Huit

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—Mis padres son cocineros, trabajan en grandes hoteles y restaurantes, entonces me apoyan desde lo lejos.

Regulus partía las verduras mientras escuchaba atentamente a Alain.

Estaban los dos solos en la cocina de la pastelería, ya era próximo a la cena y la tranquilidad característica de un lugar cerrado era notorio. Regulus iba a preparar un estofado que Alain creyó adecuado practicar. Con los días siguiendo su curso, esa rutina de conversar mientras cocinan se volvía cada más y más normal para el mago al punto en que dejo de ser incómodo.

Cree que ese es el resultado de tratar con alguien a quien ve demasiado.

—¿Han venido alguna vez a tu tienda? —pregunto Regulus.

Alain sonrió fugazmente para luego apartar la mirada y ponerla en la pequeña radio amarillenta.

—Si —respondió.

Sabía que estaba mintiendo, lo podía ver con tanta claridad, pero Regulus no tenía el derecho y ni la confianza para preguntar.

—Puedes preguntar si lo deseas —dijo Alain poniendo su barbilla contra su brazo para recostarse cómodamente en la mesada—. Ya llevamos casi dos meses en esto, ¡Conozco casi todo de ti! Debe de ser mutuo la información.

«No todo» pensó Regulus agarrando una zanahoria.

Regulus tenía el objetivo de seguir mintiendo y crear una historia factible para el francés, pero de manera inconsciente iba contando cosas suyas sin meditarlas antes y se arrepentía segundos después. Le habló sobre la relación que tuvo con sus padres y el respeto mutuo que existía entre ellos, del pequeño "mayordomo" que lo cuidaba desde siempre y que era fiel a su familia, y de su hermano Sirius. Nunca mencionó su nombre, pero describió de forma perfecta su relación.

Debería estar mintiendo, debería hacerle creer que vivía de forma lamentable. Sin embargo, nada salía como él deseaba y simplemente dejó de importarle. La verdad fluía sin que pudiera detenerla, revelando aspectos de su vida que había mantenido ocultos incluso de sí mismo. Esta sinceridad involuntaria le inquietaba, pero al mismo tiempo le liberaba de la carga de mantener una fachada.

—No quiero preguntar algo que te incomode —dijo Regulus pasando el pelado sobre la superficie de la verdura.

Alain parecía bastante divertido e insultado con ello.

—No eres alguien fácil de engañar —murmuró Alain—. Tampoco es difícil hablar contigo.

—Todo el mundo dice lo contrario —respondió Regulus sonriendo de lado.

Cuando se dio cuenta que hizo eso, frunció el rostro y dejó de pelar la zanahoria.

Alain también se quedó callado, mientras se quedaba admirandolo con una intensidad magistral, difícil de ignorar.

Tosió levemente y regreso a lo suyo, tratando de no ver como Alain comenzaba a sonreír por esa tonta acción.

—¿Vas a seguir mirándome como un perro? —pregunto Regulus dejando el pelador a un costado y apartando las cáscaras de la tabla—. Aunque eso es propio de ti.

—¿Ya te dije que tu sonrisa es muy bonita, Regulus? —pregunto Alain con los ojos brillosos—. Porque vuelvo a ratificarlo, es muy bonito.

Durante esos meses que estaba en la cocina, se dio cuenta de un talento que posee: la paciencia.

Tiene una paciencia superior a cualquier mago, que le sirve para tolerar a un tipo que le fascina hablar.

A veces piensa que la mente de Alain Dupont solo tiene dos cosas: recetas de postres y frases tontas.

Douceur Sucrée | Regulus BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora