Capítulo 4

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Culpa en forma de flor

A la mañana siguiente, Blitz se levantó de mala gana, arrastrando los pies sin siquiera animarse a verse en el espejo. No necesitaba hacerlo, de todas formas sabía que su apariencia era espantosa. En la ducha logró despejarse, el agua caliente liberó toda la tensión que acumuló durante la noche mientras intentaba dormir. Alzó la cabeza, suspirando.

Al salir con una toalla envuelta en su cintura, buscó su ropa entre otras prendas tiradas en el suelo. Hizo una mueca fastidiada cuando se dio cuenta de que esta se había arruinado por completo en el incendio. Los orificios por las quemaduras y las manchas de carbón o ceniza no se arreglarán solo con una visita a la lavandería. El asesino molesto arrojó las prendas a la basura y empezó a buscar entre el desorden algo que ponerse. En el suelo encontró una camiseta beige y unos pantalones negros que parecían estar limpios. Una vez vestido se vio en el espejo, colocándose cuidadosamente su colgante de calavera roja, sonriendo al ver como lucía en su cuello. Tomó sus botas que fueron de lo poco que resistió y salió del cuarto.

-Lonnie ¿Estas despierta? - Preguntó el diablillo en voz alta, sin obtener respuesta.

Vio en la mesa de la cocina una nota sobre una foto. Extrañado tomó la notita y leyó el escrito.

"Fui al trabajo. No quise despertarte porque imaginé que necesitabas descansar.

-Loona.

Pd: Te ves como un anciano demacrado."

Desvió la mirada del texto hacia la fotografía en la mesa y pudo apreciarse a si mismo dormido de una manera bastante peculiar.

-Muy graciosa.

El sol ya alumbraba las calles de la ciudad. Blitz salió de un local de alegres colores masticando una dona, antes de beber un sorbo de su café helado.

-No hay nada mejor que el café helado-. Dijo sonriente, disfrutando su desayuno. Caminó por la acera, dándole el ultimo bocado a la dona. Lamió sus dedos por el glaseado y volvió a unir sus labios con la pajilla de su bebida, siguiendo despreocupado su rumbo. De reojo algo llamó su atención, solo era un pequeño local en la otra calle, pero al ver de qué se trataba Blitz se detuvo abruptamente, pensativo.

El príncipe caminaba por los pasillos que se encontraban invadidos de gente. Algunos limpiaban, otros hablaban o simplemente examinaban las paredes y las grietas.

Stolas se veía cansado. Ese día ni siquiera se molestó en usar su impecable ropa usual en cambio, solo se puso un suéter gris con unas calzas negras.

Bajó las escaleras, viendo todo el gentío en el lugar.

Barriendo los escombros, desempolvando o recolectando los objetos que hayan sobrevivido al fuego, los mayordomos y encargados de la limpieza trabajaban arduamente. Los de mayor fuerza bruta destruían o terminaban de destruir lo que se había dañado y ahora no era seguro, cómo las paredes inestables, lámparas o candelabros frágiles.

A lo lejos un demonio tiburón divisó al príncipe, caminó hacia él y al estar lo suficientemente cerca lo saludó con una reverencia.

-Príncipe Stolas.

-Buenos días-. Saludó el noble con un movimiento de cabeza.

- ¿Algo de información? - Preguntó, viendo a todos trabajando a su alrededor.

-Bueno, alteza, el origen del incendio definitivamente fue en el salón de té favorito de la señora Stella-. Afirmó el demonio marino, desconcertando al príncipe.

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