Shigaraki Tomura x Male Reader
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La aprobación por parte de su madre lo era todo.
Su amistad con cierto pelinegro era su escape de todo el peso que lo obligaron a cargar en sus pequeños y frágiles hombros.
¿Qué pasará si pierde su único...
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Leer poco a poco estaba haciendo que el aburrimiento se insinuara en su ser. El joven desconocía la causa de este sentimiento reciente, tan solo... comenzaba a sentirse extraño.
Desplazó la silla de su escritorio en busca de distracción, sus ojos danzaron por la habitación en busca de algo que lo cautivara; su minina reposaba plácidamente en un rincón, lo cual le arrancó una leve sonrisa, al menos la extrañeza se desvanecía al contemplarla.
Un suspiro escapó de sus labios. A pesar de la necesidad de continuar con sus estudios, su mente divagaba hacia el recuerdo del joven de cabello oscuro vagando sin rumbo por las calles, separado de su familia. Deseaba que se quedara, más su madre se lo impidió, reprochándole que ya tenía suficiente con él y con Kora-chan como para criar a otro "inútil". Mucho menos porque la noche anterior la "avergonzó" frente a sus amistades al salir corriendo.
Cabe señalar que el pelirrojo no se salvó de ser castigado por eso.
El lunes próximo podría visitarlo o, al menos, intentar localizarlo. Su corazón se apretó al imaginar el sufrimiento que Tenko estaba experimentando.
—¡Soy tu esposa, tu deber es mantenerme! ¡Lo que haga con mi salario no es asunto tuyo! —vociferó la matriarca del hogar, cuyas disputas con su esposo se volvían cada vez más frecuentes.
—¿Acaso los esposos deben mantener a sus esposas?
Esa fue su pregunta en ese momento, al igual que cuando se fue a dormir.
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El comedor de aquella casa estaba en silencio, el pequeño estaba jugando con su desayuno aun pensando en su duda de la noche anterior.
—______, termina de comer de una vez, debes de ir al colegio.
—Madre...
—¿Qué quieres?
—¿Los esposos mantienen a las esposas? —preguntó con gran curiosidad.
La fémina lo miró desinteresada, hasta que cayó en cuenta a lo que se refería.
—Así es, mi niño —sonrió—. ¿Por qué la pregunta? —indago con claro interés.
—Le dijiste eso a tu esposo ayer.
—Hugh... —rodó los ojos con arrogancia ante el recuerdo de anoche—. Es porque es verdad, los esposos mantienen a sus esposas y no al revés, y aunque ella trabaje es el dinero de ella por lo cual el esposo no tiene derecho ni poder en el de ella, pero ella sí tiene poder en el del esposo —enseñó.
El pequeño formó una mueca—. No me parece del todo justo... —opino temeroso.
La mirada de su progenitora se oscureció rápidamente, bruscamente tomó el pequeño brazo de su hijo con gran fuerza e intenciones de lastimarlo. Últimamente estaba más temperamental de lo usual.
—¿Con que eres un bastardo al igual que tu padre, eh? —apretó con fuerza.
—Madre... me lastimas —aviso asustado.
Lo miro con molestia antes de soltarlo de una manera poco cuidadosa.
—Maldito... —chasqueo la lengua—. Y a todo esto, ¿por qué me preguntaste eso?
—Uh, por nada...
—______, cielo. Soy tu madre, puedes confiar en mí —sonrió de una manera tan aterradoramente compresiva que cualquiera huiría, cualquiera salvo su hijo quien estaba tan desesperado por el amor de su madre.
Luego del acontecimiento de anoche y ver como su amigo se preocupaba por él, su corazoncito volvió a latir con euforia al solo recordar su nueva imagen, lo veía más lindo con su cabello peli celeste. Volviendo a sus planes anteriores de volver al Shimura su esposo.
Con gran añoranza contó a su madre lo que su pequeño y dulce corazón anhelaba hacer en un futuro con el tierno peli celeste que tuvo como vecino.
Recibiendo rápidamente como reprimenda una fuerte bofetada de quien dice amarlo.
—¿¡Qué carajos!?
—¿M-mamá? —preguntó aterrado, su madre lo había golpeado muy fuerte, su mejilla ardía a mil horrores y su querida madre solo lo miraba con asco.
—¡Yo no crié a una mariquita, yo no te crié así! —grito desesperada.
—¿Mariquita? —pregunto dudoso ante la nueva palabra.
—¡Hugh, que desperdicio! —golpeó uno de sus tacones contra el piso a modo de berrinche.
—¿Mamá? —se acercó rápidamente a la mujer que comenzaba a alejarse en busca de respuestas.
La mayor lo vio como si fuera un montón de mierda acumulada—. Nunca más en la vida me vuelvas a decir eso, mucho menos en público.
—Mamá...
—Ya dije.
Y se zafó, dejando al pequeño pelirrojo solo en el comedor con sus sentimientos alborotados, se sentía fatal.
¿Tan malo era querer que Tenko sea su esposo...?
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