Jimin ha estado toda su vida atado a limitaciones por culpa de su trastorno y aunque a otra persona podría deprimirle, a él lo mantenía en paz, le gustaba su vida sin cambios y vivir en su burbuja de total tranquilidad.
Jungkook era un alma libre, h...
El Tiburón Ballena mide hasta 20 metros de largo y nada en las cercanías de la superficie de casi todos los mares. La mejor defensiva del tiburón ballena es su piel, compuesta de puntos claros y rayas sobre su cuerpo oscuro y un abdomen blanco. Se alimenta de plancton. En su nado prolongado por los mares tropicales y océanos del mundo, al tiburón ballena lo acompañan distintos seres vivos que funcionan como huéspedes y se alimentan tanto de bacterias en la superficie de su piel como del propio zooplankton que el tiburón come por medio de filtración por su boca. Aunque se presente como un animal solitario que nada solo por el mar, el tiburón ballena es un animal que vive en comunidad.
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Había cosas que Jimin no comprendía del mundo de los neurotípicos, como lo rápido que formaban vínculos emocionales con otras personas, o lo mucho que hablaban y hacían ruido, sus pasatiempos y sobre todo; el amor.
Tampoco es que él juzgara lo que hacían, Jimin había sido considerado un fenómeno toda su existencia y a base de las experiencias que las personas le habían dejado, aprendió que no debía decir lo que pensaba tan a la ligera. Su madre le dijo la primera vez que fue llamada a la escuela para niños que no eran como él por una emergencia, que había muchas cosas de su mundo que los "normales" no sabían cómo tomar.
A la gente siempre le asustaba lo desconocido.
Cuando Jimin tenía 9 años y aún no lo habían diagnosticado, tuvo que ser trasladado a otra escuela por cuarta vez después de que unos niños mayores lo habían descubierto hablando con las plantas en el jardín trasero de las instalaciones, se burlaron de él y lo hicieron arrancar las bellas flores con sus propias manos. Jimin no volvió a tocar tierra desde ese día, se había vuelto un maniático de la limpieza y con una sola mancha de mugre en su piel podía llorar y restregarse con jabón hasta sangrar.
Lo llevaron a terapia a los diez, cuando ya no podían controlarlo ni hacer nada para que dejara de llorar y de lastimarse. Ahí conoció a Jennie, su psicóloga. Ella fue muy comprensiva, pero Jimin se negaba a decir una sola palabra en las sesiones, se quedaba de pie porque odiaba la textura de sus muebles y no la miraba a los ojos nunca.
Hasta que después de un año, Jimin terminó rebalsando de tantas emociones y palabras contenidas. Habló de muchas cosas, de sus compañeros, de su madre y sobre todo, de su padre. Jennie se dio cuenta que Jimin no la miraba nunca cuando llevaba colores pasteles o chillones, que miraba el reloj contando los tictac para calmarse y que se pellizcaba los brazos si las preguntas eran demasiado para que él las procesara.
Jimin era...complicado, por eso le sorprendió que un día en medio de una sesión, soltara que quería ir a una escuela de neurotípicos. Después de años recibiendo clases a distancia con tal de no tener contacto con otras personas, de la nada había decidido en su último año el lugar más lleno de personas que no lo comprenderían.
Le preguntó por qué había cambiado de opinión, pero Jimin no dijo nada y sólo se abstuvo a mirarla con determinación. Nunca había visto esa mirada en él, pero sabía que cuando se le metía una idea a la cabeza, era imposible quitársela.
