo edificio, que tenía una extraña arquitectura, pues estaba "divido en dos" aunque fuese uno solo, y el local al lado de él había sido muchas cosas: un salon de belleza, un negocio 24 horas, otra librería (lo cual si lo molestó los 4 meses que duró abierta) y ahora sabría Dios qué iba a ser. Nadie duraba, a veces pensaba que la mitad del edificio estaba maldito, menos mal no era su mitad.
- Está bien - le respondió luego de mucho tiempo al chofer como si a éste le importara - espero no demoren en descargar.
Y entró nuevamente a la librería, que estaba en una oscuridad poco acostumbrada. Tuvieron que pasar 6 horas para que el camión se moviera, ojalá para nunca volver pensó Sanha, y ya era casi hora de cerrar. No vivía en el piso sobre la librería porque lo había habilitado como una bodega/oficina/cocina, y continuaba viviendo a las afueras, en la que fuese su casa familiar, que le dejaron sus padres antes de marcharse de ese "infierno congelado" para retirarse en una zona más cálida de Corea.
Claro que cuando estaba apagando las luces para dar por finalizado el día, la pequeña campana sobre la puerta sonó para dejar entrar a un chico de su misma edad, cabello oscuro cortado a la moda, trajeado y todo, se notaba recién venido de alguna calle ejecutiva en Seul.
- Hola ¿puedo ayudarte? - Sanha mentiría si dijera que no se le quedó mirando como miras una gota de agua en el desierto, y que su corazón decidió que había corrido una maratón imaginaria de lo rápido que andaba.
- Hola - la voz del hombre era suave, nada que ver con su imagen - quería presentarme y pedirte disculpas por lo del camión, te estuvo bloqueando la vista todo el día. Yo... intenté hablar con el dueño pero es un hombre realmente difícil - le contó el chico para luego darse pequeñas palmaditas en el cuello.
- Oh, no hay problema. Tampoco es como que fuera a venir un montón de gente, con la nieve veo pocos clientes - le dio una sonrisa tranquilizadora y eso hizo parecer que el extraño se relajaba.
- Soy Bin, por cierto, seremos vecinos. Al menos de negocio.
- Muchos gusto Bin, soy Yoon San Ha, y me parece genial que seamos vecinos.
Ambos rieron un poco incómodos. Para Sanha era raro ver gente nueva, en especial en invierno, porque en general la época alta y con turistas era el verano. Y para Bin había sido una sorpresa agradable ver que la persona que estaría junto a su negocio era en realidad de su edad, y no solo había ancianos en este pueblo como le dijeron.
- Me encanta tu librería, se nota que te va bien.
- Gracias - le causó risa el comentario - la verdad no puedo quejarme, soy el dueño de la única librería del pueblo, así que me siendo indispensable.
- Entiendo, entiendo, bueno te dejo Sanha, para que puedas cerrar tranquilo.
- Gracias Bin. ¿Puedo preguntarte algo primero? - el otro asintió en silencio - ¿cuál es tu negocio?
- Ahh... - tal vez esperaba otra pregunta en su corazón ansioso - abriré un café. Ofreceré bebidas calientes y frías, pastelería y ese tipo de cosas.
- Me encanta - sonrió Sanha - creo que va muy bien con los libros. Si necesitas ayuda por favor hazmelo saber.
Bin mentiría al decir que no estaba encantado con Sanha, que aparte de ser increíblemente atractivo con esos labios para morirse, era educado y cordial, dos cualidades que veía muy bien.
- Gracias Sanha, mi primer café será para ti.
Sin más palabras, hizo una pequeña reverencia y se fue. Sanha quedó parado en el mismo lugar, con su corazón aún a mil por hora y las mejillas sonrojadas.
- Yoon San Ha, prometiste no volver a caer. No caer - se dijo para sí mismo.

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Sweet ~ BinSan
FanficSanha vive en un pueblo pequeño rodeado de paz; Moonbin llegará para causar una explosión en su corazón. ~Fluff~ MoonBin&YoonSanHa