Snape lo dejó volar de nuevo. Esta vez, sin embargo, el cielo estaba tormentoso y negro, y los truenos retumbaban en la distancia.
–No creo que debas ir, Harry –dijo Snape, aunque le tendió la Saeta de Fuego a Harry.
Harry quería ir. Mucho. En el cielo era donde se sentía seguro. Y Snape no se lo impidió. –Estaré bien –prometió.
–No vueles hacia el Sauce Boxeador –le advirtió Snape, con la cara arrugada por la preocupación.
A Harry no le gustaba el aspecto de Snape. Nunca estaba preocupada por fuera. Aunque ahora Harry se daba cuenta de que probablemente estaba preocupado por dentro de la mayor parte del tiempo. –No lo haré –tranquilizó al hombre–. Eso fue sólo porque aquella vez no supimos volar con el Ford Anglia. Yo sé volar en una Saeta de Fuego.
Snape se acercó, pero no parecía convencido.
Harry se despegó, y sintió que el viento volvía a pasar a su lado mientras ascendía y subía y subía. Pero, de repente, el aire empezó a enfriarse y percibió un destello negro en el borde de su visión.
¡Dementores! Al principio sólo había uno, flotando justo en el borde de su visión, pero luego echó una mirada hacia abajo, y había cientos, con sus formas negras como sábanas raídas en el viento que ascendían hacia él. El frío iba en aumento y, de repente, Harry estaba seguro de que se desmayaría como en su tercer año y caería en picada.
¡Pero el anillo! Snape le había dado el anillo, pero ¿cuál era la palabra para hacer funcionar el traslador? Algo sobre un lugar al que no debía besar, no, una criatura a la que no quería besar...
–¡Araña! –gritó, pero recordó demasiado tarde que la palabra clave era algo en latín, y que la araña había sido la respuesta al acertijo de la Esfinge en el laberinto. Pero había un gancho detrás de su ombligo, y de repente estaba girando, con el estómago revuelto, antes de aterrizar con fuerza en la tierra fría y húmeda, y se volvió para encontrar a Cedric a su lado, luchando por ponerse de pie.
≫¡Cedric, cuidado! –trató de advertir al otro chico, porque recordaba lo que vendría después, pero era demasiado tarde.
Cuando Cedric se dio la vuelta, un destello de luz verde se abalanzó sobre él y volvió a caer al suelo, inerte, con los ojos vidriosos y sin vida.
≫¡Ayuda! –gritó Harry, buscando su anillo con el pulgar y sin encontrar nada. ¿Dónde estaba Snape? Se suponía que Snape vendría a por él, ¿no?
Pero Snape no vino, y Colagusano lo agarró y lo inmovilizó contra la tumba de nuevo antes de cortarle el brazo y recoger su sangre en una copa. Harry vio cómo Colagusano se dirigía de nuevo al caldero vacío que había levantado junto a la otra tumba, y de repente Snape estaba allí, quitando la olla negra con una larga cuchara de madera.
≫¡Snape! –gritó Harry–. ¡Señor, por favor, ayúdeme!
Snape lo miró, con los labios arrugados de asco. –Pedí que termináramos con los honoríficos, Potter. No puedes seguir ni la más simple de las instrucciones –Snape le quitó a Colagusano la copa con la sangre de Harry y la vertió en el caldero.
–Severus –intentó Harry, pero eso era aún peor.
–¿Te atreves a llamarme por mi nombre de pila? –Snape siseó, sacando su varita–. ¡Silencio!
El hechizo inundó a Harry y, de repente, ya no pudo hablar ni gritar. Luchó contra los brazos de piedra del ángel del cementerio que lo sujetaban, pero no pudo escapar, sólo ver cómo Snape terminó la poción para resucitar a Voldemort. Añadió el hueso de Tom Riddle padre y luego la mano de Colagusano. El caldero comenzó a humear furiosamente.
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Crimen y Castigo- crime and Punishment ( severitus)
LosoweHarry está acusado de robo. Los Dursley lo dejan pudrirse. Dumbledore envía a Snape para remediar la situación. Harry se encuentra al cuidado de un Snape furioso. No slash, ficción genérica centrada en la relación con Severitus. Angustia en abundan...