Pestañeo repetidas veces y la chica que esta parada en la puerta rueda los ojos.
Pestañeo repetidas veces y la chica que esta parada en la puerta rueda los ojos.
–Así me llaman– dice y me hace un gesto para apartarme de la puerta y dejarla pasar.
– ¿Qué tal? – digo apartándome y mirándola de arriba a abajo.
–Bien– dice y juega con el piercing de su labio– ¿Qué?– dice soltando una leve risa.
–Has cambiado mucho.
–Es normal, llevamos cinco meses sin vernos– dice en tono acusatorio y no puedo evitar reír.
– ¿Acaso es mi culpa? -digo secamente cuando paro de reír.
–Es de ambas– dice y me fijo en que lleva una maleta.
– ¿A dónde vas?– digo y veo como aparta la mirada.
–Mama me ha echado de casa y no tengo a donde ir. Me preguntaba si te importaría que me quede aquí– dice y pasa su mano por su largo cabello blanco– Solo si quieres, claro.
–Vale– digo y ella me mira sorprendida.
– ¿En serio?– pregunta incrédula.
–Claro. Arriba hay una habitación libre, es toda tuya– digo y me encamino hacia el salón.
– ¿Dónde está el... – abre los ojos como platos cuando ve a Aiden, pero rápidamente vuelve a su posición despreocupada– baño?
–Hay uno al lado de tu habitación– digo y me siento a los pies de Aiden.
Mi hermana se pierde en la oscuridad que gobierna el segundo piso y despierto a Aiden.
Se revuelve y gruñe molesto, pero se despierta.
– ¿Qué pasa? – dice y se limpia un hilo de saliva que caía por la comisura de su labio.
–Tenemos visita– digo y veo como frunce su ceño.
– ¿Quién? – dice y mira a todos lados como si esa persona fuese a aparecer por arte de magia.
Y para mi sorpresa, lo hace, mi hermana aparece con su larga melena enmarañada en un moño, una camiseta holgada y unos leggings negros. Separa su vista del móvil y sonríe al ver la cara de póker que se le ha quedado a Aiden.
–Aiden, esta es mi hermana Leah. Leah, este es mi novio Aiden– digo y me rio cuando mi hermana hace un intento de reverencia.
–Me has hablado de ella– dice entre dientes y sé que en su mente la está degollando.
–Mi madre la ha echado, ya tenemos algo en común– digo con una leve risa y tomo la mano de Aiden para calmarlo.
– ¿Podemos tener un momento a solas? – dice dirigiéndose a Leah.
–Ok– dice Leah y se va felizmente pegada a la pantalla de su móvil.
Miro a Aiden y sé que dentro de él hay una tormenta con solo ver sus ojos.
– ¿Por qué? – pregunta intentando no alzar la voz.
– Porque no fue su culpa– digo y veo como el rostro de Aiden cambia por completo.