Trece.

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Naruto caminaba por las calles hacia una tienda cercana, con la mente aún dándole vueltas a los eventos recientes. Mientras pensaba en la gravedad de la situación y en lo que significaba para él y Hinata, sintió una extraña sensación de ser observado. Intentó ignorarlo, pero la sensación persistía. Finalmente, decidió desviarse hacia un callejón poco iluminado, esperando deshacerse de su posible perseguidor.

Al girar la esquina, Naruto se encontró cara a cara con un hombre alto, de cabello rubio y ojos azules que reflejaban una tristeza profunda y antigua. La luz de la calle iluminaba el rostro del hombre de una manera que acentuaba sus rasgos familiares, pero también mostraba las líneas de preocupación y dolor que los años habían esculpido en su piel. Era como mirarse en un espejo envejecido, como ver una versión de sí mismo que había vivido mil vidas más duras. Naruto sintió cómo su corazón se detenía un instante, mientras los recuerdos de su infancia abandonada inundaban su mente. Las noches de soledad, las preguntas sin respuesta, los momentos en que había deseado tener un padre a su lado para guiarlo y consolarlo. Todo eso regresó en una avalancha de emociones que casi lo derribó.

Los ojos de Naruto se llenaron de lágrimas involuntarias mientras intentaba procesar lo que veía. El hombre frente a él tenía una presencia imponente, pero también una fragilidad que Naruto no esperaba. Sus hombros parecían cargados con un peso invisible, y su mirada, aunque triste, tenía una intensidad que mostraba una mezcla de desesperación y esperanza.

Naruto no podía creer lo que veía. El hombre que había estado ausente toda su vida, el que había dejado un vacío imposible de llenar, estaba ahora allí, en carne y hueso, a pocos pasos de él. Su mente corría a mil por hora, tratando de encontrar las palabras, de dar sentido a la maraña de sentimientos que lo atravesaban.

—Papá... —susurró Naruto, su voz apenas un murmullo lleno de incredulidad y dolor.

El hombre, Minato Namikaze, dio un pequeño paso hacia adelante, levantando una mano temblorosa, como si intentara alcanzar a su hijo pero dudara si tenía derecho a hacerlo. La tristeza en sus ojos era profunda, un reflejo de los años perdidos y del sufrimiento que ambos habían soportado.

—Naruto, hijo, sé que esto es un choque para ti. Pero necesitaba verte, necesitaba hablar contigo —dijo Minato, su voz llena de una mezcla de urgencia y arrepentimiento.

Naruto dio un paso hacia atrás, sus ojos llenos de una mezcla de rabia y angustia.

—¿Por qué me abandonaste? ¿Por qué dejaste a mamá y a mí solos todo este tiempo? —preguntó Naruto, su voz quebrándose con la emoción contenida de años.

Minato bajó la mirada, su rostro mostrando un dolor profundo y genuino.

—Naruto, nunca quise dejarte, nunca quise dejar a Kushina. Fue la familia Otsutsuki, Toneri en particular. Nos amenazaron de una manera que no pude ignorar. Si no los dejaba, si no cumplía con sus demandas, te habrían hecho daño. Te habrían hecho daño a ti y a tu madre —explicó Minato, su voz temblando por la carga del recuerdo.

Naruto sintió una oleada de emociones abrumadoras: rabia, tristeza, comprensión. Quería gritar, golpear algo, pero las palabras de su padre lo detenían.

—¿Y por qué no regresaste? ¿Por qué nunca intentaste contactarnos? —preguntó Naruto, las lágrimas comenzando a correr por sus mejillas.

Minato levantó la mirada, sus ojos llenos de lágrimas también.

—Porque siempre estaban vigilándome. Toneri y su familia se aseguraron de que no pudiera acercarme. Me exigieron gran parte del dinero de la empresa y mi ausencia, todo para mantenerlos a salvo. Solo ahora he encontrado una manera de volver, solo ahora he podido romper el control que tenían sobre mí —dijo Minato, su voz llena de desesperación y arrepentimiento.

𝑳𝒂 𝒆𝒔𝒑𝒐𝒔𝒂 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝒎𝒆𝒋𝒐𝒓 𝒂𝒎𝒊𝒈𝒐 | 𝑵𝑨𝑹𝑼𝑯𝑰𝑵𝑨 +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora