Lucifer sabe que no será un buen día desde el momento en que abre los ojos esa mañana. Las primeras luces del sol se cuelan directamente en su rostro, una señal que para la mayoría sería insignificante, pero para él, no puede ser más que una advertencia. El sol, símbolo de vida y energía para muchos, es para él un recordatorio constante de su propia naturaleza y de las limitaciones que conlleva. Y aun sordido observando el techo se consuela a si mismo, que al menos muchas personas deben haber llegado tarde a su trabajo al menos una vez en la vida, ganándose tal vez un llamado de atención o una pequeña amonestación, pero a él nunca le ha pasado, y tampoco tiene la opción de que le pase.
A regañadientes, se levanta de la cama y se dirige al baño. La ducha es breve, apenas unos minutos, ya que sabe que no puede permitirse el lujo de perder demasiado tiempo. La rutina de desayunar también queda descartada, ya que su prioridad es llegar a la oficina antes de las ocho, si quiere mantener su muy preciado trabajo, si en estas circunstacias puede seguir llamandolo así.
A medida que se viste y se prepara para enfrentar el día, una sensación de frustración se apodera de él. Mientras que la mayoría de las personas pueden permitirse llegar tarde al trabajo, él no tiene esa opción. Para Lucifer, cada minuto cuenta y cualquier retraso puede tener consecuencias graves.
Ve el reloj en su muñeca tal vez unas cinco veces más mientras corre entre la gente, solo para serciorarse que de hecho no esta tan retrasado como esa pequeña figura le recuerda en su mente. Sus pasos suenan cuando se mueve golpeando sin querer a más de uno con su maletín, y aunque les dedica una sonrisa o un suave lo siento, no se detiene, y eso realmente no parece importarle a nadie. En una ciudad tan comercial y abarrotada de personas como en esa no es inusual toparse con esas escenas. Ya sea alguien corriendo con traje, el tráfico al borde o un grupo de personas discutiendo en las calles.
Y sí, es algo muy agotador.
Aún faltan unos minutos para su hora de entrada y solo debe hacer una pequeña y simple entrada en el Starbucks que está justo enfrente de la compañía para la cual actualmente trabaja, y algo emocionante resurge cuando se felicita a sí mismo porque podría llegar un poco antes. Sin embargo aquellas chispas de lo que había reconocido como esperanzas huyen por la puerta de la misma tienda al momento de adentrarse en esta y descubrir la larga fila de clientes esperando ser atendidos.
“Debe ser una broma…” Se toma la libertad de murmurar entre dientes antes de aplanar sus labios en una sonrisa que puede ser una de las más fingidas que le ha dedicado a algo. Para su mala suerte, la cual parece seguirlo desde que sale el sol, no le sorprende que hasta un sencillo local, esté tan abarrotado la mayor parte del tiempo en un sector rodeado de empresas, pero creyó que tal vez algo divino estaría de su lado.
Se mueve ansioso mientras espera que la fila avance -lo cual no hace-. No quiere ni un poco echarle una mirada al reloj que está colgando en la pared -como un recordatorio constante de que estará extremadamente perdido en solo unos momentos-, y realmente teme que de hacerlo su corazón termine colapsando. Ya que está seguro que su indeseable jefe -No dígamos un demonio, ya que ha sido educado de una manera correcta por sus padres- debio tener un inicio de mañana muy distinto al suyo, con su rutina de relajación para activar el cuerpo con la suave música de jazz que sabe le encanta, así como la compañía de sus interminables cremas corporales para revitalizar su piel, todo mientras que él siente cómo todo su estómago se deshace por un tonto café. Porque sí, llegar a esa oficina sin un café completamente negro, con una pizca canela y nada de azúcar sería igual o peor que llegar tarde ¿Que ser de sangre fría puede desgustar esa bebida?
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La propuesta. -AppleRadio-
Fanfiction──♡── Todo comienza cuando Alastor un conocido editor, se enfrenta a la posibilidad de ser deportado a su país natal, para evitarlo audazmente el ejecutivo reacciona impulsivamente y declara que está comprometido con su ayudante -No digamos secretar...