cap 27:

64 8 1
                                    

Harry se despertó lentamente, con los ojos arenosos por el sueño y sin saber muy bien qué lo había despertado. Se levantó con dificultad de su posición supina, con las manos enredadas en una manta desconocida, de color verde cazador y desgastada por el tiempo.

Sintió el calor ardiente de un rubor que le punzaba el cuello. Snape debía de haberle tapado después de haber quedado dormido en el sofá.

Un crepitar seco procedente del otro lado de la habitación atrajo su atención, y se encontró con que su mirada, aún aturdida, se dirigió a Snape, que se había arrodillado y parecía estar atendiendo el fuego pinchando su varita en él.

La cabeza de Snape giró inmediatamente hacia él, de forma extraña, habría dicho Harry, como si el hombre lo hubiera percibido. –Bien. Ya te has levantado. La cena está en la mesa.

Harry bajó la mirada, sus palmas repentinamente sudorosas se enredaron en la manta mientras empezaba a pensar en excusas para no poder comer con el hombre. Su conversación, su discusión y su castigo de antes volvieron a su mente, cuajando ácidamente en sus entrañas. Claro que Snape se había reconciliado con él - lo retuvo , le dijo su cerebro-, pero eso no significaba que el hombre no seguía siendo bueno y estaría enfadado con Harry por haberse comportado como un completo caso perdido. Por desafiarlo deliberadamente para conseguir una reacción.

≫Ya hemos pasado por esto, Potter.

Aquel comentario, cargado de exasperación, hizo que Harry retrocediera un poco.

≫Nada de esconder la cabeza como una bruja sonrojada. Fuiste un idiota. Sabe que fuiste un idiota. Tienes líneas. Asunto cerrado –y entonces Snape se levantó, caminando a grandes zancadas hacia él, arrojando la manta a un lado y levantando a Harry por la parte trasera del cuello.

Bueno, arrastrándolo suavemente. En realidad, Harry se dio cuenta de que lo estaba ayudando a ponerse en pie, y luego esa mano que lo guiaba estaba en su nuca, empujándolo hacia la cocina, donde incluso su estómago, que seguía revolviéndose, empezaba a interesarse por el aroma del asado que llegaba al salón.

Y eso fue suficiente, de alguna manera -Snape a su espalda, la comida que había cocinado ante ellos- para que Harry recordara su valor. –Me gusta esa manta –consiguió decir a la fuerza. No está cerca de la normalidad, se notaba. Su discurso seguía presionado, su boca demasiado seca.

Pero Snape fue lo suficientemente cortés como para fingir que no lo notaba. –Pensé que lo harías. Tu abuela lo hizo para mí.

Ese anuncio hizo que Harry tropezara por un momento. –¿Mi... mi abuela?

Harry pudo sentir de alguna manera la débil sonrisa de Snape -no una mueca, una sonrisa real- detrás de él. –Conocí algo más que a tu madre. Pasé mucho tiempo en su casa. Los Evans se portaron bien conmigo.

A Harry se le hizo un nudo en la garganta por la inesperada oleada de emoción. Snape lo había arropado bajo la manta de su abuela. Cada puntada, cada fibra de la manta era suya: su trabajo, su tiempo, su amor.

≫Te hablaré de ellos algún día, si quieres.

Harry se debilita débilmente. –Me gustaría. Mucho, creo.

–Puedes guardar esa manta en tu habitación, si quieres.

De repente sintió como si tuviera una bola dura, con forma de Snitch, alojada en su garganta. Esa oferta significaba para él más de lo que creía que Snape podría saber. Y al mismo tiempo, después de lo que había hecho pasar al hombre hoy, sintió que apenas se lo merecía. –No sé si debería...

–Permíteme reformularlo. Harry, guardarás la manta de tu abuela en tu habitación –Snape le apretó el cuello antes de soltarlo y acomodarse en la ahora cargada mesa de la cocina.

Crimen y Castigo- crime and Punishment ( severitus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora