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— ... y cada noche viene en busca de nuevos cuerpos, para tomar toda su sangre.

Todos comenzaron a gritar de miedo, pasaba la media noche, mientras su familia seguía con el festejo de la boda, todos los menores de dieciocho años, estaban reunidos junto a una pequeña fogata, compartiendo historias de terror.

Hoseok no deseaba estar ahí, pero le parecía aburrida la fiesta, en especial cuando los adultos comenzaron a tomar alcohol.

— Todos sabemos que los chupasangre no existen — explicó uno de ellos, el miedo recorría su cuerpo, solo deseaba poder aferrarse a una esperanza.

— Si si, eso es lo que quieres creer — replicó uno de los mayores.

— Pero deberían de cuidarse más del lobo qué vive en el bosque — uno de ellos comenzó a hablar, obteniendo la atención de todos —. Mi padre lo ha visto, es grande, más grande que un oso, pelaje blanco como la nieve y colmillos afilados.

Todos abrieron sus ojos con sorpresa, en especial Hoseok, sus padres solo le habían contado que en el bosque vivía el espíritu del bosque, que los protegía en forma de lobo.

— Ese es el espíritu del bosque — Hoseok lo iba a mencionar, pero se adelantaron.

— ¿Espíritu? Es muy real y cuando esta enojado, sus ojos son rojos, una vez que lo encuentras, tu muerte segura tendrás.

— ¿Quieren ir a ver si lo encontramos? — propuso uno de ellos.

Sus padres estaban demasiado alcoholizados, como para buscarlos y preocuparse, hasta ahora ningún adulto había ido a supervisar qué estaban bien, fácilmente podrían adentrarse al bosque y volver sin que se notará.

Todos se pusieron de pie, dispuestos a ir.

— Yo no quiero — menciono Hoseok a su hermana mayor.

— No te puedo dejar aquí solo — explicó ella sosteniendo la mano de Hoseok.

— Entonces quédate conmigo — el miedo se veía en sus ojos, pero aun así su hermana insistió.

Hoseok se puso de pie, sin aflojar el agarre en la mano de la mayor.

— Estaré todo el tiempo contigo, no te soltare — prometió ella, siguieron al grupo, entrando al bosque.

Llevaban un tramo recorrido, solo el crujir de las hojas mientras las pasaban era lo que se escuchaba, hasta que escucharon un aullido.

Todos se pegaron un poco más, sintiendo la adrenalina recorrer su cuerpo.

— Debemos avanzar un poco más — explicó el mayor, quien comenzó a caminar y fue seguido por el resto.

Hoseok trataba de ver a todos lados, hasta que a lo lejos vieron esos ojos rojos, todos comenzaron a correr.

Su hermana lo termino soltando, pues en medio del miedo, comenzaron a correr, Hoseok corrió, pero al no poder bien por la obscuridad, cayó en un pequeño desnivel, rodando entre gritos, hasta que llego al final, se quedó ahí, viendo la luna, ya no escuchaba a los niños con los que había ido, solo los aullidos más cercanos.

Su cuerpo dolía hasta para respirar, sentía las pequeñas heridas frescas arder.

Lo que alarmó a su cuerpo, fue escuchar el sonido de las hojas, como si alguien se acercara.

— ¿Sun? — esperaba que su hermana hubiese vuelto por él.

Hasta que un imponente lobo blanco se coloco frente a él, esos penetrantes ojos rojos sentía que lo estaba hipnotizado, una descarga de energía recorrió su cuerpo.

— No me hagas nada, yo no vengo a hacerte nada, por favor — pidió sintiendo la respiración del lobo blanco en su rostro.

El lobo era lógico que no le respondería, lo vio alejarse, sintiendo un poco de alivio, pero el lobo volvió, traía unas hojas en su hocico, las dejo a un lado y comenzó a colocarlas con cuidado en las heridas más graves del cuerpo de Hoseok.

El menor seguía sin poder moverse, veía asombrado lo que hacía el lobo, era tal cual sus padres le habían contado, el espíritu del bosque era amable y solo deseaba protegerlos.

Perdió la conciencia en algún punto de la noche, cuando despertó, aún era de noche, pero estaba un poco claro, vi a su costado, el lobo estaba ahí, un poco cerca, ya que sentía el calor que emitía.

Se había quedado ahí para que Hoseok no sufriera algún tipo de hipotermia.

Se acomodo un poco, lo que despertó el lobo, que le mostró sus dientes, en forma de defensa, pero se relajo al ver que solo era el humano que había estado cuidando.

Hoseok sonrió, pasando de forma un poco temerosa su mano por aquel pelaje tan hermoso.

— Gracias — murmuró bajo, escucho gruñir al lobo, pero era un gruñido suave, como si le dijera que no debía agradecer.

Se puso de pie, pero sus piernas fallaron un poco, vio como el lobo se estiro, para después acomodarse, Hoseok lo vio confundido al principio, pero entendió que el lobo se estaba acomodando para que subiera en él.

Con cuidado lo hizo, el pelaje era aún más suave y cálido, se acomode de forma que se sostuviera, pero no lastimara a aquella criatura.

Sentía como el lobo avanzaba suave, cerraba sus ojos por momentos, sintiéndose tranquilo, abrió sus ojos después de un par de minutos, aun no salía el sol, pero escuchaba voces a lo lejos, reconoció la de su padre.

— Es mi familia, es mi padre — el lobo gruñó suave, Hoseok sintió como el cuerpo de la criatura vibraba.

Más adelante se detuvieron, el lobo se acomodo y Hoseok entendió que debía bajar, una vez en el suelo dio una reverencia y paso por última vez su mano por el pelaje.

— Gracias — murmuró suave, sonriendo, dejando ver aquel par de hoyuelos que se formaban.

El lobo solo asintió, dando la vuelta, se marchó más rápido de lo que Hoseok creo, más cuando habían avanzado de forma tan suave.

Unos pasos más dio Hoseok, antes de que viera su padre, quien corrió a su encuentro.

— Hijo, hijo — la voz preocupada de su padre se hacía más fuerte, hasta que lo tomo en brazos.

El menor se quejo un poco por las heridas que aun estaban en su cuerpo, pero no alejo a su padre.

— Estoy bien, el lobo... — murmuró antes de perder la conciencia en los brazos de su padre.

Su padre lo sostuvo, nadie que no fueran ellos escucharon aquellas palabras, el adulto deseaba primero hablar bien con su hijo.

El lobo no podía ser el culpable de lo que le pasó a su pequeño.

The white wolf - YoonSeokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora