CAPÍTULO 1

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Presente, pasado y por siempre

Respiré muy hondo antes de responder esa llamada, me recordé cerrando el baúl por la mañana y revisando que en mi mochila estuviese todo lo importante. En eso atendí la llamada que cambió por completo mi vida. Juro que de haber sabido que eso pasaría, tal vez me hubiera ahorrado la contrariedad de despertar ese día tan caprichoso, y tal vez no me hubiera tomado la molestia de esconder las piezas. No me gusta jugar al detective, tampoco me gusta que la gente se entrometa en mis asuntos, así que seré honesta, sólo soy el fuego que enciende la bomba. Tú, mi, caprichoso fénix, eres la bomba. TIC,TOC,TIC,TOC, ¡apresúrate, el tiempo se agota!

Esas palabras retumbaban en mi cabeza una y otra vez, durante años, preguntándome qué significaba. ¿A qué se refería? ¿Quién era esa persona? ¿A qué se refería con Fénix? ¿De qué hablaba? El tiempo se agota... ¿Qué tiempo? Sólo sé que no entiendo por qué es mi único recuerdo después del accidente. Es desconcertante el hecho de no saber qué sucede, pero tener en tu cabeza ese recuerdo al que no le hallo sentido.

Hace un par de años desperté en la cama de un hospital sin recordar absolutamente nada más que a una mujer diciendo eso; y a mi lado, un muchacho que tomaba mi mano con preocupación, pero al mismo tiempo distante.

Recuerdo estar confundida, recuerdo que desconocí a mi amigo ese día, dentro de mí había ira, una adrenalina ajena a mí, pero por fin tenía el valor y el coraje para hacer notar mis disgustos. Sí, admito que desde ese día yo cambié ese 29 de junio. Unos días antes de cumplir años todo cambió, yo era otra persona. Me sentía diferente, muchos amigos me lo hicieron notar; aunque, honestamente, ya no me importaba, el sentimiento era ajeno, pero me agradaba, por fin tenía el valor para decir las cosas en la cara de las personas sin importarme nada.

Muchos me dijeron que cambié mucho; obviamente, preferían a la chica callada y prudente que a la realista y directa que soy ahora. Como lo dije antes, había en mí un sentimiento ajeno. El día que desperté, me dijeron que había sufrido un accidente muy fuerte, después del cual había estado muerta durante unos minutos. Honestamente, yo no recordaba nada, admito que estaba algo confundida, pero lo suficientemente cuerda como para darme cuenta de que no estaba en tan buenos términos con el chico que se encontraba a mi lado.

—¿Qué haces aquí? — e pregunté.

—Me avisaron que estabas mal y vine de inmediato.

—¿Y…? Ya estoy bien; si quieres, ya puedes irte.

El muy idiota me susurró al oido: —Sigues siendo la misma orgullosa. Aunque no lo reconozcas, yo sé quién eres en realidad. —Me molesté tanto que lo empujé lejos de mí.

No podía hacer mucho esfuerzo y mi cabeza me dolía horrores, pero no iba a permitir que me dijera eso sin que mi reacción tuviera consecuencias. Vi en su mirada un dolor interno, no sé si por mí o por algo más. Entonces percibí en él un desdén tan grande que lo alejé aún más.

Apenas entendía qué sucedía, pero ahora, años después de no verlo, comprendo que quizá si hubiese puesto más atención.

Al salir del hospital con un collarín, dependiente de mi familia, no me quedó más que callar durante un par de semanas, mientras asimilaba y descubría qué había sucedido al cien por ciento, pero mientras más pasa el tiempo, sigo preguntándome, ¿por qué Fénix? ¿Quién era ella? ¿Qué sucedió? Honestamente después de tres semanas de haber permanecido encerrada con mis pensamientos, puede que no haya sido lo mejor, me carcome la curiosidad y la incertidumbre.

Aún no lo sé, después de cuatro o cinco años de que ocurrió lo que describo, mi presente no es más que algo incierto; mi pasado, algo confuso; y por siempre, las palabras de esa mujer escondida entre mis sueños y mis pensamientos.

Tan sólo de pensar en el contexto, es abrumador… contarte esto me resulta un tanto difícil, pero no quiero que haya ninguna brecha entre nosotros, ¿entiendes?

Tú buscas respuestas, ¿no? Aquí están… responderé poco a poco a cada una de tus preguntas, pero ya te dije, será bajo tu propio riesgo.

—Correré el riesgo, tengo suficiente tiempo para escuchar, así que despreocúpate que luego sigo yo.

Entonces, después de casi enloquecer, tomé la decisión de continuar con mi vida. Quizá el recuerdo no es un recuerdo del todo, tal vez lo provocó el golpe del accidente.

Honestamente, el recuerdo comienza a perderse entre los escombros de mi memoria, entre lagunas de recuerdos rotos, deslumbrada por el fuego de la amnesia; y así lo prefería hasta hace poco.

Pero desde que te conocí me has hecho preguntarme de nuevo… ¿qué sucedería si no es mi imaginación? ¿Qué tal si esto tiene algo que ver con la carta?
Tomé la desición de abrir la caja de Pandora. Sí, no tengo la llave, pero ese baúl no seguiría cubierto de polvo en el cuarto, así que después de pensarlo mucho, bajé a mi antiguo cuarto, tomé un paño con agua y antes de tocar el baúl lo limpié, le quité el polvo y tomando un par de herramientas me tiré al piso y comencé a intentar abrir el viejo candado del baúl.
Justo cuando casi conseguía abrir el primer perno, tocaron a la puerta de mi apartamento como si fuera una emergencia. Me rasqué la cabeza y me pregunté quién carajos podría ser a las tres de la mañana; sí, las 3 am. Padezco de insomnio cuando algo acosa mi mente.
Me levanté un tanto molesta, me asomé por la mirilla, no reconocí el rostro de la persona detrás de la puerta, pero ésta insistía en tocar a mi puerta. Me froté la cara, acomodé mi cabello y abrí la puerta sin desatar el seguro con cadena.
—¡Hola! Eva, ¿cierto? —Ella me miró fijamente, como haciéndome una propuesta con la mirada y comencé a reír sarcásticamente.
—¿Acaso crees que si soy Eva voy a responderte, a las tres de la mañana, mientras tocas a mi puerta con tanta insistencia? Amiga, ¡son las tres de la mañana!
Me disponía a cerrar la puerta, cuando la loca me detuvo con una clase de bastón que interpuso entre mi puerta y el cerrojo.
—Sólo escucha, ¿quieres? No estoy aquí por gusto. Y sí, son las tres de la mañana, la hora perfecta para que ambas pasemos desapercibidas. Tranquila, Eva, me lo agradecerás, y por cierto, la pregunta era sólo una formalidad, evidentemente eres Eva.
Solté la puerta y miré al cuarto donde estaba el baúl. Quizá ese cerrojo podía esperar. Quité el seguro de la cadena y me interpuse entre la puerta y ella para que no mirara el interior de mi casa.
—Bueno, ya sabes que soy Eva, ¿qué quieres? Te advierto que no tolero mentiras ni rodeos. Dale gracias a Dios que aún no llamo a la policía. —La miré fijamente intentando encontrar una expresión clara, pues el cubrebocas que usaba no me dejaba ver nada más que su mirada tensa—.
Su gabardina roja carmesí me llamó la atención, pero pude ver unas pequeñas siglas tatuadas en su cuello, acompañadas de una especie de ave muy similar al ave tatuada en la muñeca de mi brazo derecho.
—Si ya terminaste de analizarme, te pido que de una buena vez seas cortés y me dejes pasar. Como te dije, a ambas nos conviene pasar desapercibidas.
Tomé la puerta y el marco y le dije: —No voy a dejar pasar a una mujer misteriosa que toca a mi puerta, que sabe mi nombre, mi dirección y viene a las tres de la mañana con la intención de hablar conmigo. Creo que es razonable si no sé quién rayos eres.
—Soy tu conciencia… jaja. NO. Soy Riven, y por ahora es lo único que puedes saber. Técnicamente soy parte de tu conciencia, para bien o para mal, así que vete acostumbrando a verme.
—No, si te apareces a las tres de la mañana. Además, ¿es lo único que puedo saber? Tengo una buena conciencia, y no es Pepe Grillo, así que gracias pero ya te puedes ir. —Sonreí sarcásticamente, me eché para atrás y cerré la puerta.
Por alguna extraña razón, Riven no volvió a tocar la puerta, sólo esperó un par de minutos y se fue. En ese momento apagué la luz y me fui a la cama.
Quise ignorar cualquier pensamiento, solamente quería dormir, perder la conciencia, pero algo en mi interior corría por las escaleras tomando el brazo de la señora Riven para saber qué ocurría, pero otra parte de mí sólo quería que todo parara por un breve instante… Una leve intuición me dijo que el hecho de haber cerrado esa puerta probablemente iba a tener repercusiones serias. Pero lo hecho, hecho está.
      


Lo que es y lo que no fueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora