| CAPITULO 3 |

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Katriona

— Uno más y... ¡Listo!— tarareo cuando abrocho el último seguro de la silla para bebés de Adahy.

Él me mira con atención cuando sonrío y me inclino para darle un suave beso en su frente, apretando con suavidad sus regordetas mejillas.

— ¿Segura que ya tienes todo cariño?.

Escucho la voz de mi tía detrás, y salgo de la parte trasera del auto, en dónde estaba inclinada para acomodar a mi hijo sobre su asiento, y luego cierro con cuidado la puerta.

— Si, todo está en orden. ¿Segura que puedes hacerte cargo de todo?.

Ella me mira como si la pregunta fuera una ofensa.

— Ay, por favor, claro que sí, y no estoy sola, lizzie me ayudará con las cuentas y en la cocina todo está en orden. Tú no te preocupes— contesta— . Lo que sí me preocupa a mí es que vayas a viajar con el bebé tú sola. ¿Segura que no quieres que...?

— Si, estoy segura— interrumpo, antes de que vuelva a preguntarme si deseo compañía.

Ella, que ha estado toda la semana insistiendo con lo mismo, solo suspira resignada.

— Ok, pero me haces el favor y te comunicas conmigo cada tanto, y más aún, me avisas cuando finalmente hayas llegado.

— Si, te lo prometo— me acerco a ella y la abrazo con fuerza— , todo va a estar bien, ¿Ok?.

Al separarnos, ella me mira con cariño y me devuelve la sonrisa.

— Está bien, por favor, cuídate mucho mi niña.

Yo asiento, aparentando con todas mis fuerzas el estar tranquila y segura.

Minutos después, veo la figura de mi tía alejarse a través del espejo, y mi sonrisa comienza a decaer.

«Todo va a estar bien», me digo.

Y espero estar en lo correcto.

Las horas pasan en carretera, debo detenerme un par de veces para comprar algunas cosas, darle de comer a Adahy, o mostrar los papeles que demuestran que es mi hijo a más de un imbécil uniformado. La noche cae y aún faltan un par de horas para llegar al pueblo, pero el cansancio es demasiado como para continuar por ahora.

Me estaciono fuera de un motel de carretera, y aunque al inicio no me da demasiada buena espina, resulta siendo lo suficientemente decente como para poder pasar la noche y partir a primera hora de la mañana.

Coloco varias mantas sobre las sábanas del colchón, porque aunque parecen limpias no me confío al cien por ciento, y luego me dispongo a acostarme sobre el mismo junto a mi hijo.

Adahy inmediatamente busca mi pecho para alimentarse, y yo me acomodo sobre el costado izquierdo para ofrecerselo, mientras lo pego a mí lo más que puedo.

Y luego siento como, al igual que cada noche, su temperatura aumenta con el paso de los minutos. El calor anormal que emana de su cuerpo no deja de causarme conflicto, y más aún el hecho de que, a diferencia de las primeras noches, ahora eso parece no afectarle.

Sigue poniéndose irritable, si, pero ya casi no llora como antes.

Y tengo miedo, porque no sé qué tan bueno o malo sea eso en... un caso como este.

Ni siquiera he podido— ni querido— pensar en lo que voy a hacer una vez que llegue a mi destino. Mucho menos en como se supone que voy a encontrar a quien voy a buscar.

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⏰ Última actualización: Oct 21 ⏰

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