3

58 15 7
                                    

Cerca de tres meses era lo que llevaba Hoseok acompañando a Yoongi en el bosque, incluso ya llevaba una pequeña bolsa con una pequeña flor, la cual le gustaba demasiado.

El peli blanco se la había regalado solo una semana después que comenzaron a frecuentarse, llevaba en ella un poco de alimento y objetos para las curaciones qué Yoongi solía hacer.

— ¿Entonces no vas a la escuela? — un Hoseok curioso dejaba un par de nueces para las ardillas qué lo observaban con atención.

— Lo que necesito saber lo aprendo del bosque — sonrió avanzando entre los árboles.

— Bueno, al menos no tienes que sufrir con las matemáticas — suspiro Hoseok mientras lo seguía.

— ¿Qué son las matemáticas? — preguntó curioso deteniéndose para verlo.

— Mmm números, sumas y restas — explicó brevemente.

Yoongi estaba a punto de preguntar que eran los números, sumas y restas, pero se escucho un gran estruendo en el cielo, comenzando a llover demasiado rápido, mojándose por completo.

— Necesitas regresar a tu casa — explico Yoongi, eran cerca de las cuatro de la tarde.

Y no podía exponerse ante los humanos, incluso si fuera ese bonito chico que tenía enfrente.

— Estamos demasiado lejos y la tierra ya estará bastante húmeda — Hoseok trataba de que las gotas de lluvia no lo mojaran demasiado.

— Pero.. — si lo invitaba a quedarse, descubrirla su secreto.

Pero quizá, la lluvia podría parar antes de que comenzará a oscurecer.

Levantó la vista, encontrándose con esos bonitos ojos.

¿Cómo podría negarse?

— Bien, vamos por aquí — le señaló el camino.

Hoseok sin dudar comenzó su andar, por donde Yoongi lo guiaba, teniendo cuidado de donde pisaba, hasta llegar a una casa, que se camublajeaba con la naturaleza, una parte de ella se podía ver que estaba bajo una cueva, solo dejando a la vista la fachada, que estaba cubierta por hierva.

— Ven — Yoongi abrió, pasando enseguida, Hoseok solo unos segundos después.

Era cálida, algo rustica, pero reconfortante, la iluminación se compredia principalmente de velas y candelabros a base de petróleo.

Hoseok veía con atención todo el lugar, realmente era tan bonito.

— Pensé que vivías en el pueblo, en otra zona — murmuró acercando su mano, acariciando la madera qué adornada el interior.

— Te lo dije, no me gusta convivir con humanos — Yoongi volvio con un trozo de tela, que parecía una toalla.

Hoseok la recibió, secando su cabello, vio el par de prendas que Yoongi dejaba en el sillón.

— Son prendas que a mi me quedan un poco grandes, creo que te quedarán perfecto, me iré a secar — se alejo enseguida.

El menor comenzó a vestirse, dejando la ropa húmeda a un lado, trato de ser cuidadoso, mientras su vista se acostumbraba a aquel nivel de luz.

Minutos después volvió Yoongi, con ropa seca y una bolsa para que Hoseok pudiera colocar la ropa húmeda.

— Prepararé un poco de café. ¿Quieres? — consulto el mayor mientras avanzaba a la cocina.

— Claro gracias — Hoseok terminó de guardar su ropa y la dejo a un lado, siguiendo a Yoongi a la cocina.

Tomo asiento sin dejar de verlo, pudo notar como el pálido guardaba de prisa una manta, una que reconoció, pero quizá no era la misma, no es como que fuera única y no podían ser la misma.

Aquella manta en la que le dejo comida al lobo y esa que Yoongi ocultaba, no podían ser la misma.

— Por cierto, ¿que edad tienes? — preguntó Hoseok con curiosidad.

— Un año más que tú — respondió enseguida.

Hoseok sonrió, tomando la taza que Yoongi le había acercado.

— Disculpa si no tengo más para ofrecerte — sonrió el mayor con algo de pena.

— Gracias, me has dado refugio y café, es suficiente — sonrió bebiendo un poco.

Yoongi asintió, bebiendo al mismo tiempo, sin dejar de ver a Hoseok.

Se alegraba haberlo salvado.

— Creo que la tormenta va a tardar en parar, ¿puedo acostarme un rato en tu sofá?

El contrario lo dudo un poco, pero asintió, se puso de pie para ir por unas mantas.

Volvió y vio que Hoseok ya se encontraba en el sofá, las acomodo con cuidado y avanzo para alejarse.

— Espera, podrías... — Hoseok comenzaba a sentirse nervioso, se alegraba que la luz fuera tenue, de esa forma Yoongi no podía ver el sonrojo en sus mejillas.

Yoongi no preguntó más, se acomodó a su lado, sin tocarlo, solo estando ahí.

Hoseok sonrió, quedándose dormido con esa sensación cálida en su pecho.

Horas más tarde, Yoongi se despertó primero, sintiendo el cuerpo de Hoseok pegado a él, lo que no le incomodo, quizá hace unos años atrás, pero había cambiado demasiado.

Acomodó el cabello del menor, con lo cual Hoseok abrió sus ojos lentamente, cruzaron miradas, esos segundos se sentían eternos, sin darse cuenta sus rostros se unían un poco más.

Ambos cerraron sus ojos, dispuestos a besarse, pero la alarma del reloj que estaba en la pared los hizo separarse de golpe.

— Tienes que irte — pidió Yoongi poniéndose de pie, con algo de prisa.

— Aun esta lloviendo — respondió algo desconcertado.

Estaban a punto de besarse, sabía que Yoongi también quería besarlo.

Vio como Yoongi le acercaba un paraguas.

— Para la lluvia, pero debes irte de mi casa — volvió a pedir.

Hoseok se puso de pie, ignorando aquel objeto, tomando la bolsa con su ropa, avanzando hasta la puerta.

Se sentía molesto por la actitud del contrario, ese cambio tan drástico.

— Adiós Yoongi — no deseaba volver a verlo, al menos no en un tiempo.

Salió de la casa sin decir nada, pero se quedó ahí afuera, donde las gotas de lluvia no podían mojarlo, vio hacia el cielo, a pesar de estar lloviendo, se podía notar que estaba oscureciendo, si el sol estaba oculto por aquellas obscuras nubes, ahora la luna era la que se escondía detrás de las mismas.

Iba a dar el primer paso, dispuesto a mojarse con tal de llegar a su hogar, cuando escucho un quejido, seguido de un gruñido, volteo hacia la puerta, acerco su mano para abrir, dudo un momento, hasta que escucho otro chillido.

Entro de prisa, dejando caer la bolsa qué sostenía.

Podía ver como el cuerpo de Yoongi desaparecía, mientras se convertía en aquel bonito lobo blanco.

Su cuerpo no le demando correr, se quedó quieto, viendo al lobo, bueno a Yoongi.

El lobo hizo unos pasos hacia atrás con precaución, no tenía miedo, quizá un poco, pero más por que desconocía que reacción podría tener el menor.

Hoseok se acercó con cautela, el lobo se dejó tocar, gruñendo bajo, gustoso por el toque.

— También así eres tan bonito, entiendo por que tenía la misma sensación cuando te conocí — explicó sin dejar de acariciarlo.

El lobo gruñó nuevamente, se terminó por acostarse, dejando un espacio, que Hoseok interpreto que era para él.

Se acomodo con cuidado, sintiendo esa calidez.

Ya por la mañana, podrían hablar mejor de todo aquello que pasaba.

The white wolf - YoonSeokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora