—¡Vamos a esa tienda!—Helena tira de mi brazo con tal fuerza que casi tropiezo.
Como bien dijimos, hemos ido de compras. Ambas necesitamos ropa nueva y es la excusa perfecta para salir este domingo. Además, Helena ha querido disculparse conmigo por no haber estado conmigo el día de mi cumpleaños reservando en un restaurante al que hacía tiempo que queríamos ir. Esta noche nos ponemos las botas.
Por la mañana he ido a llevar a mis padres al aeropuerto, es triste que se hayan ido tan pronto. He prometido visitarles en Francia en cuanto pueda, echo de menos la pequeña villa campestre donde se respira paz y naturaleza. Después de eso, he recibido una llamada de Helena diciendo que no aparque el coche que hoy nos vamos de compras y a celebrar mi cumpleaños. Su excusa ha sido que no todos los días se cumplen 26 años. Imposible no rechazar una oferta así. Pero, antes de nada, hemos parado a por una hamburguesa en nuestro restaurante de comida rápida favorito, donde he invitado yo.
—¿Qué te parece este vestido, Amelia?—Helena me muestra un vestido azul turquesa de corte sirena.
—Te quedaría como un guante.—sonrío y me siento en una butaca de la tienda.
Ha sido mala idea ponerme botines altos hoy, me están matando los pies y ni siquiera hemos andado demasiado. Conociendo a Helena, no hemos andado ni la mitad de lo que vamos a andar hoy. Remuevo incómoda mis pies en los botines y me masajeo levemente el talón buscando aliviar la zona.
Joder, me van a salir ampollas más tarde; si no me han salido ya...
—¿En serio te vas a quedar sentada mientras estamos buscando los vestidos perfectos para esta noche?
Alzo la vista para encontrarme los ojos marrones oscuros de mi amiga marcados con un ceño fruncido. Bajo un poco la mirada y veo el vestido azul turquesa de antes, ceñido a su figura. Aunque tenga los brazos a jarras, parece una modelo posando ante una cámara. Guau, tenía razón cuando le decía que el vestido le quedaría como un guante.
—Como no te lo compres tú, te lo compro yo.—es lo único que la respondo.
—No voy a ser la única comprándose un vestido hoy.—tira para que me levante de mi asiento.— Ve a buscar uno para ti mientras yo me quito esto, ¿sí? No me hagas arrastrarte por toda la tienda hasta que te decidas.
Ruedo los ojos y la hago caso, aunque mis pies estén gritándome de dolor, simplemente los ignoro y camino en busca de alguna pieza de ropa que llame mi atención.
Doy vueltas por la tienda, buscando algo que encaje con mi gusto. Busco y rebusco entre los percheros sin éxito. Es una misión más difícil de lo que esperaba.
Busco con la mirada a Helena, pero no la encuentro. Joder, necesito de su ayuda urgentemente. Camino hacia los probadores, seguro estará allí. Necesito su ayuda con esta ardua tarea, sé que ella tiene un gusto y un ojo exquisito a la hora de encontrar la mejor ropa; no es por nada, pero la mayoría de mi armario, por no decir todo mi armario, es de ropa que ella me ha elegido.
—¿Helena?—pregunto cuando llego a los probadores.
No obtengo respuesta. Camino por el pasillo fijándome en la parte de abajo de los probadores en la búsqueda de sus pies, pero no me hace falta husmear mucho hasta que escucho su voz. Bueno, más bien, sus gritos. Enmudezco durante unos segundos mientras escucho. Creo que está hablando por teléfono con alguien, y ese alguien suena muy enfadado, al igual que ella.
—¡No tengo tiempo para esto!—grita al altavoz y se escuchan gritos de vuelta desde el altavoz.
Suena realmente enfadada, pero no soy quién para escuchar conversaciones ajenas. Por mucha confianza que tenga con Helena, no es de muy buena amiga escuchar conversaciones privadas, y mucho menos cuando está peleando con alguien de esa manera.
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𝐅𝐈𝐍𝐀𝐍𝐂𝐄 𝐌𝐘 𝐋𝐎𝐕𝐄
Romance¿𝐔𝐧𝐚 𝐟𝐢𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐚𝐜𝐚𝐛𝐚 𝐜𝐨𝐧 𝐮𝐧 𝐦𝐚𝐭𝐫𝐢𝐦𝐨𝐧𝐢𝐨 𝐞𝐧 𝐩𝐞𝐝𝐚𝐳𝐨𝐬? ¿𝐔𝐧 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫 𝐝í𝐚 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐪𝐮𝐞 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐚𝐫í𝐚𝐬 𝐧𝐮𝐧𝐜𝐚 𝐡𝐚𝐛𝐞𝐫 𝐧𝐚𝐜𝐢𝐝𝐨? ¿𝐒𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐝𝐞𝐣𝐚𝐧 𝐝𝐞 𝐬𝐚𝐥𝐢𝐫 𝐚...