8. Vestidos.

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Aimar Listiev

Después de un fin se semana de descanso nada mejor que venir a la empresa y trabajar un día más, aunque debo confesar que despertar temprano fue un martirio ya que me quedé despierta hasta tarde. Llego a mi piso, le doy los buenos días a todos incluyendo a Payton y me voy directo a mi oficina. Enciendo mi pc y mi fondo de pantalla de un enorme dragón chino aparece. Hoy tengo que trabajar en algo nuevo, pero antes voy a terminar lo que comencé ayer, mis domingos son muy tranquilos, me quedo en casa, dibujo, juego videojuegos, escribo historias que quiero agregar a los videojuegos que ya están o algunas ideas nuevas y hago recetas de TikTok porque es lo único que sé hacer.

—Hola —Payton entra y pone en mi escritorio un jugo verde.

—Gracias —tomo el vaso y comienzo a beberlo—. ¿Qué tal tu domingo?

—Mejor que mi sábado —se sienta frente a mí y revisa la tablet—, porque no te vi —rio.

—Sí, claro —veo mi pantalla y sonrío al ver que lo que hice quedó bien—. Ven acá.

—¿Qué?

—Ven —se pone de pie dudosa y se levanta para acercarse a mí—. Siéntate acá —golpeo mis piernas y me ve con el ceño fruncido—. Sólo siéntate, te voy a mostrar algo —lo piensa, pero luego de un rato bufa y se sienta.

—Esto es incómodo, ¿sabes? —muevo el mouse y le doy play a la animación—. ¿Qué es eso? —en la pantalla aparece: Payton around of the word, con una animación de ella—. Oye, ¿esa soy yo? —me ve y asiento.

La animación comienza, es ella en avión viajando por muchos lugares icónicos del mundo, incluyendo Rusia y Alemania. Es muy corto y cuando termina ella me ve y tiene los ojos llenos de lágrimas.

—Noté en tu instagram que te gusta crear contenido y pensé que cuando logres hacer realidad lo de viajar y todo eso podrías usar esto como una introducción a tus videos.

—Siento que tú estás más segura que yo de que algún día ese sueño se hará realidad.

—Alguien tiene que creérselo y yo no sólo creo en tu sueño, también creo en tus capacidades —me toma por sorpresa, cuando se gira un poco más y me abraza.

—Gracias Aimar —se separa y se limpia unas pequeñas lágrimas que corren por su mejilla.

—No tienes que agradecerme, sólo lucha por tu sueño y no lo dejes perder —le doy un pequeño beso en la frente que la toma por sorpresa y luego la vuelvo a abrazar—. Sé que lo harás —paso mi mano por su cabello.

—Lo haré, quizás no ahora, pero lo haré —carraspea y se levanta de mis piernas.

—Bien —siento un vacío en cuanto se pone de pie, que no había sentido hace mucho tiempo—. ¿Qué hay que hacer hoy?

—Ah, claro —toma la tablet y comienza a revisar—. Estarás con el equipo de marketing para revisar cómo va la publicidad de Kindoms of War, luego tienes una reunión en contabilidad, para ventas y algunos gastos, con recursos humanos para organizar bien el bootcamp de los nuevos y por último el viernes dijiste que ibas a trabajar en una idea nueva, así que, sólo eso.

—Nada más eso —suspiro—. Bien, manos a la obra.

•••

—¿Qué es eso? —señalo el enorme pene de goma en el arnés—. Dios, en quien lo usen no se podrá sentar una semana —me siento en el sillón.

Es miércoles y no fui a la empresa porque tengo un evento al que me invitaron y aparte una amiga que conocí de maneras extrañas, vino de visita y con varios regalos, es sexologa y dueña de una sex shop.

Reencuentro InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora