Capítulo 4

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Ohm vivía en un ático imponente, cuyas vistas del Londres nocturno eran verdaderamente fabulosas.

Sin embargo, Fluke estaba tan concentrado en la necesidad de escapar de él que no prestó atención al paisaje y, cuando Ohm lo llevó por un pasillo y le señaló una habitación, Fluke entró de inmediato y le cerró la puerta en la cara.

Lo primero que hizo fue quitarse los zapatos, que le estaban haciendo daño. Lo segundo, quitarse la ropa nueva, ponerse la antigua y dirigirse al cuarto de baño adyacente para limpiarse el rostro. No quería que su familia sospechara algo, porque él no se arreglaba así nunca.

Por suerte, todavía no les había hablado del trabajo que había conseguido en Londres, así que solo tenía que cambiar su historia y decir que había conseguido un empleo magnífico en Italia, con Ohm Thitiwat. El resto de las piezas encajarían solas, porque presentaría a Ohm como un hombre generoso y amable y, cuando terminara de contarles que les había librado de sus deudas, sus padres estarían más contentos de lo que habían estado en muchos meses.

Esa era la recompensa del sacrificio que estaba haciendo: la felicidad de sus padres. Y no se haría el mártir ni dentro de su propia cabeza.

Por desgracia, la idea de mentir a Earth no le resultaba tan fácil, porque no le había mentido nunca. Desde luego, había falseado la realidad en más de una ocasión para evitarle disgustos, pero nada más.

Mientras él pensaba en su hermano gemelo, Ohm se sentía como si volviera a ser el niño que una vez había intentado alcanzar un diente de león que arrastraba el viento y había fracasado miserablemente. No entendía a Fluke. Era evidente que le deseaba, pero se negaba a romper ni una sola de sus rígidas normas y, por si eso fuera poco, se comportaba como si ni siquiera le cayera bien.

En cualquier caso, estaba decidido a esforzarse por conquistar el afecto de él, algo que no había tenido que hacer en toda su vida. Al fin y al cabo, había mucho en juego. Pero no tenía ni idea de cómo conseguirlo.

Exasperado, frunció el ceño. Nunca se había sentido tan inseguro.

– ¿Que qué tipo de ropa me gusta? – preguntó Fluke varios días después, hablando por teléfono con Ohm. – No sé, no lo había pensado. Los estudiantes solo se visten bien para asistir a entrevistas de trabajo y cosas así. Supongo que me gusta la ropa elegante y sexy, pero no demasiado reveladora. ¿Por qué me lo preguntas?

– Porque dijiste que la ropa te da igual, y tengo que elegir un traje de novio.

– No intentaba complicarte la vida – replicó Fluke, sorprendido de que hablar con él por teléfono fuera más fácil que en persona. – Dije que me daba igual porque no va a ser una boda de verdad. Eso es todo.

– Quizá no lo sea, pero tiene que parecer real – puntualizó Ohm. – Aldo va a estar presente, y también algunos de mis amigos.

Fluke se quedó desconcertado.

– Ah, bueno...

– ¿Quieres que nos veamos? Así podrás elegir tu mismo el traje.

La ronca voz de Ohm le causó un placentero escalofrío, aunque la idea de salir con él no le agradó. Lo había llamado todos los días y se lo había pedido todos los días mientras hablaba de cosas completamente insustanciales. ¿A qué diablos estaba jugando? ¿Por qué se molestaba? ¿A qué nefasto propósito obedecía tanta amabilidad? ¿Qué pretendía conseguir?

– Lo siento, pero voy a llevar a mi hermano al British Museum.

A decir verdad, Fluke habría preferido ver a su hermano Earth, pero habría sido poco sensato, teniendo en cuenta lo sucedido y las mentiras que se había visto obligado a contar a su familia. Además, Earth estaba extrañamente callado de un tiempo a esa parte.

Se busca heredero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora