Luces de Otoño

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     La siguiente mañana amaneció despejada y luminosa, poco a poco se iba sintiendo el cambio del verano al entrante otoño. Mingi despertó con un cansancio delatado por sus pequeños ojos, que estaban apagados. Entró a la ducha y rápidamente se alistó para comenzar el día. 

     Mientras caminaba hacia la cafetería, no pudo evitar preguntarse si hoy volvería a verlo.

Yunho... ¿Vendrá hoy?

     Al llegar, Mingi se concentra en su rutina diaria. Saluda a Jeongyeon y comienza a preparar el lugar para los primeros clientes. La primera media hora de la mañana pasa con normalidad, aunque muy en el fondo, Mingi estaba ansioso por el momento en que la campanilla sonara anunciando la llegada de su...¿amigo?

     Como si lo hubiera manifestado, casi a las siete, mientras Mingi atiende a una clienta, la puerta de la cafetería se abre, y Yunho entra. Llevaba firmemente una bolsa y tenía una expresión tímida pero segura. Al verlo, Mingi no puede evitar sonreír.

—Buenos días, Yunho —saludó Mingi, tratando de mantener la compostura.

—Hola. ¿Tienes un momento? —preguntó Yunho, con una sonrisa tímida.

—Claro, dame un segundo. —Mingi terminó de atender a la clienta y luego se dirige a Jeongyeon—. ¿Puedo tomarme unos minutos? Volveré enseguida.

—Por supuesto, hijo. Tómate tu tiempo —respondió Jeongyeon con una sonrisa cómplice.

     Ambos chicos se sientan en una mesa junto a la ventana, era la más apartada del resto.

La misma en la que él se sentó ese día...

     Yunho abre la bolsa y saca una botellita de bebida energizante.

—Pensé que tal vez te gustaría esto —dijo Yunho, entregándosela a Mingi.—. Trabajas duro, así que la compré por si necesitas un poquito de energía en el día.—el silencio de Mingi lo estaba poniendo nervioso— Aunque está bien si no la quieres, no importa.— agrega rápidamente.

—¡No! la tomaré. Gracias, Yunho. Es muy amable de tu parte —respondió Mingi, aceptando el regalo con gratitud.

—Quería disculparme nuevamente, y agradecerte por ser tan comprensivo ayer. Realmente me hizo sentir mejor —dijo Yunho, bajando un poco la mirada.

—No tienes que agradecerme. Soy muy feliz sólo sabiendo que ahora somos un poco más cercanos —respondió Mingi, con una sonrisa cálida.

     La mente de Yunho se queda en blanco ¿Mingi estaba feliz de hablar con él? Estático, siente cómo el calor subía rápidamente a sus mejillas.

Es bonito.

—¿Te gustaría dar un paseo en la tarde? Hay un parque por aquí cerca bastante tranquilo —sugirió Yunho antes de siquiera pensarlo dos veces.

—Me encantaría. Salgo a las cinco —respondió Mingi, reflejando la emoción que sentía con una grande y bonita sonrisa.

     Habiendo acordado la salida, Mingi finalmente se despide de Yunho, prometiendo encontrarse en el parque más tarde. El resto del día pasó rápidamente, con Mingi esperando el momento en que pudieran verse nuevamente.

     El reloj marcó las cinco, Mingi se despidió de Jeongyeon y se dirigió al parque. Encontró a Yunho distraído esperándolo junto a un banco, con una mochila a sus pies.

—Hola, otra vez —saludó Mingi, acercándose —. Lo siento, ¿llevas mucho esperando?

—¡No, no! Para nada, acabo de llegar —miente Yunho, pues estaba tan ansioso que llegó 30 minutos antes. Se levanta, y sonríe tímidamente mientras acomoda la bonita bufanda roja que protegía su pálido cuello del frío.— ¿Vamos?

La forma en que Yunho sonreía, despertó en Mingi una sensación inexplicable en el pecho.

 —Uhm, ¿Mingi?

—¡Ah! sí, sí. Vamos —respondió Mingi, riendo nervioso.

     Comenzaron a caminar por el sendero del parque, rodeados de árboles otoñales y el sonido relajante de los pajaritos. La conversación continuó sin esfuerzo, tocando temas como sus gustos, donde descubrieron lo mucho que ambos disfrutaban de la música.

—¿Te gusta o te gustaría viajar? O sea, fuera de Corea —preguntó Yunho, mirando a Mingi curioso.

—Sí, quisiera hacerlo algún día, cuando tenga la suficiente estabilidad ecónomica—respondió Mingi riendo—. Me gustaría visitar América ¿A tí? 

—¡Si! Yo siempre he soñado con visitar Europa. Me gustaría ir a Italia —dijo Yunho, con una chispa de entusiasmo en su mirada.

     El tiempo pasó volando mientras caminaban y hablaban. Mingi sonreía pensando en lo cómodo que se sentía con Yunho, se sentía como si se conocieran desde hace mucho tiempo. Pasada alrededor de una hora, ambos se sentaron en un banco, disfrutando de la tranquilidad del parque al atardecer, y de la compañía del otro.

 —Gracias, la pasé muy bien. Espero no haberte aburrido, hace un tiempo no hablo así con alguien —suavemente rió Yunho—. Me gustó mucho.

—Para nada me aburres, Yunho. Me divertí. Si ambos la pasamos bien, podríamos repetirlo, ¿no crees? —respondió Mingi, con una sonrisa amable.

—Claro, sería... agradable. —los ojos de Yunho brillaban, y sus labios hacían una tierna curva, formando una sonrisa.

     El mundo se detuvo para ambos, e inconscientemente se quedaron viendo a los ojos por unos diez segundos. Diez segundos que les fueron eternos, diez segundos que fueron suficientes para notar los pequeños detalles del rostro del otro, diez segundos en los que un algo apareció en sus interiores.

Bueno... lindo si es.

—¡Ah! Mingi, ¿puedo hacerte una pregunta? —expresó Yunho con timidez.

—Claro, dime —respondió Mingi expectante.

—¿Podría, tal vez... decirte 'hyung'?

     Ahora el tímido era Mingi, porque al parecer ahora la voz de Yunho también tenía el mismo efecto que su sonrisa.

—¡Si! O sea, si, claro. No hay problema

     Dándose una cachetada mental porque ya se ve raro gritando de la nada, Mingi por fin reacciona.

—¡Bien! Gracias entonces, ¿hyung? —Yunho se ríe, feliz por el nuevo avance.

     Mingi correspondió al gesto y también rió. Bromearon un poco y se despidieron prometiéndose una futura salida. Siendo alrededor de las siete de la noche, cada uno tomó un camino diferente a sus hogares.

     Mingi llegó esa noche a casa con una sensación de felicidad que no podía ignorar. Mientras se recostaba en su cama, sus pensamientos se dirigían a única pregunta.

¿por qué hice eso?

Still here  |  (YunGi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora