𝓵𝓪 𝓹𝓻𝓲𝓷𝓬𝓮𝓼𝓪

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— es injusto, ¿no?

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— es injusto, ¿no?

— ¿el qué, mi princesa?

que tenga que buscar un esposo por otros lados, por que no puedo casarme con usted, Ser Erryk. 

— si, es injusto.

Aquella conversación era un recuerdo de Ser Erryk de unos años atrás, el día que Alerra había estado viendo a cientos de jóvenes con los que podría casarse,  ninguno la había convencido y había vuelto igual de su viaje. Había bromeado con que posiblemente el joven Cregan Stark seria un gran esposo pero este estaba comprometido ya y a su dragón no le gustaría el frio, ni a ella. Aparte los lobos y los dragones no estaban destinados a unirse en algún momento, el hielo y el fuego no eran compatibles.

Ser Erryk guardaba aquellas palabras en su mente como el más preciado tesoro que tenía, aquella mañana como un susurro y un secreto Alerra le había confesado su amor que el creía no era recíproco, pero que esta misma había dejado ahí ya, un amor imposible para ambos.

..

Cuando Ser Harrold le movió el brazo abrió los ojos observando el techo de la habitación, escuchaba las palabras de Alerra a los lejano desapareciendo en su mente despierta.

— Mi lord. —habló levantándose y arregló un poco su camisón para así observarlo.—

— debes vestirte ahora.

— ¿pasó algo? —miró al comandante y este suspiró. —

— El príncipe Aegon ha bebido con sus amigos hoy, ha estado molestando a la princesa Alerra así que quiero que sigas siendo su guardia hasta el cambio de mañana por la madrugada. —mencionó y Erryk asintió buscando su armadura para empezar arreglarse.— Ser Willis te cubrirá por la madrugada hasta la tarde.

— ¿a que se refiere con molestarla? —preguntó ajustando la armadura de sus brazos y Ser Harrold le puso la capa con cuidado.—

— El príncipe Aegon tiene un apetito por las doncellas, ahora que su esposa esta embarazada ese apetito parece ser más atroz. —le susurró mientras arreglaba la capa y Erryk sintió que la sangre le hervía en ese momento.—

Erryk asintió saliendo de las habitaciones de la torre de la espada en silencio rumbo al torreón de Maegor donde Alerra estaba o eso creía. Cuando llegó a la habitación, las sirvientas arreglaban esta encendiendo algunas velas en esta iluminando la habitación, siguió su camino hacia los jardines y observó los rizos rojizos de Alerra a la distancia donde observaba un pequeño estanque a solas con su dama a unos metros.

𝐏𝐑𝐈𝐍𝐂𝐄𝐒𝐀 𝐃𝐄 𝐌𝐄𝐃𝐈𝐀 𝐕𝐈𝐃𝐀.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora