─── O7

1.3K 164 51
                                    

│ 𝐇𝐈𝐁𝐈𝐍𝐎 𝐊𝐀𝐅𝐊𝐀  │

Corría a un ritmo constante, intentando mantener el paso junto a Rea, la subcomandante. Desde el inicio del entrenamiento, me esforzaba por seguirle el ritmo, cada zancada una batalla contra mi propio cuerpo. Mis músculos se tensaban y relajaban con cada movimiento, pero la energía en mis piernas se iba desvaneciendo lentamente. Al principio, trotaba a su lado, igualando su cadencia, sintiendo una especie de orgullo al poder mantenerme a la par con alguien de su calibre. Sin embargo, a medida que las vueltas continuaban, el cansancio comenzó a instalarse en mi cuerpo. Cada respiración se volvía más laboriosa, mis pulmones ardían con el esfuerzo, y mis piernas empezaban a sentir el peso de cada paso. La resistencia inicial que sentí se fue transformando en una lucha por simplemente mantenerme en movimiento. Mi ritmo se hizo más lento, y pronto me encontré siguiendo a Rea desde atrás, observando cómo mantenía su ritmo con una elegancia imperturbable.

──Ánimo, Kafka── me alentó, aun con el movimiento constante de nuestra carrera.

Intenté acelerar el ritmo, cerrando mis ojos con fuerza en un intento de concentrarme y mantener la velocidad. El sonido de su voz me daba un impulso momentáneo, y por un breve momento, parecía que lograba acercarme a ella. Puse todo mi esfuerzo, apretando los dientes, intentando ignorar el dolor que se extendía por mis piernas. Podía sentir el latido frenético de mi corazón, el sudor cayendo en cascada por mi rostro, pegando mi cabello a la frente.

Pero el alivio fue efímero. Pronto volvía a quedarme rezagado, mis pasos se hacían más lentos a medida que el cansancio volvía a apoderarse de mí. Mis piernas se debilitaban con cada zancada, los músculos ardían como si estuvieran en llamas. El sudor no cesaba, corría por mi piel que parecía nunca agotarse, empapando mi ropa y haciendo que se pegara incómodamente a mi cuerpo. Podía sentir cada gota deslizándose por mi rostro, cayendo de mi barbilla, salpicando el suelo con pequeños ecos de mi esfuerzo.

Los pensamientos no tardaron en abrumarme. Maldición... Tienen razón. Ichikawa es increíble. El ha ganado por méritos propios que le reconozcan, con su propia fuerza, me dije, mi voz interna cargada de una mezcla de admiración.

Cada pensamiento era una piedra más en mi mochila, un peso adicional que hacía que mis pasos fueran más pesados. Me pregunté qué había conseguido yo, qué méritos podía reclamar con orgullo. La verdad me golpeó con la fuerza de una tormenta: no era a mí a quien todos necesitaban, era al Octavo Kaiju. Sentí una punzada de dolor y frustración en mi pecho, una sensación de inutilidad.

Finalmente, mis fuerzas flaquearon y me detuve en seco, jadeando, con las manos en las rodillas. Observé mis puños cerrados, tratando de encontrar algún rastro de potencial en ellos, algún indicio de que podría ser más que solo un mero humano con un poder mediocre del 1%. El sudor caía de mi rostro, incesante, cada gota un recordatorio de mi esfuerzo y, al mismo tiempo, de mi insuficiencia.

Rea, notando mi ausencia, se detuvo también y se giró hacia mí, con rostro serio.

──Kafka── me llamó, con tono calmado, cortando a través de mis pensamientos oscuros.

Me quedé allí, jadeando, sintiendo el peso de mis propios sentimientos. Miré a Rea, sintiéndome expuesto y, al mismo tiempo, apoyado. Ella no necesitaba decir más; su presencia misma era un recordatorio de que todos teníamos nuestras propias luchas internas.

──Lo siento, subcomandante── dije finalmente, recuperando el aliento y la compostura ──. Estoy listo para continuar.

Mentí. Mis pulmones quemaban y mis piernas sentían como si estuvieran hechas de plomo. Sentí una mezcla de frustración y derrota.

𝐋𝐎𝐒𝐈𝐍𝐆 𝐘𝐎𝐔 ─── Soshiro Hoshina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora