Lía Castilla
17/8/2023
Hago el intento de moverme pero mi cuerpo cae rendido en la cama.
Parezco una persona minusválida,
— Héctor — lo llamé, pero no me contestó. — Héctor — lo volví a llamar, pero esta vez lo moví un poco.
— ¿Queee? — murmuró.
— No me puedo mover — le dije y se levantó de un tirón.
— ¿Que te pasa? ¿Estás bien? — me preguntó preocupado.
— No lo estoy. No me puedo ni levantar de la cama.
— ¿Por?
— No lo sé oye, ayer no me follaron como una puta bestia de fuerte — ironicé.
— Perdón. ¿Donde quieres ir?
— A por agua, tal vez — sonreí irónica.
Héctor se levantó de la cama y me dio la mano.
— Levántate, preciosa — me tendió la mano.
Le di la mano, pero no me podía incorporar.
— No puedo, Héctor.
El sonrió y me cogió como una princesa.
— ¿Mejor? — preguntó y yo asentí.
Me llevó a la cocina y me sentó en la encimera, puse las manos en su nuca y lo besé.
— Estas guapísimo recién despertado — lo abracé.
— Como tú. ¿Qué quieres desayunar?
— No lo sé. ¿Tu que comes?
— Que voy a comer Lía, pues comida.
— ¡Que tipo de comida te ponen los nutricionistas!
— Aaaaaaa. Pues cereales raros, fruta, tortitas... — me dijo.
— Joder, de ahí solo me convence las tortitas, porque de fruta... Poca.
— ¿Me tengo que poner a hacer tortitas ahora enserio? — preguntó quejándose y yvolviendo le tire un beso mientras le guiñaba el ojo. — ¿Me ayudarás no?
— ¿Yo? Yo no puedo ni moverme, me duele todo.
— Joder, Lía.
Empezó a hacer las tortitas, pero las dos primeras se le quemaron y tuve que intervenir.
— Haber — me baje de la encimera como pude y me puse delante de él.
Eché la masa en la sarten con cuidado, cosa que Héctor no estaba haciendo.
— A ti te ha salido perfecta, idiota — me dijo con ese mote que tanto e echado de menos.
Cuando terminé de hacerlas me di la vuelta y pase mis brazos por su cuello.
— Estas muchísimo más guapo que anoche.
— Déjate de cursilerias, Lía — me dijo y lo miré con mala cara y me separé.
— Encima que te digo cosas bonitas — dije yéndome de la cocina y sentándome en el sofá.
— Que es broma, idiota — se tiró encima mía abrazándome y dándome besos en el cuello.
— Héctor... — murmuré para que se levantará.
— Dame un beso anda — me dijo.
— ¿Pero tú tienes pajaritos? ¿Verdad?
— Pajaritos no sé, pero ganas de follarte sí.
— Una polla, no me puedo mover, como para volver a hacerlo, estás loco.
Ignoró mi comentario y comenzó a besarme sin piedad ninguna tampoco.
Lo atrajé más hacía mí para poder sentirlo mejor.
Hicimos un cambio de sentido y ahora estaba yo arriba.
Besé su cuello lentamente, no iba a follar, solo lo quería provocar.
Cuando empezó a quitarme la camiseta lo frené.
— Uy, las tortitas estarás ya frías — me levante de encima de él y fui a la cocina.
En la cocina, empecé a descojonarme por la cara que tenía Héctor.
Nos sentamos en la mesa y el estaba con la mandíbula tensa y con su mirada fija en el móvil, estaba ¿enfadado?
— Héctor — lo llamé pero no me contestó. — Héctor — lo volví a llamar y tampoco me contestó. — ¡Héctor! — grité y pasó de mí. — Me piro a mi casa, adiós.
Recogí mis cosas y me fui a mi casa.
Si iba a estar en ese plan conmigo la llevaba clara.
ESTÁS LEYENDO
DUOLOGÍA ; Inefable
FanfictionInefable ; algo tan increíble que no puede ser expresado en palabras.