La Hora Dorada

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     El tímido sol que entraba por las ventanas del apartamento, acariciaba cálidamente las paredes con un brillo dorado. Mingi despertó con un suave suspiro, estirando su cuerpo adormilado mientras sentía la suavidad de las sábanas en su torso desnudo. Hoy era el día, el tan esperado día en que finalmente confesaría sus sentimientos por Yunho. Con ese pensamiento en mente, se levantó de la cama sonriendo, cada paso suyo resonaba con una mezcla de nervios y emoción

     Se dirigió al baño, el reflejo del espejo le mostró un rostro ligeramente cansado, pero lo cambió por uno lleno de determinación. El agua fría recorriendo su piel lo despertó por completo, sintiendo ansiedad. En la cocina, preparó un desayuno sencillo: tostadas con mermelada y un vaso de jugo de naranja. Mientras comía, revisaba su teléfono, respondiendo algunos mensajes de sus amigos y recordándose a sí mismo que debía llamar a Yunho para confirmar su encuentro en la tarde.

     Después de desayunar, Mingi limpió rápidamente la cocina y lavó la loza que había usado. Con el corazón latiendo rápidamente, presionó el ícono de llamada junto al contacto de Yunho, que había agendado como "Yuyu", y un corazoncito al lado. El tono de la llamada resonaba en sus oídos, agregando más suspenso al asunto.

     Cuando Yunho contestó, su voz ronca de recién despertado hizo que Mingi se sonrojara al instante.

—¿Hyung? Buenos días... —respondió Yunho, su voz aún adormilada..

—Buenos días, YuYu —dijo Mingi, intentando calmar su nerviosismo —. Sólo llamé para confirmar la salida de hoy.

—Sí, por supuesto —respondió Yunho con una emoción que alivió a Mingi—. Ya quiero verte.

—Bien —dijo Mingi, sonriendo—. Entonces te recogeré en la escuela después de clases. Ten un buen último día —agregó riendo.

—Gracias, hyung. Nos vemos más tarde.

     Mingi colgó, sintiéndose ligeramente más seguro. Una sonrisa iluminó su rostro al recordar la voz de Yunho. Tomó su mochila y salió de su apartamento, dirigiéndose a la cafetería. Hoy, a diferencia de otros días, se sentía en las nubes, anhelando el momento en que se vieran.

     Al llegar, Mingi saludó a Jeongyeon, y comenzó su turno con energía. El ambiente estaba lleno del aroma del café recién hecho y el murmullo de las personas. Los clientes entraban y salían, pero Mingi mantenía una sonrisa constante y un aura feliz y cálida.

     El día transcurrió rápidamente, y cuando quedaba una hora para irse, Mingi se acercó a Jeongyeon.

—Sra. Yoo, ¿podría salir unos quince minutos antes hoy? Realmente tengo algo importante que hacer...

     Jeongyeon sonrió, entendiendo más de lo que Mingi creía.

—Claro, hijo, no hay problema. Te deseo suerte en lo que tengas que hacer.

—Muchas gracias, prometo compensarlo. —dijo Mingi, devolviéndole la sonrisa.

     Pasaron los últimos 45 minutos y Mingi se dirigió al baño para verse al espejo. Acomodó algunos mechones de su cabello, observando su reflejo en el espejo con una ansiedad que iba creciendo. Respiró profundamente, intentando calmar el nudo que se formaba en su estómago. Finalmente, dejó el establecimiento y se dirigió a la escuela de Yunho.

     El gran portón de la escuela estaba cerrado, pero no tuvo que esperar mucho hasta que se abrió y los estudiantes comenzaron a salir por montones. Mingi buscó entre la multitud hasta que vio a Yunho. Sonrió enormemente, haciendo que sus ojos se achinaran casi por completo. Yunho, más tímido, le devolvió la sonrisa apenas lo reconoció.

     Caminando a grandes pasos hacia el otro, se detuvieron frente a frente, sintiendo cómo el tiempo también lo hacía. Se analizaron de pies a cabeza, como si cada detalle del otro fuera un tesoro. Yunho dio el primer paso y abrazó a Mingi fuertemente por la cintura, escondiendo su cabeza en su cuello. Mingi, sorprendido, correspondió el abrazo cruzando sus extremidades por los hombros de Yunho.

     Después de unos segundos, Mingi levantó la mirada y observó a los estudiantes que los miraban con muecas y susurraban entre ellos. Sentía entre rabia y orgullo, pero no dejó que eso afectara la tierna sensación que tenía.

—Te extrañé. —susurró Mingi, su voz suave y llena de sinceridad.

—Yo también, hyung. —respondió Yunho separándose, sus ojos brillaban con una emoción contenida.

     Sonrieron, y Mingi propuso que se encaminaran al parque para el picnic que había planeado. Yunho se sorprendió gratamente y, feliz, aceptó.

     Mientras iban saliendo de la escuela, Mingi colocó su brazo sobre los hombros de Yunho, mirando desafiante a las personas que los observaban, como queriendo decir "Sí, ¿y qué van a hacer?". En unos minutos, ya habían llegado, y Mingi preparó rápidamente todo para el picnic. Se sentaron a comer los sándwiches que había preparado esa misma mañana, acompañados del refresco favorito de Yunho, el que Mingi había memorizado hace algún tiempo.

     La luz del sol se filtraba a través de las hojas de los árboles, creando un ambiente cálido y acogedor. Los colores del culminante otoño y el suave murmullo del viento añadían un toque de serenidad al paisaje.

     Sonrió mientras le ofrecía a Yunho unas servilletas.

—¿No es genial? Este lugar siempre me calma.

—Es hermoso. Gracias por traerme aquí, hyung.

     Mingi giró para mirar a Yunho directamente a los ojos.

—YuYu, hay algo que he estado queriendo decirte. He estado dándole vueltas en mi cabeza y creo que este es el momento perfecto.

—¿Qué pasa, hyung? —respondió nervioso, anticipando lo que sea que fuera a decir Mingi, anhelando que fuera lo que estaba pensando.

     Mingi tomó aire y sonrió suavemente.

—Me gustas, YuYu. Me gustas de una manera que va más allá de la amistad. Eres hermoso en todos los aspectos, y cada momento que paso contigo me hace sentir más seguro de mis sentimientos. No sé si tú sientas lo mismo, y aunque me lamentaría si me rechazas, quería que lo supieras.

     Yunho, permaneció en silencio, haciendo que el coraje que había reunido Mingi, desapareciera, y su cuerpo fuera llenándose de nervios.

—Hyung... —Mingi lo volteó a ver, expectante. —Pensé que era el único que se sentía así —Yunho por fin volteó a verlo —También me gustas, tanto que no sé cómo explicarlo. Pero me alegro de que sea mutuo, no sabía cuánto tiempo más iba a aguantar ocultándolo.

     Mingi rió suavemente, sus ojos llenos de ternura.

—Entonces... —se acercó a él, y, delicadamente, tomó una de sus manos —¿puedo ser su novio, señor Jeong?

     Yunho, con una sonrisa radiante, respondió:

—Sí, hyung. Claro que sí.




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