17. Rosas.

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Payton Reed

Me acurruco más contra el torso de Aimar que me cubre con una colcha y me abraza más fuerte, bostezo y siento que mis párpados están pesados y es que en estos dos días juntas no hemos descansado tanto y no me quejo, pero mi cuerpo pide a gritos descanso. Psicológicamente estoy muy recargada, he estado alejada de redes, no estoy recibiendo llamadas, pues mi celular lo mantengo en modo avión, sólo para tomar fotos y grabar algún video, como el video de Aimar haciendo desayuno hoy por la mañana, hizo pancakes esponjosos rellenos de Nutella y los amé. Realmente tiene talento para cocinar, sólo le falta aprender porque sigue muy bien las recetas. Tengo muchos videos de ambas que pienso guardar, nadie más que yo toca mi celular, así que no me preocupa que alguien los vea, me preocuparía más perderlos. Siento un beso en mi cabello y luego como mis párpados se cierran, intento abrir mis ojos nuevamente, pero no puedo más y me quedo dormida.

—¿Cómo está saliendo todo? —escucho la voz de Aimar, pero mis párpados siguen muy pesados—. Que bueno, hay que seguir todas las indicaciones para evitar accidentes y lo principal es que se diviertan, la vida no es sólo trabajar —la escucho reír—. Sí, tal vez no sea la persona más indicada para decirlo, pero es la verdad —abro un poco mis ojos y la veo de pie junto al ventanal del cuarto—. Está bien, cuídate y cuida a todos, nos vemos el lunes.

Con mucha fuerza de voluntad de por medio, abro los ojos y estiro mis brazos y piernas, para luego restregar mis ojos con el dorso de mi mano. Aimar se sienta a mi lado y acaricia mi cara.

—¿Domiste bien? —asiento—. Ya son las siete, me alegra que hayas dormido tanto -—abro los ojos sorprendida al escuchar la hora.

—¿Cuánto dormí? —me incorporo y quedo sentada a su lado.

—Cómo cuatro horas, yo dormí como dos, luego me desperté a hacer algunas cosas y acabo de volver, creí que ya ibas a estar despierta —me da un beso en la frente y me revuelve el cabello más de lo que ya lo tengo.

—Quiero ir al baño —se pone de pie y me levanto de la cama.

—Cuando salgas podemos preparar la cena, ¿te parece? —sólo asiento y me voy al baño, tengo que lavarme la cara.

Al verme al espejo noto las marcas moradas bajo mis ojos, a pesar de la siesta de cuatro horas, no he dormido suficiente. Hago un puchero al verme con el cabello todo desarreglado, con ojeras y cara de sueño. Lo primero que hago es peinarme el cabello, luego me cepillo los dientes y me paso los indices por debajo de los ojos esperando que algo cambie, pero no, al menos ya no me veo tan somnolienta. Salgo de la habitación y desde el balcón que tiene una barandilla de cristal, me asomo y noto que Aimar no está ni en la sala ni en la cocina. Unas luces provenientes de la habitación del fondo llaman mi atención, al acercarme la puerta está medio abierta, me asomo y Aimar está sentada frente a un escritorio con su tablet de diseño dibujando, está tan entretenida que no se da cuenta que estoy ahí, analizo la habitación y aparte del escritorio donde tiene su laptop y su tablet de diseño, hay otros escritorio con una pc gamer que parece muy equipada, tiene dos pantallas grandes horizontales flotantes y una vertical al lado con la imagen de un dragón. 

En un rincón tiene un par puff, una repisa con unos funko, algunos legos y libros, en otra repisa tiene varias libretas, supongo que son de dibujo, hay algunos pósteres y sus paredes por lo que puedo notar son blancas y es como de costumbre tiene las luces apagadas y lo que ilumina toda la habitación es una luz celeste. Aimar y sus luces de colores. Me giro a verla de nuevo y frunzo el ceño al verla tomando de una botella de agua, pero lo que me sorprende no es que tome agua, sino que lo hace con la mano derecha y ahora está dibujando con la izquierda. Deja la botella a un lado, continúa dibujando y luego levanta la mirada.

Reencuentro InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora