Prólogo

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En un mundo dónde todo se ve desde un cristal rojo, un rojo que grita pasión, un rojo que grita ira, un rojo lleno de sangre y muerte, es un mundo donde tienes que velar por tí mismo y tus propios intereses. Así es cómo funcionan las cosas en el infierno.

Egoísmo, mentiras, traiciones, golpes y balas. Esa era la vida de aquel que en su escritorio, lleno de amargura, veía la gran cantidad de papeles desordenados y arrugados, todos con manchas de marcador rojo por doquier.

El imp sentado en su escritorio gruñó enrabiado, arrugó los papeles en su mano más de lo que ya estaban y los estampó contra la madera.

Se oyeron unos golpecitos en la puerta y segundos después se asomó un joven de cabellos albinos con una expresión confundida.

-¿Todo bien, señor?- Preguntó este, viendo el desastre que había en su despacho.

-¡No, Moxxie! ¡Claro que no!- Gruñó el molesto jefe.

-¡Las ventas han sido una mierda, apenas vienen clientes y mis números ya no cuadran!- Gritó este, paranoico, sosteniendo los papeles con fuerza exhibiéndolos a centímetros del rostro de su empleado, quién los apartó para ver a su superior frente a él.

-Señor, todas las empresas tienen crisis en algún momento. Es más normal de lo que cree, a I.M.P le pasaría tarde o temprano.

-¿¡Estás diciendo que estábamos destinados al fracaso, pedazo de cagada mal hecha!?

-No, solo que...

-Que nos recuperaremos Blitz-. Interrumpió una imp de cabello azabache adentrándose a la oficina, deteniéndose junto a su esposo.

-Siempre nos ha ido bien, el odio en el infierno no tiene limites y nunca nos ha faltado un trabajo-. Agregó ella con una sonrisa alentadora.

-Pues, ahora sí, Millie. La gente aquí ya no necesita a asesinos profesionales. Solo toman un palo de escoba, van con el infeliz que los engañó con la hermana y ya les parten el cráneo por nosotros-. Dijo Blitz cruzando los brazos con molestia. Miraba el suelo intentando ordenar el huracán de pensamientos en su cabeza y analizar los posibles destinos que le esperaban a él y a su compañía.

-Necesitamos algo grande-. Mencionó colocando la mano en su mentón. La pareja de imps frente a él se miraron entre sí con la confusión y curiosidad imprenta en sus rostros.

-¿Algo cómo qué?- Preguntó Moxxie.

Blitz se dirigió a su silla nuevamente viendo el gran caos en su escritorio.

-No lo sé... no lo sé aún.

Se dejó caer en la silla, viendo el techo alto y con manchas de humedad.

-Pero si se trata de mantener a I.M.P en la cima...haré lo que sea.

Millie miró a su esposo con una sonrisa reconfortante, dándole a entender que no se preocupara y que todo saldría bien. Este captó el mensaje, pues le correspondió la sonrisa y sosteniendo su mano se dirigió hacía la puerta.

-Estamos seguros de que así será señor.

-No te preocupes, Blitz, saldremos de esta-. Animó Millie, desprendiendo esa alegría enérgica y optimista que la caracterizaba.

La pareja salió del cuarto, dejando solo al imp que concentrado seguía observando el techo, pensando mas detenidamente en la amplitud de su afirmación.

"Haré lo que sea"

Ese pensamiento vagó por su mente mientras memorizaba cada imperfección de su techo, las grietas de pintura, los hongos en las esquinas y no se dió cuenta del tiempo que le dedicó a esa poca productiva actividad.
Deseaba con todas sus fuerzas que algo facilitara las cosas, que recibiera un, por así decirlo, milagro que lo sacara de la angustia en la que se estaba sumergiendo.

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