Sanha estaba limpiando como siempre porque los libros tienden a acumular mucho polvo. Aunque se lo negara a cualquiera que osara preguntar, pensaba en Bin más veces al día que lo socialmente correcto. Había pasado una semana desde su llegada y parecía que todo el tiempo se la pasaba trabajando en darle vida al café. Aunque también había notado que Bin se paseaba por los ventanales de la librería con ropa de trabajo, overall blanco, camiseta con mangas enroscadas, se veía divino y lo saludaba con una sonrisa tan linda que su pancita se llenaba de mariposas, ya se sentía una total colegiala, esperando atento a que el chico lindo del equipo de futbol lo notara entre la multitud, claro que le parecía una fantasia unilateral, de seguro Bin saludaba a todos con esa preciosa sonrisa y no pasaría mucho para que varios y varias quisieran llamar su atención paseandose con las mejores ropas invernales.
La nieve seguía azotando con fuerza y por eso el negocio estaba bajo aún, sus lectores preferían pedirle la mercancía por teléfono, y luego pasaba el cartero para recoger los paquetes y entregarlos, así que se sentía solo. Y en los momentos de mayor soledad decidía ponerse afuera, donde el frío era tan horrible, pero solo un vistazo a Bin merecía la pena, justo como ahora, igual debía ser un buen vecino y miembro de la comunidad, claro que sí.
- No puedo creer que estés afuera y así sin un sweater a lo menos - le dijo portando tres camisetas manga larga y un grueso abrigo de cuero.
- Es que trabajar es realmente caluroso, y ya de por sí paso mucho calor, hay algo mal con mi termostato interior - esos chistes malos hacían reír mucho a Sanha, podía pasarse horas repasando las conversaciones con su vecino y simplemente se volvía a reír
- Te envidio, ya siento que me congelo y llevo 30 segundos aquí - le dijo con los dientes castañándole del frío y los labios casi morados.
- Tal vez deberías entrar, se nota que el frío no te hace muy bien - Bin se había preocupado, por supuesto que quería hablar con Sanha y conocerlo mejor, pero para eso lo necesitaba vivo y no en modo paleta de hielo.
- Esssssstoyyy bieeen - articuló como pudo - peeero taal vez si deeeba entrrrrar - le dio lo que él pensaba era una sonrisa y entró.
- Nos vemos, Sanha.
El menor no sabía que su nombre podía sonar tan bonito hasta que escuchó a Bin decirlo. Ese mismo día llamó a sus padres para agradecerles por el nombre y ellos supieron que algo extraño pasaba, pero si Sanha estaba feliz daba igual.
Un mes después de la llegada de Bin el nuevo cafe iba tomando forma. Sanha vio un cartel donde se leía "Moon Bean Cafe" que fue rápidamente tapado por un gran lienzo. Se veía terminado, la pregunta era por qué no abría.
- La inauguración será en 5 días, Sanha, espero puedas venir - Bin le entregó un pequeño flyer con la leyenda de" rosquilla gratis por la compra de una bebida caliente grande".
- Me encantó el nombre de tu café, es muy autorreferente.
- ¿Me estás molestando? - Bin soltó una risita ligera - mi hermana me dijo que sería bonito ponerle así, y en realidad no soy muy bueno con los nombres.
Sanha se le quedó mirando con una sonrisa, incapaz de contestar algo porque se había perdido en sus pensamientos donde se casaba con el pelinegro y tenían muchos gatos.
- ¿Sanha?
- Sí, sí es genial - siempre hay que ser positivo, pensó - ¿tienes contratado el personal?
- La verdad no, el pueblo es pequeño y dudo que venga demasiada gente, así que por el momento soy solo yo.
Grave error. Los días previos a la apertura del café se corrió la voz sobre el local y su inauguración. Al principio todos querían ver qué iba a ser el local maldito, ya que se había mantenido en un misterio, y también se comentaba del guapísimo dueño, del cual no se sabía mucho. Era de Seul y tenía dinero, eso era seguro, pero nada mas. Así que cuando a las 9 de la mañana habían al menos 100 personas afuera del edificio Bin entró en pánico.
Sanha llegó un poco más temprano a la librería ese día, no porque quisiera saludar a Bin y desearle suerte, claro que no. Al estacionar su auto vio la masa de gente esperando y se puso nervioso. Y si él estaba nervioso no se imaginaba a Bin. Aún faltaba media hora para que abriera y había nevado ligeramente la noche anterior, así que estas personas estaban desesperadas por una taza de café.
- Peeermiso, disculpe, con permiso - se movía entre la multitud para saber que Bin estaba bien - Bin ¿estás bien?
Como por arte de magia la puerta se abrió y Sanha fue tomado bruscamente del brazo y desapareció tras la puerta.
- Sanha, gracias a Dios.
- ¿Estás bien? ¿Viste la cantidad de gente? - Sanha se preocupó al ver al pelinegro hiperventilando.
- Si los vi, qué voy a hacer, no puedo atender a esa cantidad de personas yo solito.
Un puchero se escapó de los labios del pelinegro, haciendo que Sanha se derritiera por dentro, ni en sus sueños se hubiera esperado sentir tanta ternura por el masculino e imponente Bin. Una idea extraña se le cruzó por la cabeza, algo nunca antes pensado por él y que honestamente lo sorprendió.
- ¿Te parece si te ayudo? Puedo llamar a mi amigo Jinwoo también. Es un poco antisocial pero seguro sabe hacer café.
Cuando vio la cafetera industrial italiana que brillaba en la barra lo pensó mejor y Jinwoo podría lavar tazas y ese tipo de cosas. A Bin le brillaron los ojos de emoción, llevaba poco tiempo en el pueblo y ya había encontrado a alguien maravilloso dispuesto a ayudarlo. Alguien guapísimo, alto y divertido, al que no le importaba pararse en el frío y hablar con él un rato. Estaba más que agradecido de las decisiones que había tomado.
- ¿Y quién atenderá la librería? - las alarmas se encendieron en la mente de Bin, se empezaba a desplomar su pequeño cuento de hadas.
- No pasa nada si un día no abro. Tampoco es como que puedan ir a comprar a otro lugar, así que vendrán mañana.
Aunque un poco apenado por toda la situación, Bin aceptó la oferta de Sanha y trabajaron mano a mano para sacar adelante el día. Bin se dedicó a preparar cafés y atender la caja, Sanha lavaba tazas y entregaba pedidos a las mesas y Jinwoo, que gustoso quiso ayudar a su amigo, se dedicó a servir la bollería y lavar utensilios. Trabajaron en una sintonía casi perfecta, aunque hay que admitir que las personas tuvieron una paciencia de oro igualmente, pues hubo momentos en los que se demoraban.
A las 3 de la tarde decayó la acción y pudieron por fin tomarse un descanso.
- No siento las piernas - dijo el dueño mientras se sentaba en una silla alta junto a la caja - ni las manos, ni la cara, pero me siento muy muy feliz - una sonrisa iluminó su rostro.
- Creo que la librería tampoco abrirá mañana, nunca me había movido tanto.
- Gracias por invitarme, me lo pasé muy bien - añadió Jinwoo algo tímido. Había salido un poco de su cascaron y su computadora, y se sentía más cercano a ambos chicos.
- Gracias a ti por venir - Bin le dio un abrazo y Jinwoo casi explota - y Sanha, muchas gracias, realmente no sé que hubiese hecho sin ti.
Tomó las manos del más alto y las acarició suavemente con las yemas de sus dedos. El tacto era mágico y por fin pudo sentir de nuevo sus manos. Además, el sonrojo de Sanha hacía todo mucho mejor. Obviamente ambos estaban en una nube, sentimientos hermosos florenciendo y abriendose paso sus corazones.
- Me puede dar un capuccino, por favor - un chico rompió la burbuja y volvieron a trabajar.
A las 5pm hubo otro pick de gente, y no estaban seguros si fueron los 8 shot de expresso que tomó cada uno o que aún eran jóvenes y gozaban de salud, pero lograron la hazaña de atender a cada uno de los clientes con una sonrisa amable. Muchos dijeron que volverían, así que Bin preparó entrevistar para ese mismo día en la noche, no le quedaba de otra.
Sanha pasó por la librería a revisar sus mensajes y verificar que todo siguiera en orden. Tenía 48 mensajes en su contestadora, todos preguntándole qué hacía en el café de al lado y más de la mitad eran de los niños de la escuela cercana, queriendo saber si por fin iban a quedar sin librería.

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Sweet ~ BinSan
Fiksyen PeminatSanha vive en un pueblo pequeño rodeado de paz; Moonbin llegará para causar una explosión en su corazón. ~Fluff~ MoonBin&YoonSanHa