Catorce.

441 21 3
                                    

Minato y Kushina se encontraban en una sala privada de la mansión Namikaze, ahora con su dueña Uzumaki, un lugar que solía ser testigo de sus momentos felices antes de la tormenta que los separó. El ambiente estaba cargado de tensión, el aire parecía pesado y la distancia entre ambos, a pesar de ser física, era emocionalmente abismal.

Minato no quería escapar del destino, no quería escapar y esconderse de aquella pelirroja que fue su mujer en algún momento. Ya no era aquel joven miedoso y cobarde. Ahora era un hombre dispuesto a todo por su familia.

Kushina, con el rostro enrojecido por la ira y la tristeza, estaba al borde de un colapso emocional. Sus ojos brillaban con lágrimas no derramadas, sus puños apretados temblaban ligeramente, y su pecho subía y bajaba de manera irregular por la intensidad de sus emociones.

—¡¿Cómo pudiste dejarnos?! —gritó Kushina, finalmente dejando caer esas lágrimas que había contenido por tanto tiempo—. ¡Naruto y yo estuvimos solos, Minato! ¡Solos durante tantos años! ¡No tienes idea del dolor y la desesperación que sentimos!

Minato bajó la cabeza, el peso de su culpa aplastándolo como una losa. Sus hombros se encorvaron y sus manos se cerraron en puños, como si intentara agarrar algo intangible, algo que nunca podría recuperar del todo.

—Kushina, no tienes idea de cuánto lo lamento —dijo con voz quebrada, cada palabra cargada de arrepentimiento—. Pero lo hice para protegerlos. Me amenazaron. Prometieron destruir todo lo que amaba si no obedecía. No tenía otra opción.

Kushina lo miró con una mezcla de dolor y rabia, su rostro era un mosaico de emociones contradictorias. La traición, la desesperación y el amor luchaban por dominar su corazón.

—¿Y esperas que te perdone? —dijo con voz temblorosa, sus labios formando una línea dura—. ¿Después de todo este tiempo? ¿Después de todo el sufrimiento que nos causaste? ¿Después de haber dejado a tu hijo crecer sin un padre?

Minato se acercó, sus ojos suplicantes y llenos de una tristeza insondable.

—No espero que me perdones de inmediato —admitió, sus palabras cargadas de sinceridad—. Solo quiero que entiendas por qué hice lo que hice. Quiero arreglar las cosas, empezar de nuevo. Pero hay algo más importante en juego ahora. Naruto y Hinata...

Kushina frunció el ceño, la mención de esa relación prohibida encendiendo una nueva chispa de ira en sus ojos.

—No apruebo su relación. Es un pecado, Minato. No pueden estar juntos. Hinata ya está casada con Sasuke. Es inaceptable. No puedo permitir que mi hijo viva en el pecado, ni que deshonre a una familia como los Uchiha.— Lo observaba con esa rabia característica de su personalidad.— Esa mujer es una cualquiera que seguro ha seducido a Naruto.

Minato suspiró profundamente, el cansancio y la determinación marcando cada línea de su rostro.

—Kushina, debemos apoyarlos. Son adultos y se aman. Además, si no estamos unidos, esta persona que te digo ganará. Él sigue siendo una amenaza, y su odio hacia nuestra familia no ha disminuido. Ya ha manipulado nuestras vidas lo suficiente. No podemos dejar que controle el futuro de nuestros hijos.— Pausó mientras tocaba su cabello con una mano.— Hinata, créeme que no la conoces. Kushina, créeme que ama a Naruto con todo su corazón.

Kushina lo miró con dureza, sin ceder un ápice en su postura.

—No, Minato. No voy a permitir que Naruto continúe con esa... esa mujer. Es una vergüenza para nuestra familia y una burla al matrimonio de Hinata y Sasuke. No cederé en esto. Naruto debe casarse con Hanabi. Es la única manera de restaurar un poco de honor a nuestra familia.

𝑳𝒂 𝒆𝒔𝒑𝒐𝒔𝒂 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝒎𝒆𝒋𝒐𝒓 𝒂𝒎𝒊𝒈𝒐 | 𝑵𝑨𝑹𝑼𝑯𝑰𝑵𝑨 +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora