𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐮𝐧 𝐚𝐭𝐫𝐞𝐯𝐢𝐝𝐨.

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Tarde en la noche, espero a que la pelirroja de en frente termine de usar el puto cajero para poder utilizarlo yo. Por mientras, me entretengo comiéndola con la mirada. Sin que yo me percate, se da cuenta.

"¿Qué miras tanto?"

me dice ella, con el entrecejo fruncido. Molesta, irritada. Yo sonrío.

"¿Es que acaso es pecado admirar un culo así de lindo?"

replico, coqueto. O lo que que a mí entender es ser «coqueto». Refunfuña y me propina una bofetada.

"¡Eres un atrevido!"

exclama, ahora su rostro refulge de rojo tal cual su melena. Casi río, eso solo la molesta más. Se apunta a volver a golpearme pero le atajo la muñeca y niego.

"No, chiquilla, seré masoquista, pero sin un buen polvo en el medio; no tocas para un segundo round esta carita".

Intenta soltarse, no la dejo. La tomo por la cintura y la apego hacia mí. Analizo por completo su cuerpo, joder, qué buena estaba ésta tía. Sin poder evitarlo, le propino una nalgada a su culo. Ella relincha, como la yegua que es.

"¡Ya suéltame, cabrón! ¡Que me pongo a gritar aquí mismo y que se entere todo el mundo!"

yo río por lo bajo, y aprieto su culo, lo masajeo. Ella tirita, más no hace nada. Me mira mal, abre y cierra la boca. Lo está disfrutando, más lo niega.

"Si quisieras vender mi puto culo, lo hubieses hecho desde el primer comentario, zorrita. Te gusta que te toque, deja de hacerte la difícil, si ambos sabemos que lo deseas".

pellizco su nalga, aparta la mirada, sonrojadísima. No niega ni asiente, pero tampoco vuelva a dar lucha, con solo eso; ya me dio la respuesta esperada. La empujo contra la pared, rasgo su ropa interior y me meto entre sus piernas. Suelta un gritito y tiembla, finalmente se relaja cuando siente mi lengua acariciando sus interiores. Mis dedos le acompañan.

Se corre en mi boca, relamo mis labios y me aparto, la giro. Masajeo y golpeo una vez más ese culo, le doy lubricación de formas muy breves, intenta decirme que no, pero antes de que se resista un poco más, mi miembro ya esa haya dentro. Y se mueve con vehemencia. Joder, qué culo. Lo golpeo unas cuantas veces más. Le tapo la boca un poco porque me harto de sus chillidos.

Finalmente, me corro. Me salgo. Me acomodo todo, ella se acomoda todo.

"Sigo pensando que eres un atrevido".

musita por lo bajo.

"Lo sé".

replico, antes de marcharme. Sin un solo pavo, pero con un polvazo bien echado.

Irreverencias de un desquiciado... (𝒓𝒆𝒍𝒂𝒕𝒐𝒔)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora