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El estridente sonido del teléfono cortó el aire tranquilo de la habitación. Yuuji se revolvió entre las sábanas, tratando de ahogar el persistente ruido que resonaba en su cabeza como un eco lejano. El tono insistente perforaba la quietud, forzando su mente a despertar.

— Hmm...

Ignoró la primera llamada, pero el teléfono volvió a sonar con la misma intensidad. Cansado del ruido, extendió la mano hacia la mesa al lado de su desgastada cama y, sin mirar el número, contestó con voz ronca.

— ¿Hola?

— Llamamos de la estación de policía. Su hijo se ha metido en una disputa. Como aún es menor de edad, necesitamos que el tutor legal venga aquí de inmediato.

Hubo un momento de silencio, durante el cual Yuuji trató de procesar la información.

— ¿Estación de policía?

Al otro lado de la línea, una voz masculina continuó:

— .... ¿Es usted el tutor legal de Ryota?

El nombre resonaba en su mente, mezclándose con fragmentos de recuerdo.

— Ryota...

Finalmente, Yuuji repitió el nombre en un susurro. En ese instante, los recuerdos del pasado inundaron su mente.

— ¡Ouch!

— ¿Hola? ¿Sigue en la línea?

Pero antes de que Yuuji pudiera responder, otra voz se escuchó en la llamada.

— Esa persona debe estar demasiado ebria.

"Esa voz..."

Pensó Yuuji, su corazón deteniéndose por un segundo. Era la voz de Ryota, pero más joven, más arrogante y llena de desprecio.

— ....  Sí, soy su tutor legal.... Estaré ahí

Respondió finalmente, su voz temblando ligeramente.

Colgó el teléfono y se quedó inmóvil por un momento, tratando de recomponer sus pensamientos. Se levantó de la cama con esfuerzo, sintiendo el peso de la situación caer sobre sus hombros.

"¿Acaso... he regresado al pasado?"

Sus ojos recorrieron la habitación en busca de alguna señal de que esto no era una alucinación. Los pocos muebles viejos, las cortinas desgatadas, incluso la vieja lámpara en la esquina, todo parecía exactamente igual a como lo recordaba años atrás.

Con manos temblorosas, se levantó y se acercó al espejo en la pared opuesta. La imagen que le devolvía el reflejo era la suya, pero más joven, con menos arrugas y sin las cicatrices que había acumulado con el tiempo.

Y las lágrimas comenzaron a recorrer sus mejillas.

"Gracias, gracias. No desperdiciaré esta segunda oportunidad."

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— Ryota, deberías ser más respetuoso con tu mamá.

Instó el oficial, con un toque de reproche.

El joven se mantuvo en silencio, con una expresión impasible mientras observaba el paisaje urbano por la ventana.

— Sabes, un hijo es como el tallo que sostiene el brote, y tiene la responsabilidad de mantenerlos pero el acto que hiciste hoy, seguramente se ha quebrado.

Continuó el oficial, intentando que sus palabras penetraran en la actitud indiferente del joven.

En ese momento, el chico soltó un bufido cargado de ironía.

Mi hijo no será un villanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora