Capítulo 2: El Calor en un Frío Invierno

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El invierno llegó a Hogwarts con una ferocidad que no se había visto en años. La nieve caía en copos densos y espesos, cubriendo los terrenos del castillo con un manto blanco que brillaba bajo la luz del sol invernal. Los árboles desnudos parecían esculturas de cristal, sus ramas cubiertas de escarcha reluciente. El viento helado aullaba a través de las torres y pasillos, haciendo que cada paso fuera un desafío para los estudiantes que se aventuraban al exterior. Sin embargo, dentro de las gruesas paredes de piedra del castillo, la vida continuaba, aunque marcada por un frío que se colaba hasta los huesos.

Habían pasado algunas semanas desde el incidente en el aula de Pociones, y aunque Draco y yo seguíamos trabajando juntos en nuestro proyecto, la tensión entre nosotros había alcanzado un nuevo nivel, como si el aire mismo se electrificara cada vez que estábamos cerca. Nos evitábamos en los pasillos, un acuerdo tácito para mantener la paz, pero cuando nos encontrábamos en clase o durante nuestras sesiones de estudio, las chispas volaban. Cada palabra, cada gesto, parecía cargado de un significado oculto, una batalla silenciosa que ninguno de los dos estaba dispuesto a perder.

Una tarde, el cielo se tiñó de un gris plomizo mientras regresaba al Salón Común de Slytherin después de la cena. El viento soplaba con tal fuerza que hacía que el castillo crujiera, como si sus viejos muros lucharan por contener la furia de la tormenta. Mientras caminaba por los pasillos, perdida en mis pensamientos, me encontré con Pansy Parkinson y su séquito, que parecían estar esperándome. Pansy, con su habitual expresión de superioridad y desdén, siempre había sido una molestia, pero hoy su presencia parecía más amenazante.

"Vaya, si es la arpía Ashbourne," dijo Pansy con su tono ácido, su voz goteando veneno.

No estaba de humor para lidiar con ella. "No tengo tiempo para esto," respondí con frialdad, intentando pasar de largo sin prestarle más atención.

Pero Pansy no iba a dejarme ir tan fácilmente. "Oh, claro, estás demasiado ocupada con Malfoy estos días, ¿no?" agregó, una sonrisa maliciosa jugando en sus labios mientras sus amigas la seguían con risitas burlonas.

Me detuve en seco, sintiendo cómo un nudo de rabia se formaba en mi estómago. La mención de Draco en boca de Pansy siempre lograba sacar lo peor de mí. "¿Y qué, Pansy? ¿Estás celosa acaso?" Escupí las palabras con más veneno del que había planeado, pero no me importó.

Los ojos de Pansy se estrecharon en una expresión que combinaba el desprecio con la satisfacción de haber tocado un nervio. "Solo digo lo que todos piensan. ¿Qué trama Malfoy contigo? Porque no puedo imaginarme que realmente disfrute tu compañía," dijo, su tono cargado de insidia, mientras sus amigas la miraban con admiración.

Antes de que pudiera responder, una voz fría y autoritaria cortó el aire como una cuchilla. "Esfúmate, Pansy."

Draco apareció detrás de mí, su mirada fija en Pansy con una intensidad que rara vez mostraba. Sus ojos, más grises que nunca, parecían helados, y Pansy pareció encogerse bajo su escrutinio. Era raro ver a Draco tan abiertamente protector, y algo en su postura me hizo sentir una extraña mezcla de alivio y desconcierto.

"Solo estábamos charlando," dijo Pansy, pero su tono ya no era el mismo. Había perdido su confianza habitual, y ahora su voz sonaba más sumisa, casi nerviosa.

"Pues charla con alguien más," respondió Draco cortante, su voz dejando claro que la conversación había terminado. "Y tú, Ashbourne, sígueme."

Me sorprendió su intervención, pero no lo demostré. Con un último vistazo a la expresión derrotada de Pansy, comencé a caminar junto a Draco. Sentí las miradas de Pansy y sus amigas clavadas en mi espalda, llenas de rencor y curiosidad mientras nos alejábamos, susurrando entre ellas en voz baja.

La Serenidad de las SerpientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora