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Después de ese día en el que Max y yo hablamos algo cambió evidentemente, el alfa no salía de su oficina podría haberme escapado y él no se daría cuenta en lo más mínimo. La rutina que estuve llevando en la que Max se encargaba de bañarme, vestirme y después darme de comer se acabó; a la mañana siguiente de nuestro paseo estaba ansioso porque presentía que el alfa podría lastimarme, espere que él fuera a despertarme, pero no fue así. Al rato de estar esperando mejor decidí levantarme por mí mismo. Elegí mi propia ropa ya no ocupaba las camisas de Max y utilizaba la ropa que me compró, muchas de ellas aun tenían la etiqueta de ser compradas recientemente. Seguí a esperando a verlo durante el día, imaginándome que estaría planeando algo para lastimarme, le mande miles de mensajes a Yuki y Carola para que mantuvieran al tanto por que un mal presentimiento me estaba invadiendo. Y en realidad no lo vi ese día, ni al día siguiente, ni el que sigue; solo sabía que seguía viviendo en esta casa porque Anya la chef que trabajaba aquí preparaba los alimentos de Max y se los llevaba a su oficina.

No sé por qué ese repentino cambio en el que ahora era completamente invisible, tal vez herí su orgullo al decirle que me daba asco solo pensar en él pero que podía esperar, lanzarme a sus brazos en cuanto me dijo de su celo y estar dispuesto a pasarlo con él después de secuestrarme. La seguridad se redujo, antes daba un solo paso fuera de la casa y de inmediato aparecían tres hombres detrás de mí que me seguían a donde fuera; en este momento salía y no siquiera me volteaban a ver. Siguió viniendo la chica que me daba terapia para relajarme, ella era la única que se acercaba a mí.

Me sentía solo nuevamente, todo el día me la pasaba viendo la televisión y los ratos en los que me aburría regresaba al lugar donde Max y yo estuvimos. Hacer esto durante cuatro días era aburrido, no sabía qué más inventar para poder salir de la rutina, empecé a tomar algunas clases o tips de cocina con Anya para entretenerme.

Observe a Anya que estaba sirviendo una porción de tortellini en el plato que prepare junto a ella, parecía ser que ese plato era de Max por la gran porción, moví mi tenedor curioso por intentar saber un poco de que era lo que hacía Verstappen todo el día encerrado en ese lugar. Si ya no quiere saber nada de mí y se aburrió, era momento de que dejara de irme de este infierno.

—¿Para quién es ese plato?

—Es para el señor Verstappen, me avisó que era momento de llevarle su comida. — Todo lo que estaba preparando para Max lo dejo en una bandeja como hizo hace un tiempo Max conmigo.

—¿Cómo está Ma... el señor Verstappen? — estaba intentando sonar lo más casual que pudiera, mostrando que no me importaba.

—La verdad es que no sé, el señor Verstappen me da mucho miedo e intento no verlo a la cara. — Fue por una servilleta para dejarla en la bandeja. —Lo único que he oído es que tiene mucho trabajo.

—Mhm... gracias por decirme... — No estaba muy convencido si eso era lo que me hubiera gustado escuchar, no entiendo por qué me sentía preocupado por Max, tendría que estar agradecido que no me ha molestado. Moví el tenedor entre mis dedos moviéndolo de arriba abajo, golpeando de vez en cuando con el plato.

—Si lo deseas puedes llevarle el plato al señor Verstappen. Te ves preocupado por el señor Verstappen y a él le agradará que lo visite.

Mordí mi labio, no estaba convencido si hacer esto, por fin Max me dejo, busque eso desde que llegué aquí para intentar huir de este lugar, al ver sus amenazas era más difícil pero no se algo en mi interior pedía a gritos la atención que Max me ofreció durante estos días.

—Yo lo llevaré. — Dejé mi tenedor al lado de mi plato y fui por la bandeja.

—Toque tres veces la puerta y después el señor Verstappen lo deja pasar.

Sick LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora