Seize

317 52 14
                                    

Con el corazón latiendo a mil por segundo, Regulus miró a Alain, buscando en su rostro algún rastro de confusión o broma, pero Alain se reincorporaba lentamente, hasta quedar completamente erguido, sentado en el borde de la cama. Su cabello desordenado y la seriedad en su bello rostro hicieron que Regulus sintiera que podría morir en cualquier instante.

—No soy tan débil como crees —murmuró Alain directamente.

Sus ojos azules brillaron de una forma extraña y monstruosa a la vez, golpeando a Regulus con fuerza. Era como si ya no hubiera necesidad de decir nada más ni de excusarse.

—¿Qué dijiste antes? —preguntó Regulus acercándose lentamente.

—No soy tan débil —repitió Alain.

—¡No! —exclamó Regulus, enojado—. ¡Eso no!

La sorpresa se desvaneció, dejando en su lugar una mezcla de enojo y miedo. Una combinación compleja en Regulus, incomprensible en su totalidad.

—¿Toujours Pur? —preguntó Alain ladeando la cabeza con frialdad—. Siempre puro.

Con la garganta cerrándose por la complejidad de sus sentimientos, Regulus sacó su varita, sin importarle la falta de miedo en Alain.

—¿Cómo sabes eso? —exigió Regulus frunciendo el ceño—. No siento ningún rastro de magia en tu cuerpo, no desprendes más allá de normalidad...

—Es porque soy anormal para los de tu gente —respondió Alain—. No es necesario que repitas lo que mis padres ya dicen.

—Eres un Squib.

—Yo lo denomino una bonita bendición.

—¿Qué?

Regulus no pudo evitar fruncir el ceño ante lo que consideraba una tontería, pero la expresión fría y decidida de Alain le hizo darse cuenta de que hablaba en serio. Su familia era de magos, lo conocía, haciendo que Regulus se sintiera como un idiota todo este tiempo.

—Soy normal. No necesito de algo que me vuelve inútil y un cobarde como lo es la magia. No me limito solo a lo que la magia haga, sino que me esfuerzo en mi propia persona.

—Un squib —repitió Regulus, intentando asimilar lo dicho.

El tipo que creyó que sería un muggle común y corriente resultó ser totalmente lo opuesto. Tuvo que sostenerse de algo para no caerse.

—Los de tu calaña me detestan —continuó Alain, como si hablara de algo trivial—. Es aceptable, sangre pura con la excepción de no poder hacer magia. Mis padres ya lo tienen muy claro.

Sangre pura.

—¿Conoces a los señores Moreau? —preguntó Alain.

—¿Camille? —cuestionó Regulus, pensando en lo primero que se le vino a la mente.

Alain asintió, algo disgustado.

—Ella es mi prima. Ella sí es bruja. Su descontento con su familia la llevó a trabajar para mí.

—Pero si...

—¿Si no sientes su magia? —completó Alain lo que Regulus quiso decir—. No todo es percepción, Regulus. A eso me refiero cuando los magos se dejan llevar por su orgullo, no miran las intenciones y se creen superiores por poseer algo inhumano.

Había rabia contenida en sus palabras. La rabia de alguien que siempre ha sido excluido, observado y dañado por no ser como los demás. Pero no era envidia. Alain no envidiaba algo que lo haría débil; Regulus notaba que tenía una visión distinta.

Douceur Sucrée | Regulus BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora